Hace unos años escribí un artículo sobre los beneficios de ser madre después de los 40. Durante el embarazo experimenté fuertes cambios y malestares, pero quedaron en segundo plano por la gran ilusión de la llegada de mi hijo. Lo que no esperaba era que, años más tarde, viviría nuevamente intensos cambios, pero con la diferencia de que, en lugar de durar nueve meses, pueden durar más de nueve años, contando el período previo: la perimenopausia.
Era justo mitad de la pandemia, y un día mi esposo me dijo: “¿Qué te pasa? No te reconozco, todo te molesta, explotas por cualquier cosa, ¿dónde están tu alegría y buen humor?” Y entonces me dije: “La verdad es que yo tampoco me reconozco. Me siento agotada, malhumorada, lloro por nada (hasta viendo una película de dibujos animados), tengo insomnio, calores repentinos, y, si me como un postre en la cena, subo dos libras al día siguiente”.
Decisiones basadas en datos
Tenía que hacer algo y empecé mi búsqueda con el “doctor” Google y compré un libro en Amazon titulado Before the Change (Antes del cambio). El primer capítulo se titulaba: “¡No, no estás loca! Estás en la perimenopausia”. También me di cuenta de que no estaba sola en este barco: cerca del 85% de las personas en esta etapa de la vida experimenta síntomas.
El segundo paso fue ir a mi ginecóloga, quien me recetó, como era de esperarse, terapia hormonal. Pero me preocupaban los potenciales riesgos. Mi hermana tuvo cáncer de mama a los 38 y lo pudo superar; en cambio, a mi papá, un agresivo cáncer de colon nos lo arrebató hace seis años en menos de dos meses, y aún nos duele mucho su ausencia. Esto me impedía seguir la recomendación médica, al menos, sin una investigación profunda para tomar una decisión basada en la evidencia.
Resulta que los hallazgos del principal estudio sobre el tema –Women Health Initiative (WHI), realizado en Estados Unidos a lo largo de 15 años–, que fueron publicados en 2002, indicaban que el tratamiento con hormonas aumentaba los riesgos de cáncer de mama, coágulos y enfermedades cardíacas, entre otros efectos secundarios. Este estudio tuvo una enorme influencia en la percepción de riesgo de las hormonas y en las recomendaciones médicas por dos décadas. Posteriormente, se llevaron adelante otros estudios, de mucha menor escala y menos conocidos, que argumentan lo contrario, y que defienden los beneficios de las terapias hormonales.
En todo caso, hay mucha desinformación y confusión. De hecho, hace poco, el New York Times publicó el artículo Women Have Been Misled About Menopause (Las mujeres han sido engañadas sobre la menopausia), donde se pone de relieve que uno de los errores de diseño del famoso estudio WHI fue la subrepresentación de las mujeres de alrededor de 50 años. Es más: uno de los investigadores ha hecho nuevos cálculos y confirma que los riesgos se reducen mucho si se aplica el tratamiento a personas menores de 60.
De todas formas, yo llevo cerca de un año y medio buscando opciones naturales para superar estos síntomas, leyendo decenas de artículos, consultando médicos con enfoque integral, y descubrí que hay alimentos, suplementos, raíces, que –junto con el ejercicio– ayudan a salir adelante, y ¡a mí me han funcionado! Me siento mucho mejor. También hay hormonas naturales (o bioidénticas) e incluso terapias de piso pélvico que están brindando apoyo a miles de personas. Contar con la guía de un profesional es esencial, ya que cada uno vive este proceso de una manera distinta. Además, hay al menos 30 síntomas diferentes. ¡Imagínense!
Superar el estigma en el lugar del trabajo nos beneficia a todos
A la desinformación, se suman el estigma y la vergüenza de hablar sobre cómo nos sentimos, sobre todo en el trabajo. Incluso con mis amigas muy cercanas, hablamos bajito para que nadie nos escuche.
Para 2025, más de 1.000 millones de mujeres en el mundo y 37 millones en América Latina y el Caribe estarán atravesando la menopausia, y más del 70% llega a esta etapa sin información suficiente para evitar que esto impacte negativamente en sus vidas.
Una encuesta aplicada a 1.000 mujeres en Estados Unidos encontró lo siguiente:
- Un 40% de mujeres se ha ausentado del trabajo debido a los síntomas de la perimenopausia o la menopausia y un 59% de las que se tomaron un tiempo libre lo hizo ocultando el motivo de su ausencia.
- Una de cada cinco mujeres ha considerado dejar su trabajo o jubilarse anticipadamente debido a la falta de apoyo durante los años de la menopausia.
- Un 18% no ha buscado un ascenso debido a los síntomas.
Un estudio pionero de 2019 realizado en Reino Unido encontró que 900.000 mujeres en la menopausia dejaron sus empleos. El éxodo silencioso es una enorme pérdida para el individuo y los empleadores. Se estima que el costo de reemplazar a un empleado oscila entre uno y medio y el doble del salario anual que tuviese esa persona, lo cual, sin duda, impacta en el negocio.
La ironía es que quienes tienen entre 45 y 55 años, que conforman el grueso del grupo que atraviesa estas fases, están en el pico de su carrera y con mayores responsabilidades. Cuentan con experiencia, sabiduría y madurez profesional para aportar mucho y compartir con los equipos más jóvenes. Además, ya no tienen necesidad de probar lo que saben y menos aún temor de decir lo que realmente piensan.
Ahora bien: se requieren empleadores y líderes empáticos que sintonicen con las necesidades de este grupo y apalanquen los talentos que ofrece una fuerza laboral diversa en el sentido más amplio. Desarrollar una cultura de trabajo inclusiva de la menopausia empieza por crear espacios para conversar abiertamente, haciendo visibles los estigmas y de esta forma poder tomar acción. Y, por supuesto, la forma en que se habla al respecto es igualmente importante. Ello implica ir más allá de los síntomas y enfocarse en el valor que las personas en menopausia o perimenopausia traen a la mesa.
Por suerte, esto ya está ocurriendo. De hecho, me animé a escribir este blog cuando supe que BID Lab junto con el BID estaban organizando un evento para hablar de la menopausia en alianza con la organización No Pausa, en el marco del Día Internacional de la Mujer. No se pierdan esta interesante charla, el próximo 7 de marzo a las 11 a. m. hora de Washington D. C., titulada “¿Cómo ser más inclusivos con talento femenino 40+?”.
En conclusión, que termine el período no significa que se deban acabar las aspiraciones profesionales o personales. Al contrario: hay que abrazar el cambio, y ver la menopausia como una etapa de transición que nos obliga a un mayor autoconocimiento y nos prepara para florecer en todo sentido con la esperanza de que lo mejor está por llegar. Hay que vivirla con autenticidad, positivismo y generosidad. Como dice la poetisa nicaragüense, Gioconda Belli: “Es la época donde una se pertenece a sí misma y puede alcanzar la plenitud. Ésta es tu hora de ser más mujer”.
Giovanny salvador dice
muy buena información, te felicito
Alejandra Apesteguia dice
Excelente artículo, si más ginecooogis se dedicaran junto a endocrinologos a esta etapa de la vida, no solo tendrian muchos pacientes, tambien se mejoraria la calidad de vida, disminuyendo lis costos del sistema sanitario