Las buenas prácticas para la acción climática y el desarrollo fueron centrales en las discusiones de la COP26. América Latina y el Caribe ofrece un territorio de un sinfín de soluciones orientadas a promover la adaptación y la mitigación de la que tanto países grandes y pequeños pueden replicar y adaptar de acuerdo a sus necesidades y contextos. Incluir cambio climático en temas de desarrollo ya es prioritario para muchos países que consideran los impactos ambientales en las inversiones de infraestructura y en los sectores más vulnerables.
En este sentido, la OEA y el BID vienen trabajando en conjunto desde hace un par de años para ayudar a los países de la región a aumentar sus ambiciones climáticas, así como proveer una plataforma para facilitar el intercambio de buenas prácticas que sean coherentes y efectivas desde un punto de vista de la sostenibilidad y mitigación al cambio climático.
En el marco de la COP26, ambas organizaciones organizaron un evento que contó con la participación de los ministros de ambiente de Costa Rica, Jamaica, y Uruguay donde se discutieron las buenas prácticas en estrategias climáticas y financieras para reducir las emisiones de carbono de cara al 2050. En este blog resumimos los principales aportes, reflexiones y puntos de encuentro durante este evento que contó con más de 400 participantes de 31 países.
1. Una importante diversidad de soluciones en adaptación y mitigación
Los retos climáticos de cada país son distintos. Frente a esta diversidad de escenarios ambientales, climáticos, políticos, sociales, culturales y económicos, se han impulsado distintas acciones para fomentar buenas prácticas para la adaptación y mitigación al cambio climático así como oportunidades ganar-ganar para el sector público y privado.
Así, se destacan el fomento de iniciativas de gestión de conocimientos para mejorar la comprensión de los escenarios climáticos futuros y fortalecer la gestión del riesgo de desastres, el incremento de las ambiciones climáticas gracias a la formulación de estrategias de largo plazo para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, y la importancia del involucramiento de la ciudadanía y el sector privado en las decisiones de gobernanza climática.
La naturaleza también es clave en la acción climática. Un informe reciente liderado por el BID destaca que las soluciones basadas en la naturaleza (SBN), pueden jugar un papel esencial a la hora de maximizar el impacto del capital invertido en la infraestructura de la región. Los Sectores de Infraestructura y Cambio Climático y Desarrollo Sostenible del BID invirtieron US$813.23 millones en proyectos verdes y verde-gris entre 2015 y 2020, los cuales movilizaron US$436.77 millones adicionales en financiamiento externo, que aseguraron un total de casi US$1,250 millones en financiamiento destinado a proyectos con componentes de SBN.
2. Diálogo e integración regional
El cambio climático es complejo y su gestión requiere una mayor integración entre sectores para enfrentar sus efectos adversos. Frente a ello, la diversidad de buenas prácticas promovidas por los países plantea un escenario de oportunidades para el diálogo regional y la integración de LAC.
El intercambio de experiencias a través de plataformas puede contribuir a que los expertos de cada país cuenten con una base de datos de lecciones aprendidas y recomendaciones que fortalezcan procesos legislativos y de gobernanza, programas y proyectos nacionales y regionales, de adaptación y mitigación en el marco de la acción climática y las NDC.
3. Integralidad e intersectorialidad para la acción climática
Las buenas prácticas contribuyen tanto con la agenda de adaptación como con la de mitigación al cambio climático. Son integrales porque fomentan acciones que generan beneficios múltiples y abordan problemáticas que, aunque son de diversas carteras, guardan relación entre sí.
En este sentido, su diseño, implementación y monitoreo, requiere de procesos intersectoriales en dos niveles: a nivel de instituciones gubernamentales de un mismo país y, en segunda instancia, en un plano de diálogo y coordinación entre distintas convenciones para el desarrollo y el medio ambiente. Esto con el fin de que una buena práctica contribuya con el cumplimiento de metas y compromisos asumidos por los países ante distintos acuerdos multilaterales ambientales.
4. Ciudadanía y enfoques transversales
En América Latina y el Caribe, el cambio climático impacta diariamente en la vida de millones de personas, amenazando su salud, fuentes de trabajo, oportunidades de crecimiento e incluso sus posibilidades de permanencia en sus lugares de origen. Por ello, la adaptación y mitigación al cambio climático requieren de la participación de la población ya que nos involucra a todos Esto requiere la creación de iniciativas que garanticen igualdad de condiciones y oportunidades para mujeres y hombres, teniendo en consideración la diversidad cultural y de género en los países y territorios.
La transición hacia un desarrollo verde y economías de cero emisiones netas abre importantes oportunidades para nuevos mercados laborales, con desafíos que implica reconvertir y redireccionar a los trabajadores hacia esas nuevas oportunidades. Si bien se estima que para 2030 se crearán 15 millones de nuevos empleos en una economía carbono neutral en la región, uno de los retos es asegurar una transición justa y asegurarse de que el cambio sea lo mas equitativo posible y se base en un enfoque participativo.
Promover de manera conjunta objetivos sociales y ambientales debe basarse en un diálogo social, que involucre el sector privado, los sindicatos y los gobiernos para diseñar soluciones sostenibles y resilientes al clima que se ajusten a los objetivos de desarrollo sostenible y sean ampliamente aceptadas por las partes interesadas a nivel local. En este sentido, la educación y la información pública son esenciales para lograr una economía de cero emisiones netas.
5. Innovación técnica y financiera
La formulación de las estrategias de largo plazo requiere de una mayor innovación técnica y financiera en todos los sectores con el objetivo de reducir las emisiones de los GEI. Bajo esta lógica, la innovación en tecnologías y gestión del conocimiento frente a riesgos climáticos, como parte de la agenda de adaptación, también es fundamental.
Es clave continuar el desarrollo de modelos y marcos analíticos cuantitativos para una planificación y toma de decisiones sólidas e informadas frente al cambio climático, tanto a nivel nacional como subnacional. La planificación de políticas debe continuar siendo un círculo participativo basado en modelos y datos que informe de manera objetiva la toma de decisión y la selección de tecnologías que reduzcan emisiones en GEI, así como también, permitan lograr los objetivos planteados en los NDC a corto y mediano plazo y los objetivos globales hacia 2050.
A medida que los gobiernos y el sector privado aumentan sus ambiciones y enfrentan nuevos desafíos del clima es necesario promover la colaboración y la discusión entre actores públicos y privados para proteger y gestionar de manera sostenible los activos naturales, al mismo tiempo que lograr objetivos de desarrollo social y económico.
Otras lecturas:
El empleo en un futuro de cero emisiones netas en América Latina y el Caribe
Cómo llegar a cero emisiones netas: Lecciones de América Latina y el Caribe
Foto: Adobe Stock
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