La crisis del COVID-19 no tiene precedentes en la historia reciente. Sin precedentes porque es, verdaderamente, una crisis mundial, y sin precedentes porque combina una crisis sanitaria con una crisis económica. Ante esta situación, todos los gobiernos del mundo, incluidos los de América Latina y el Caribe (ALC), están buscando soluciones, en medio de la incertidumbre y la nueva evidencia que se genera día a día acerca del virus. ¿Qué se les puede recomendar?
Una publicación reciente del BID, “La política pública frente al Covid-19: Recomendaciones para América Latina y el Caribe”, analiza algunas opciones de política pública para los países de ALC y busca proveer insumos de discusión para los gobiernos de la región.
El punto de partida para cualquier análisis de la pandemia es claro: el virus es altamente contagioso y, en ausencia de intervenciones para controlarlo, los sistemas de salud en la región se verían totalmente desbordados y se darían aumentos dramáticos en el número de muertes[1]. La figura 1 muestra que, a la fecha, la tasa de incidencia en ALC se encuentran en una trayectoria similar a la de países como Italia, con algunas semanas de rezago. Las terribles imágenes desde el norte de Italia, o desde Guayaquil, ampliamente recogidas en la prensa, son un preludio de lo que podría suceder en toda la región si no se controla el progreso de la infección.
Figura 1. Número de casos Covid-19 reportados
La manera más efectiva de controlar una rápida propagación del virus es limitar el movimiento y el contacto entre las personas. Por esta razón, correctamente, muchos países dentro y fuera de la región han implementado un confinamiento estricto y universal de la población. No hay duda: esto ha evitado un gran número de muertes.
Sin embargo, el confinamiento universal sólo se puede mantener por un tiempo muy limitado porque los costos económicos son enormes. Por ello, es indispensable pensar en la estrategia de transición de un confinamiento universal a uno focalizado. En un confinamiento focalizado, la mayoría de la población podría salir de sus hogares a trabajar, manteniendo medidas protectoras como el distanciamiento social y el uso de mascarillas. Las personas infectadas con el virus, así como, por un plazo preestablecido, sus contactos, estarían confinados para evitar que transmitan la enfermedad a otros.
¿Qué se necesita para poder pasar de un confinamiento universal a uno focalizado? En esencia, dos cosas: aumentar la capacidad de detección de pacientes infectados del virus y sus contactos, y mejorar la capacidad de respuesta del sistema sanitario.
Para evitar una transmisión descontrolada del virus en un escenario de confinamiento focalizado, los gobiernos de la región deben incrementar dramáticamente su capacidad de hacer pruebas moleculares (denominadas pruebas RT-PCR),[2] a bajo costo para la población. Esto haría posible la detección de pacientes asintomáticos y la identificación de clústers y cadenas de contacto. Asimismo, es necesario dar seguimiento sistemático a los contactos de los pacientes infectados con el uso de datos electrónicos sobre su movimiento, rastreo de síntomas, y con equipos numerosos de personas que puedan llevar a cabo el seguimiento persona a persona. Finalmente, hay que asegurar el cumplimiento del confinamiento para casos positivos y personas en contacto con ellos, así como para personas que vienen del extranjero.
Para mejorar la capacidad de respuesta del sistema de salud, se deben posponer todas las cirugías que no son de emergencia, convertir espacios para uso hospitalario y dotarlos con el equipamiento apropiado, suspender las normas que impiden que médicos y enfermeras en retiro o de otros países se sumen al personal del sector salud durante la crisis, y ajustar las normas de adquisiciones públicas y sanitarias para que nuevos productores, inclusive de otros países, sean eligibles para las adquisiciones públicas de material sanitario.
De la mano de la crisis sanitaria que está azotando a los países de la región, se está gestando lo que seguramente será una profunda crisis económica. Esta se da por varios motivos—el freno de la actividad económica asociada con el confinamiento, y la transmisión de la crisis en otros países, como China, EEUU y los países de la Unión Europea, a las economías de ALC. Esta crisis requerirá de intervenciones rápidas para proveer un piso de consumo mínimo a los hogares más vulnerables, y para intentar prevenir las quiebras de empresas y el despido masivo de trabajadores.
Más allá de las muertes directamente causadas por el virus, se verán con seguridad muchas otras muertes—por ejemplo, de personas que sufren de un ataque cardiaco y que no pueden ser atendidas en un hospital porque estos ya están sobrecargados. También es probable que se dé un incremento en la mortalidad infantil. En una reciente intervención, el Secretario General de la ONU, António Guterres, se refirió a la posibilidad de que cientos de miles de niños morirían por los efectos de la crisis económica. Para ello, se refirió a las estimaciones que uno de nosotros hizo, con dos coautores, sobre los efectos de la crisis financiera del 2008/09, y que seguramente son conservadores en el contexto actual.
