¿Importa ser hombre o ser mujer en la vejez? A simple vista la respuesta parece obvia: si existe un sustrato social y cultural que genera modos diferenciados de experimentar las distintas facetas de la vida, según si se es hombre o se es mujer, esas diferencias de género seguramente se mantienen en la vejez. Sin embargo, las evidencias indican que este aspecto no sólo es relevante sino sustantivo a la hora de comprender las nuevas dinámicas del envejecimiento en nuestras sociedades. Pero, ¿qué es lo que hace tan preponderante esta diferencia de género?
Varios expertos lo han resumido en una frase sencilla: el fenómeno de la feminización de la vejez. Sin embargo, aunque las mujeres viven más, desafortunadamente lo hacen en peores condiciones económicas y de salud.
En Chile esto debe llamar a la acción ya que muchas de las personas mayores son mujeres, superando el 60% de la población mayor. Esta diferencia está explicada por la mayor esperanza de vida que ellas alcanzan: 82,2 años versus los 77,2 de los hombres. A medida que más aumentan los intervalos de edad, mayor es la brecha y sobre los 85 años, 7 de cada 10 personas son mujeres.
Ella y él
Sin embargo, la diferencia de género va mucho más allá de un tema de distribución de población por sexo. La historia de Lidia y René me hizo pensar en esto. Ella tiene 83 años. Él trabajó siempre como perito del sistema judicial. Ella se dedicó toda su vida a cuidar de su hogar, criar a sus tres hijos y a generar algunos ingresos dedicada a la confección y la costura. Hoy está íntegramente a cargo del cuidado de quien ha sido su marido por 62 años y a la manutención de una hija que luego de incapacitarse laboralmente, regresó a vivir con ellos para ahorrar.
Lidia recibe una pensión asistencial de 135 dólares mensuales. Él recibe una jubilación de 530 dólares al mes. Cuando les pregunté por sus condiciones de salud, ella se tomó 20 minutos en dar cuenta del estado de René. Cuando pregunté por la salud de ella, respondió con solo una frase: “no importa cómo yo estoy, porque lo tengo que cuidar a él”. Él no puede hacer casi nada solo, excepto vestirse y comer. Tampoco puede preparar sus alimentos.
De lo que reciben como ingresos, casi el 30% es gasto de bolsillo por concepto de medicamentos, tratamientos y gastos de traslado cuando acuden a servicios de atención médica. Esta historia seguramente se repite en varios hogares chilenos y de otros países de América Latina y da cuenta de las tres razones por las cuales la feminización de la vejez es un hecho categórico que nos debe alentar a promover una perspectiva de género para mejorar la calidad de vida, el estado de salud y los ingresos de las mujeres mayores.
1. Primero, las condiciones de salud son peores en las mujeres. Según la Encuesta Nacional de Dependencia realizada en Chile, 3 de cada 4 personas mayores tiene al menos una enfermedad crónica y un quinto tiene dos. En las mujeres esta prevalencia es superior: el 33% de los hombres no tiene ninguna de las enfermedades crónicas estudiadas, cifra que disminuye al 20% en el caso de las mujeres. Por su parte, la prevalencia de diabetes, hipertensión, depresión y enfermedad pulmonar obstructiva crónica también es mayor en mujeres.
La situación no es muy diferente si se analiza desde el punto de vista de la dependencia ya que dos de cada tres mayores en esta condición son mujeres. Entre los 60 y 64 años de edad, el 11.5% de las personas presenta algún grado de dependencia. A partir de los 70 ese valor aumenta a 20% pero para el grupo de los hombres es menos de 17% y en las mujeres es del 22%. A partir de los 80 años – etapa conocida como la cuarta edad -, la dependencia en las mujeres se dispara a 57% mientras que en los hombres se mantiene en torno al 45%. Y a partir de los 85 la brecha se vuelve más acentuada: para los hombres es de 56% mientras que en las mujeres es prácticamente de 70%.
2. Segundo, las mujeres mayores tienden a presentar una condición más desventajada en los ingresos. Como se sabe, la permanencia en el empleo por un tiempo prolongado, tiene impactos positivos en la seguridad económica de las personas mayores. Como las mujeres tienden a tener un historial más breve de trabajo formal remunerado, perciben menos ingresos. Según la misma encuesta de dependencia en mayores, el 14% de las mujeres mayores tiene un ingreso superior a USD$360, porcentaje que en los hombres aumenta al 30%. Por otro lado, las cifras muestran que el ingreso autónomo de un hogar donde uno de sus integrantes no trabaja por tener que cuidar a un adulto mayor, disminuye en un 30%. En Chile, un 45% de las mujeres que cuidan a un adulto mayor en sus casas no trabaja de forma remunerada.
