Para el año 2050, se estima que la mayoría de los países de América Latina y el Caribe experimentarán tasas de crecimiento del gasto en salud per cápita superiores al crecimiento de sus ingresos nacionales. De acuerdo con un estudio reciente financiado por el BID, el gasto en salud per cápita en la región podría casi triplicarse para 2050, con tasas anuales superiores al 3% entre 2030 y 2050. En República Dominicana, por ejemplo, se proyecta un aumento del gasto corriente en salud per cápita del 447%, en Panamá del 373%, en Trinidad y Tobago del 257% y en Colombia del 187%.
El crecimiento del gasto en salud de la región es necesario, pues continúa siendo inferior al promedio de los países de la OCDE (6.9% vs 8.5% del PIB) y responde a las presiones ineludibles de la transición demográfica y epidemiológica, así como la entrada al mercado de nuevas tecnologías en salud que prolongan una vida con calidad.
Sin embargo, el sector se ve enfrentado a redundancias, desperdicio de recursos e ineficiencias que, a fin de cuentas, consumen precisamente esos recursos escasos que necesitamos para generar más salud.
Es por esto que resulta fundamental promover estrategias para el uso eficiente de los recursos. Esto cobra mayor relevancia en nuestra región si se considera que:
- El crecimiento económico de la región es bajo en comparación con otras economías emergentes, la deuda pública sigue en aumento (63% del PIB en 2024, frente al 59% en 2019) y la inflación permanece por encima de los niveles prepandemia.
- Hasta una quinta parte del gasto en salud se considera desperdicio* y podría utilizarse mejor.
- Los países suelen evaluar nuevas tecnologías en salud (por ejemplo, nuevos medicamentos para cáncer o enfermedades raras), pero muy pocos revisan las existentes para determinar si deberían continuar financiándose.
¿Qué significa desinvertir en salud?
La desinversión en salud se refiere a reducir o eliminar el financiamiento de tecnologías, usos de tecnologías o prácticas que generan poco o ningún beneficio en salud, o que incluso pueden causar daño por su sobreutilización o riesgos asociados. Este proceso libera recursos para reinvertir en intervenciones esenciales y altamente costo-efectivas. No significa gastar menos, sino gastar mejor.
El proceso de desinversión suele contemplar fases que van desde la identificación y priorización de las tecnologías candidatas a desinversión, hasta la implementación, el monitoreo y la reinversión de los recursos liberados.
Hasta ahora, la mayoría de los marcos conceptuales o metodológicos se han desarrollado para países de ingresos altos, con aplicabilidad limitada en países de ingresos bajos y medios debido a restricciones de datos, recursos humanos y financieros, y diferencias contextuales en los sistemas de salud, como sus mecanismos de gobernanza.
Un marco para guiar decisiones de desinversión en países de la región
Con el fin de ofrecer una herramienta práctica para América Latina y el Caribe, en el BID desarrollamos un marco conceptual y metodológico para guiar decisiones de desinversión en la región (próximo a ser publicado). Este marco combina la literatura existente con el uso de bases de datos de registros administrativos, entrevistas y encuestas a expertos locales para identificar las tecnologías candidatas a desinversión.
También realizamos una prueba de concepto para calcular la magnitud del desperdicio y demostrar opciones factibles de reinversión, altamente costo-efectivas, que redunden en impactos positivos en la prestación de servicios esenciales y la calidad de vida de las poblaciones. Esto último es lo que conocemos como cálculo de costo de oportunidad: las ganancias en salud que se dejan de percibir al dedicar recursos a usos de tecnologías que se consideran desperdicio, en lugar de invertirlos en servicios o tecnologías que son esenciales o altamente costo-efectivos.
Este enfoque de desinversión se centra exclusivamente en el desperdicio, lo que lo hace políticamente más viable, al evitar las tensiones que se generan cuando se desinvierte en tecnologías o usos de estas que puedan beneficiar a algunos pacientes.
Estudios de caso: Colombia y República Dominicana
Aplicamos este marco en dos países como prueba de concepto, identificando seis usos de tecnologías en salud candidatos a desinversión. Los resultados sugieren que los ahorros potenciales no son menores:

- En Colombia, encontramos que hasta 24% de las radiografías de tórax prequirúrgicas y 22% de las cesáreas sin indicación obstétrica podrían considerarse desperdicio. Este desperdicio podría traducirse en ahorros anuales de entre USD 1.4 y 9.5 millones por uso de tecnología en salud analizado, suficientes para financiar más de 9,000 controles prenatales adicionales, reduciendo en 6.4 puntos porcentuales la brecha de cobertura actual en el país.
- En República Dominicana, encontramos que hasta 96% de las mamografías en mujeres menores de 50 años y 54% de las radiografías de tórax prequirúrgicas podrían considerarse innecesarias. Los ahorros potenciales representan 0,5% del gasto total en salud del país, recursos que podrían destinarse a cerrar la brecha en la detección temprana del cáncer de cuello uterino en hasta dos puntos porcentuales, solo eliminando el desperdicio en un uso de una sola tecnología
Estos resultados reflejan apenas el inicio: el potencial es mucho mayor si se consideran todas las tecnologías con alta probabilidad de generar desperdicio en los sistemas de salud.
¡Conoce más al respecto!
Este trabajo abre una nueva oportunidad para fortalecer la eficiencia del gasto en salud en la región. Te invitamos a profundizar en el tema a través del video de nuestro último webinar. Próximamente estaremos publicando también los estudios completos.
Nota: Este estudio sobre desinversión en salud fue desarrollado por Andrés Vecino, Ramón Abel Castaño, Carolina Moreno, Ginna Paola Saavedra, Ursula Giedion y Pamela Góngora-Salazar.
*El desperdicio en salud se refiere al gasto en servicios clínicos, operativos o administrativos que no aportan beneficios a los pacientes —por ser innecesarios, ineficientes o sustituibles por alternativas de igual valor— y que podrían evitarse sin afectar los resultados sanitarios.
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