Finalmente, el informe resalta la gran heterogeneidad que hay entre los países de la región. Esto es evidente tanto en su capacidad de movilizar recursos financieros como en la capacidad de los sistemas de salud. En el ámbito financiero, países como Chile, Panamá y Perú, por sus bajos niveles de endeudamiento, tienen acceso a los mercados internacionales de capital, mientras que otros, como Argentina, Costa Rica y Ecuador, no tienen esta opción. Por ello, algunos países contarán con muchos más recursos que otros para manejar la crisis económica.
Existe también una gran variabilidad entre países en la capacidad de respuesta del sistema sanitario. Las cifras son reveladoras. En países como Argentina y Uruguay, hay 4 médicos por 1.000 habitantes, un valor muy similar al que se observa en países como España e Italia, pero en Bolivia y Guyana el número de médicos es menor a 1 por 1.000 habitantes. Perú actualmente tiene 1.993 camas de UCI, que equivale a 5,8 por 100.000 habitantes, mientras que Honduras tiene 37 camas de UCI, que equivale a 0,4 por 100.000 habitantes. En Italia, con 12,5 camas de UCI por 100.000 habitantes, en algunas zonas particularmente afectadas, el sistema sanitario no pudo responder al número de casos críticos que tuvo que atender.
En resumen, aunque las prioridades de política pública son claras, todas deberán adaptarse a los casos particulares de cada país. Es una situación sin precedentes, y todos deberemos aprender sobre la marcha. Es importante por tanto ser pragmático y flexible, y asegurar que lo perfecto no se vuelva el enemigo de lo bueno. Y en todo ello, es indispensable que los gobiernos sean fuentes confiables de información para sus ciudadanos—sobre los riesgos, las medidas que se están tomando, e inclusive sobre lo que aún no se sabe. Solo así se evitará la confusión y el pánico, y se logrará la solidaridad para que todos trabajemos juntos para afrontar los retos que se vienen.
[1] Un modelo epidemiológico elaborado por el Imperial College London, ampliamente citado, estima que, en ausencia de medidas para controlar la tasa de infección, en ALC se darían 3,2 millones de muertes por los efectos directos del Covid-19.
[2] Las siglas se refieren al nombre de la prueba en inglés (real-time reverse transcription polymerase chain reaction test).
Dr. Jose Luis Alfaro E dice
Esta bien lo que se indica , son generalidades que deben ser analizadas en cada uno de los países y en cada uno de ellos en regiones, municipios etc.. Variable importante son el tema rural, la pobreza, la población indígena y originaria..
También habrá que resaltar es el tema de muchos subsectores que tienen los sistemas de salud,( Instituciones publicas, privadas. ONGs, de la policía, del ejercito y de, los multiples seguiros que existen) si estos valiosos recursos no trabajan en forma unitaria, con sus particularidades, no vamos a tener buenos resultados en Latinoamérica.
Y que pasara con la vulneración e los Derechos sexuales y derechos reproductivos ??
Felicidades
Nilda Lucila Aguayo dice
En esta pandemia que afecta al mundo y especialmente ALC se ha desnudado la falta de políticas públicas aplicadas para los adultos mayores.
Desde los geriátricos o residencias para AM hasta los sectores y estamentos que deberían ocuparse de los mismos.
Las obras sociales deben realizar cambios radicales con respecto a la atención de los AM, burocratizados y despersonalizado toda vez que requieren un trámite para realizar alguna prestación médica, ya sea simple o compleja.
Coincido en que se tiene que realizar un cambio de paradigma para poner en práctica un modelo más humano, centrado en todo lo que implica la calidad de vida de las personas.
Argentina para evitar la propagación del virus llevo a la reclusión sin contacto con otras personas, sin tener una dimensión de que al no permitir el desplazamiento muchos AM se han quedado solos en sus domicilios, sin comida, sin medicamentos y sin quien los pueda cuidar.
Además se han postergado estudios, cirugías, pedidos y entregas de elementos de fisiatría, la capacidad de internación se reservó para los contagiados por el virus, quedando al descubierto que el sistema de salud es muy débil, sin infraestructura, sin equipamiento y sin profesionales capacitados para esta contingencia.
Sin lugar a dudas que la emergencia sanitaria afectará profundamente la actividad económica, pero también cierto que los más perjudicados otra vez son los AM, ya que con sus escasos y magros sueldos no podrán afrontar gastos para una alimentación sana que contemple lo que cada uno necesita de acuerdo a sus dolencias.
Las políticas públicas no son claras, no puedo ser optimista a la luz de lo que acontece en mi país, y los ciudadanos teniendo voluntad para colaborar con las medidas que se están tomando, no avizoran un panorama alentador que incluya políticas públicas que beneficie el cuidado del AM.