Debemos lavarnos las manos con agua limpia y con frecuencia para prevenir el coronavirus, nos recuerdan diariamente los expertos en epidemiología. Lo que para algunos puede ser una actividad rutinaria, para otros se vuelve una misión imposible.
El informe “Progresos en materia de agua potable, saneamiento e higiene” reporta que 2.1 billones de personas en el mundo carecen de agua potable en casa, la mayoría de ellas ubicadas en África. En América Latina y el Caribe el 95% de la población utiliza fuentes mejoradas de agua para el consumo humano; sin embargo, este indicador varía entre países y zonas rurales y urbanas.
En aras de acabar con la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos, los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron en 2015 la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible que incluye 17 objetivos (ODS). El objetivo 6, en particular, está dedicado a “garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos”. Cuando el lavado de manos puede significar la diferencia entre contagiarse y contagiar a otros con el COVID-19, cumplir este objetivo se vuelve apremiante.
Lavarse las manos puede convertirse en una hazaña no solo en las casas, sino también en oficinas, escuelas, hospitales, lugares públicos y de trabajo. Por ahora, la mayoría de los países de la región se encuentran en cuarentena, tan solo con las actividades declaradas como esenciales en funcionamiento. Sin embargo, muchos se encuentran evaluando como paulatinamente se podrá salir del confinamiento y reabrir los servicios sin aumentar el riesgo de contagio.
Pero, ¿qué pasará cuando los niños vuelvan a las escuelas?, ¿están las escuelas preparadas para que los niños y maestros tengan la posibilidad de lavarse las manos frecuentemente?
La respuesta es no. Según el informe de monitoreo de UNICEF, la cobertura del servicio de agua en las escuelas es de 69% a nivel mundial, mientras que en los países en desarrollo y desarrollados es de 68% y 89%, respectivamente. Muchas de las escuelas de ALC cuentan con instalaciones sanitarias en malas condiciones, y muchas de ellas ni siquiera cuentan con agua. En otras, nos encontramos con situaciones de escaso e inestable suministro y sin la calidad necesaria.
Según el Informe de la Organización Mundial de la Salud y UNICEF (2018), países como Costa Rica, Brasil y Ecuador contaban respectivamente con 70%, 61% y 87% de escuelas con instalaciones para el lavado de manos con agua y jabón. Otros países de la región, como Colombia y México, contaban respectivamente con 54% y 70%de sus escuelas con instalaciones con agua, pero sin jabón.
La brecha de cobertura del servicio de agua entre escuelas rurales y urbanas es mucho más alarmante como puede ser observado a continuación:
Estimaciones de cobertura de agua en escuelas rurales vs escuelas urbanas.
Fuente: Informe de la Organización Mundial de la Salud y UNICEF (2016)
Algo similar ocurre con la infraestructura de salud, donde la necesidad de agua también es evidente. Según el Informe de la Organización Mundial de la Salud y UNICEF para ALC (2019), en el mundo el 26% de las edificaciones de salud no cuenta con acceso a agua o ésta se encuentra a más de 500 metros de su ubicación. En países como Perú, Honduras y Paraguay, el abastecimiento básico de agua a los centros hospitalarios es del 46, 58 y 85%, respectivamente. Otro problema es la falta de continuidad en el servicio. En Perú, por ejemplo, el suministro de agua de una tercera parte de la infraestructura no es continua a lo largo del día.
El desafío de asegurar el acceso al agua se ve acentuado por el cambio climático, que cuenta entre sus impactos más peligrosos con las sequías, las cuales han aumentado en intensidad y frecuencia en la región , con algunos países más impactados que otros. Debido a su naturaleza intrínseca, las sequías tienen impactos en cascada y de gran alcance que afectan a la producción agrícola, la producción de energía, el transporte, el turismo, la salud humana, la biodiversidad y el suministro público de agua.
Ante este escenario, el desafío es cada vez mayor: asegurar la disponibilidad de puntos de lavado con agua suficiente para lavarse las manos de manera frecuente. En un escenario de crecientes sequías, ésta es una tarea ardua y compleja, ¡pero no debemos darnos por vencidos!
Podemos actuar proactivamente implementando estas medidas:
1. Aumentar la disponibilidad de puntos de lavado de manos:
- Instalar baños y puntos de lavados de manos, entre los cuales existen los portátiles.
2. Aumentar la capacidad de recolección y almacenamiento de agua:
- Incrementar la capacidad de almacenamiento de agua para tener agua disponible continuamente. Los tanques deben estar sellados adecuadamente para evitar la propagación de otras enfermedades como el dengue.
- Construir pozos de extracción de agua subterránea.
- Recolectar, almacenar y usar el agua de lluvia.
3. Optimizar el uso de agua:
- Instalar equipamientos ahorradores de agua tales como grifos ahorradores de agua y sanitarios de doble descarga o secos.
- Establecer temporizadores en las griferías.
- Instalar sistemas que permitan reciclar las aguas de lluvias y las aguas grises, para su reúso en los sanitarios.
¿Conoces alguna otra solución?
Más lecturas:
Agua y jabón contra el coronavirus
Manos a la obra contra el coronavirus en Haití
Publicación: El agua en tiempos de sequía: Lecciones de cinco sequías alrededor del mundo
Infografía sobre el lavado de manos
Foto: Anamaria Núñez
Dony washington dice
Aca en Nicaragua tenemos un problema muy similar
La organisazion mundial de la salud pide que nos lavemos las manos constante mente
‘ pero hay muchos lugares aca dentro de Nicaragua que no cuenta con agua potable escuelas y hogares y cumunidades que ni siquiera cuentan con agua potable
Toman aguas de lagos o rios Dnd tampoco cuentan con hospitales ni centros de salud ni un tipo de medicamentos
Aca hay mucha escases de agua
De salúd y higiene
Hay mucha pobreza
Gracias por leer mi comentario
Ricardo Cardoza dice
Muy importante todas las medidas que podrían implementarse e iniciativas que busquen el buen uso y optimización de este recurso, principalmente a raíz de la pandemia por el COVID-19, y sin duda es un tema que debe revisarse desde una óptica muy integral.
En países como El Salvador, el problema del agua es todavía más alarmante, ya que aparte de los problemas de abastecimiento y deficiencia en la red de distribución de este vital líquido, tenemos actualmente el problema climático de muchas precipitaciones de agua cayendo sobre todo el territorio nacional, lo cual ha provocado deslaves, inundaciones, derrumbes y una gran cantidad de desastres, por lo que la aprobación de la Ley General del Agua y la implementación de verdaderos Planes de Mitigación ante desastres naturales se vuelven una prioridad de primer orden. “Las nuevas construcciones deberán ser reguladas ante estos nuevos escenarios que se presentan”.