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Por Gastón Gertner, Julia Johannsen y Sebastián Martinez.
Paula Quispe levanta la mochila con los materiales lúdicos y educativos y se alista para salir a las calles de la ciudad de El Alto en Bolivia. Ella forma parte del equipo de facilitadores en la segunda fase de un proyecto de consejería nutricional a hogares de un distrito peri-urbano de la ciudad. Temprano en la mañana se siente el frío y la altura aún más y le espera un día largo con caminatas a casas donde las familias de la cultura aymará esperan para recibir el acompañamiento y consejería relacionados a la nutrición de sus hijos pequeños.
Estas visitas domiciliarias siguen un protocolo rediseñado con nuevos contenidos, mensajes y métodos de enseñanza. El rediseño fue una respuesta a la evaluación de impacto de la primera fase del proyecto. El estudio encontró efectos positivos significativos en la transferencia de conocimiento y prácticas de nutrición y salud infantil. Sin embargo, no se encontraron efectos deseados en la reducción de la desnutrición crónica aunque sí un aumento no deseado en la prevalencia de sobrepeso en los niños menores atendidos.
¿En qué consiste el rediseño del proyecto?
De acuerdo con estos resultados, el proyecto ahora sigue un objetivo más amplio en cuanto a prevención de desnutrición crónica, anemia, sobrepeso y obesidad en niños de 0 a 2 años en zonas de alta concentración de pobreza. Siguiendo las lecciones aprendidas de la primera fase que resumimos en un blog post anterior, los cambios en el diseño de las visitas domiciliarias son:
- la inclusión de mensajes explícitos a favor del remplazo de nutrientes no deseados (grasas y azucares, etc.) por deseados (verduras, proteína de origen animal, etc.), para evitar un aumento de la cantidad total de calorías consumidas por los niños;
- la eliminación de la medición de talla y peso de los niños durante las visitas domiciliarias y, en su lugar, la incorporación de la capacitación del personal de salud en los centros sanitarios para mejorar la calidad del monitoreo durante las visitas preventivas de salud que cada niño debe realizar; y
- una estrategia innovadora de consejería centrada menos en el qué sino en el cómo de la transmisión de mensajes para que los aprendizajes lleguen al seno de la familia y se transformen, en mayor grado, en cambios deseados del comportamiento en el hogar entorno a la nutrición y alimentación infantil (ver galería de imágenes al final del artículo).
La estrategia de consejería tiene como base un enfoque de Comunicación para el Cambio Social y parte de la idea es que “el cambio social no está motivado únicamente por factores económicos, sino por la cultura y la identidad”. Adaptando el contenido y los materiales al contexto sociocultural de la población aymará urbana en El Alto, la intervención utiliza metodologías lúdicas de edu-entretenimiento como títeres, poemas, canciones y juegos con figuras y símbolos para transmitir los contenidos de nutrición infantil, higiene y salud diseñados para cada grupo de edad de los participantes, formulados a partir de los hallazgos de una investigación cualitativa y participativa realizada en el lugar de la intervención.
Para poder evaluar los impactos de esta segunda fase del proyecto se diseñó una estudio experimental aleatorizado con un grupo de intervención y un grupo control (RCT por sus siglas en inglés). Como parte de este esfuerzo, se implementó una encuesta de línea de base a 2000 hogares en el año 2014 para conocer la situación de la población previa al proyecto y comprobar que los hogares de los grupos de tratamiento y control fuesen similares antes de la intervención.
¿Qué nos dice la línea de base sobre las características de los niños y sus hogares en El Alto?
La edad promedio de los niños es de 5 meses y medio al inicio del programa. La prevalencia de la desnutrición crónica es del 21% y de la desnutrición aguda del 2%. El 3% de los niños tiene sobrepeso y el 1% es obeso. Con respecto a la cobertura de atención en salud, el 89% de los niños están registrados en el seguro público gratuito (SUMI) y el 8% en algún seguro social privado.
Asimismo, el informe de línea de base presenta de manera detallada el conocimiento y las prácticas de alimentación infantil de los hogares, desde la lactancia materna hasta la frecuencia y composición de la alimentación complementaria, los beneficios de ciertos alimentos y micro nutrientes particulares y las prácticas de salud.
En promedio, las familias están formadas por entre 5 y 6 miembros, con un hombre que es jefe del hogar casado o viviendo en concubinato que tiene 32 años, sabe leer, cuenta con 10 años de educación y se auto-identifica como indígena (84%). El 41% de ellos solo alcanzó el nivel educativo de primaria incompleta. Las madres tienen características similares pero son menores en edad por 5 años y tienen indicadores ligeramente más bajos de educación. En general, la madre biológica es la cuidadora principal de los niños en el hogar. Una observación interesante es que solo el 72% de las madres considera que su niño es indígena.
El 73% de los hogares vive en cuartos o habitaciones sueltas y el 24% en casas, en su mayoría hechas de ladrillo, con techos de calamina y pisos de cemento. En promedio, las viviendas tienen solo una o dos habitaciones. Todos usan energía eléctrica para alumbrar y gas para cocinar, en su mayoría por garrafa. El 81% de los hogares cuenta con acceso a agua a través de la red pública, el 12% usa pilas públicas y el 5% declara tener acceso a través de su vecino. El 85% de los hogares evacua las aguas sucias de la cocina directo a la calle. El 85% tiene baño o letrina (a veces compartidas) fuera de la vivienda, cuyos residuos generalmente van a un pozo ciego. Solo un cuarto de los baños cuenta con lavamanos o inodoro.
Como es de esperarse con una evaluación experimental, los análisis no muestran diferencias significativas entre las características de los hogares en el grupo de tratamiento y el de control.
Es evidente que a Paula y sus colegas les espera un reto importante de apoyo a los hogares hacia los cambios deseados de comportamiento para asegurar un desarrollo físico adecuado de estos niños. Armada con su teatro de títeres, figuritas de riñones y vísceras y una buena porción de motivación, ella inicia su caminata a la primera casa del día para ganar la confianza de la familia e iniciar el acompañamiento. En unos meses más esperamos contar con los datos de la encuesta de evaluación que nos informará acerca de los resultados del rediseño del proyecto.
El estudio de línea de base de este proyecto está disponible en este link “Situación de salud, nutrición y saneamiento entre los niños menores de 12 meses en el Distrito 8 de El Alto: Resultados de encuesta de línea base del Programa de Mejoramiento Nutricional en El Alto, Bolivia fase II”. Descárgalo gratis y cuéntanos en la sección de comentarios o en Twitter @BIDgente cómo puedes usarlo para mejorar tu comunidad o tu trabajo.
Gastón Gertner es consultor en la oficina de Planificación Estratégica y Efectividad en el Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo.
Julia Johannsen es especialista sénior en protección social en las oficinas del Banco Interamericano de Desarrollo en Ecuador.
Sebastián Martínez es economista principal en la oficina de Planificación Estratégica y Efectividad en el Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][mk_gallery images=”6732,6731,6729″ collection_title=”Imágenes: Consejo de Salud Rural Andino”][/vc_column][/vc_row]
Jaime Lagunez dice
Magnifico!!!