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No es algo que la mayoría de las personas tenga muy presente, pero somos de las últimas generaciones que tendrá el extraño privilegio de ver los glaciares en los Andes. Las estimaciones más recientes sugieren que importantes glaciares andinos podrían desaparecer o reducirse significativamente en el transcurso del próximo siglo; algunos podrían perder entre el 78% y 97% de volumen en los próximos 80 años (Schoolmeester et al., 2018; Giménez, 2019). Esto también ocurre en otras partes del planeta: los Alpes perdieron 17% de sus glaciares en los últimos 20 años (Estivill, 2022); y en los Himalayas y el Hindu Kush, el retroceso glaciar se aceleró 65% desde el 2010 (ICIMOD, 2023).
Esta situación, derivada del calentamiento que experimenta el planeta después de iniciada la Revolución Industrial, tendrá implicaciones negativas en la vida cotidiana de millones de personas, con manifestaciones que apenas estamos empezando a ver y comprender. El incremento en la ocurrencia de desastres en las regiones altoandinas y la alteración de la disponibilidad de agua son de los desafíos que más preocupan a las comunidades de la parte alta de la Cordillera.
El consenso científico es claro respecto a la gravedad del problema en los Andes, tanto por su intensidad como por su rapidez. El calentamiento observado en los Andes peruanos provocó que, en promedio, se perdiera el 22% de los glaciares en los últimos 30 años. Estas pérdidas tienen manifestaciones diferenciadas a lo interno del país: las cordilleras que más glaciares han perdido desde que se iniciaron las mediciones son la Blanca (169), Huayhuash (66) y Central (45); sin embargo, son las de Chila, Chonta y Huanzo las que más han perdido superficie glaciar (Figura 1). Las cordilleras El Barroso y Volcánica ya han perdido sus glaciares por completo (La República, 2022).
En los Andes peruanos, las crisis que pueden derivarse de este proceso tendrían un impacto significativo en la mayoría del país y también afectarían a regiones localizadas a cientos de kilómetros de la Cordillera. Las nieves perpetuas y los glaciares funcionan como reguladores hídricos para ecosistemas y millones de personas que dependen del agua que alimenta los ríos que drenan tanto hacia la Amazonía como hacia el Pacífico. Sin embargo, estimaciones recientes apuntan a una reducción del 6% del agua que alimenta los ríos de la vertiente pacífica, lo que podría recrudecer los problemas de abastecimiento de agua que ya experimentan algunas regiones (CEPLAN, 2023).
En Perú, lo mismo que en otros países andinos, se espera que emergencias asociadas al deshielo y derretimiento de las nieves se vuelvan más frecuentes. La avalancha del Huascarán, en junio de 2023, reflotó el recuerdo de la tragedia de Yungai, de 1970, en donde murieron cerca de 70 mil personas y resultaron heridas casi 160 mil, dejando la ciudad sepultada (Montoro, 2023). De mantenerse las tendencias de derretimiento y deshielo, incrementará la probabilidad de ocurrencia de desprendimientos de hielo, avalanchas, desbordamiento de lagunas glaciares, derrumbes y sequías. Estos eventos, además de ser potencialmente mortales para las comunidades que se localizan cerca de las áreas de deshielo, afectarían infraestructura vital para el desarrollo de estos departamentos altoandinos, como caminos, redes de distribución eléctrica y de telecomunicaciones o sistemas de distribución de agua potable. Similarmente, aumentaría el riesgo de pérdidas en miles de hectáreas dedicadas a actividades agropecuarias, como ha ocurrido en eventos pasados.
Es poco lo que puede hacerse para revertir el deshielo desde la escala territorial local, pero mucho para reducir los potenciales desastres y mejorar las capacidades locales para coexistir con nuevos patrones de riesgo de desastre que están tomando forma. En el contexto del fortalecimiento de su Red Nacional de Alerta Temprana Multiamenaza, Perú ha comenzado a dar pasos pioneros en la gestión de los riesgos asociados a glaciares. Con el apoyo de una cooperación técnica del BID, el Gobierno de Perú ha realizado un estudio de pre-inversión para el establecimiento de un Sistema de Alerta Temprana (SAT) ante peligros de origen glaciar, que podría significar la diferencia entre la vida y la muerte para más de 600.000 peruanos que hoy están expuestos a estos riesgos en docenas de comunidades localizadas en los conos de eyección de las cuencas glaciares de los Andes peruanos.
La implementación de los SAT es uno de los pasos fundamentales para la adaptación de estas poblaciones en riesgo y una necesidad para fortalecer la resiliencia de las actividades económicas. En un contexto de calentamiento global del planeta, la regresión de los glaciares es un camino sin retorno; pero hay muchos caminos a transitar desde la gestión del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático para que estas amenazas emergentes no se traduzcan en tragedias.
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Referencias adicionales:
CEPLAN. 2023. Análisis de proceso de pérdida y retroceso glaciar a nivel nacional y el impacto a nivel regional. Lima: CEPLAN.
Schoolmeester, T., Johansen, K.S., Alfthan, B., Baker, E., Hesping, M. y Verbist, K., 2018. Atlas de Glaciares y Aguas Andinos. El impacto del retroceso de los glaciares sobre los recursos hídricos. París: UNESCO y GRID-Arenda.
Francisco dice
¡Excelente post!