3. Tercero, la posición que las mujeres mayores ocupan en sus hogares las hace doblemente vulnerables. La distribución de la carga de cuidados en el hogar es por lejos muy inequitativa ya que muchas de estas mujeres, además de proveer cuidados a otros mayores dependientes, continúan ejerciendo otros roles y, en muchos casos, presentando ellas mismas condiciones que ameritan algún cuidado.
Además, las personas mayores son en gran proporción jefes de hogar y debido a la mayor supervivencia de las mujeres, la prevalencia de jefatura femenina es más alta entre las personas de más edad: como lo muestra el citado estudio, de las mujeres entre 60 y 64 años, el 44% son jefas de hogar; en cambio, aquellas mujeres jefas de hogar de 85 años o más, representan el 70%. Por último, de los cuidadores principales de las personas mayores con dependencia, el 85,6% son mujeres.
Por estas razones, es impensable diseñar políticas de atención a la dependencia sin hacer consideraciones explícitas de género, tanto desde el punto de vista de las condiciones y necesidades de las personas que necesitan cuidados, como desde la perspectiva de los cuidadores y principalmente, las cuidadoras familiares. Hasta aquí, los sistemas parecen estar respondiendo mejor a las necesidades de René y, lo que ellos no cubren, Lidia lo resuelve. La pregunta es qué necesita Lidia para cuidar mejor y, más importante aún, ¿quién cuida de ella?
Para conocer más sobre la situación de la dependencia en la población mayor en Chile, te invito a revisar el estudio accesible en este enlace.
¿Puedes darnos ejemplos de leyes con consideraciones de género para los adultos mayores en tu país o comunidad? Comparte en la sección de comentarios,
Alaide González dice
Felicitaciones Patricia Jara porque ha abordado muy bien el tema. Estás cifras sobre las mujeres de la tercera edad en Chile reflejan la realidad de América Latina. Definitivamente, en las raíces de la sociedad se generan las diferencias de género que ponen a las mujeres en desventaja.
Habrá que seguir haciendo esfuerzos en diferentes niveles y aspectos. Desde la educación pre-escolar hasta cada sector de la vida económica. Los resultados no serán inmediatos, pero seguramente la siguiente generación será más justa.
Ivanna Moreira dice
Se presentan datos muy interesantes de Chile, seguramente algún parecido habrá en los países de la región. En el caso de Bolivia difícilmente podríamos comparar con las prestaciones de salud ni con los servicios en general para los adultos mayores. Menos aún se podría hablar de consideraciones de género en las leyes. Aquí ni siquiera se habla todavía de la dependencia ni de los derechos de las personas que están en esa situación (y si los hubiere pues no se los conoce); esa realidad todavía se encuentra invisibilizada lamentablemente. Sería muy interesante e importante poder acceder a datos como los expuestos para Bolivia.
jair dice
Qué calidad de información y totalmente de acuerdo con este tema ya que en esta sociedad todavía hay muchas desventajas para la mujeres ya que ellas le toca muy duro y más si caen donde no tienen que caer y así desgastan su vida. Más una educación moral es lo que hace falta, pero eso ya no se ve en las instituciones educativas
coco vele dice
Honestamente, pense que este tema en Chile era del pasado, por que tengo entendido que la Educacion Universitaria es amplia, o fui mal informado.gracias
Milagritos Abad Quiroga dice
Aqui en el Peru el estado no se preocupa por darle una pension digna a los jubilados, hay muchos mendigos. pienso que los politicos deben hacer leyes en favor de las personas de la tercera edad
Juraci Vieira Gutierres dice
Bom e oportuno artigo. Diria que a situação não é diferente mesmo em alguns países fora da América Latina e Caribe.
Entretanto, a educação para o envelhecimento é urgente. Precisamos aprender a envelhecer, aprendizado que envolva crianças, adolescentes, jovens, adultos, famílias, escolas e Universidades. Desencadear um processo de construção de novos valores e construção de um novo Paradigma do envelhecimento.
Há dois anos optei por um “ativismo’ com esse objetivo através do Blog Viva a Velhice. Para ter relativa certeza da qualidade dos artigos publicados optei por fazer um curso de Especialização em Gerontologia.Tenho 74 anos.
Um exemplo de conteúdo do Blog e de um rápido panorama brasileiro pode ser visto em http://www.vivaavelhice.com.br/2018/01/ministerio-da-solidao.html
Alejandra Mandujano dice
Muy de acuerdo con aprender a envejecer, una preparación para los jóvenes que observamos el ejemplo de los más mayores y cómo aceptan o rechazan oportunidades para darse a sí mismos, sus consejos y aprendizajes, para los que nos dirigimos hacia esa edad. Esa también es una opción para quienes están aún en las posibilidades de hacerlo.
Luis dice
Para k keremos saver ezo jaja salu2
rescatar plan de pensiones dice
Un artículo muy interesante y digno de leer. Excelente contenido y muy bien explicado, gracias por compartirlo