La población en América Latina está envejeciendo a un ritmo acelerado. Para el 2020 se estimaba que 13 de cada 100 personas son adultos mayores de 60 años en la región. Para el año 2050, se estima que, en países como Brasil, Colombia y Costa Rica, las personas mayores de 60 años representarán más del 30% de la población total. La transición demográfica que está experimentando la región trae consigo varios desafíos para los países, entre ellos poder atender la creciente demanda por servicios de cuidado y apoyo que requiere esta población.
El envejecimiento, junto con otros factores, está asociado con una pérdida gradual de la capacidad que tienen las personas de poder satisfacer de manera independiente sus necesidades, tomar decisiones, aprender, relacionarse con los demás y realizar diferentes actividades de la vida diaria. Ante esta situación las personas requieren diferentes tipos de cuidado y apoyo para que puedan continuar su vida y ejercer sus derechos fundamentales. El envejecimiento y la pérdida de funcionalidad son procesos complejos que representan desafíos sobre la mejor forma de brindar servicios y apoyos adecuados para las personas mayores en situación de dependencia.
Los baremos como instrumentos de evaluación
En países de Europa, Asia y América Latina, se han implementado los baremos de funcionalidad y dependencia de cuidados. Se trata de instrumentos estandarizados que buscan evaluar y clasificar el nivel de dependencia de una persona a partir de edad, sus dificultades para realizar actividades de la vida diaria y la necesidad de ayuda o apoyos que necesita de otras personas. Por ejemplo, a través de los baremos se indaga sobre las dificultades que las personas pueden tener para comer, movilizarse, vestirse, realizar tareas domésticas, entre otras.
Adicionalmente, los baremos son herramientas muy útiles para el desarrollo de los sistemas o las redes de cuidado en la medida en que permiten identificar a los potenciales beneficiarios de los servicios de cuidado, así como el tipo y la intensidad de estas atenciones. Sin embargo, no existe una medida única de funcionalidad ni tampoco una sola herramienta para evaluar la pérdida de la capacidad y las necesidades de apoyo de las personas.
En este sentido es necesario promover un mayor entendimiento de la funcionalidad y la mejora continua de los baremos para fortalecer los sistemas y políticas de cuidado. A continuación, compartimos cuatro reflexiones que profundizamos en esta publicación.
1. Reevaluaciones periódicas
Es importante que se realicen valoraciones periódicas de las personas que requieren cuidados. Estas evaluaciones ayudan a determinar si los servicios prestados son consistentes con las necesidades individuales de la persona para así mejorar su calidad de vida, en la medida que evoluciona su condición. Además, las valoraciones también pueden ser útiles para identificar casos en donde los servicios son brindados con una intensidad mayor de la necesaria, para contemplar una reducción en los costos.
Por otra parte, la evaluación periódica de la capacidad funcional ayuda a identificar intervenciones específicas de servicios de cuidado y salud para retrasar, o prevenir, más pérdidas en la autonomía de las personas.
2. Ampliar la información del Baremo
Los baremos y los instrumentos utilizados para evaluar la pérdida de capacidad recogen información muy valiosa que puede ser complementada con los registros clínicos de las personas y otras evaluaciones de salud o de necesidades de cuidado. Adicionalmente, los datos recopilados a través de los baremos pueden integrarse con información de factores ambientales, sociales y económicos que afectan la capacidad de una persona mayor para realizar actividades de la vida diaria. Todo este flujo de información puede ser utilizado para diseñar mejores servicios de atención de largo plazo, para una óptima asignación de prestaciones y para ajustar la disponibilidad de recursos de los servicios de cuidado.
3. Sesgos en la evaluación de funcionalidad
Al momento de realizar una valoración de dependencia existen diversos sesgos potenciales que los evaluadores deben tener en cuenta. Por ejemplo, hay evidencia sobre cómo los estereotipos relacionados con la edad y otras formas de discriminación (racismo, sexismo, discriminación relacionada con la pobreza, gordofobia, etc.) pueden influir en la evaluación de la función física y cognitiva entre las personas mayores, tanto desde el punto de vista del evaluador como del evaluado.
Se pueden presentar situaciones en la que las personas evaluadas puedan modificar su comportamiento, ya sea por situaciones recientes que hayan afectado su salud o por temor a no recibir los servicios ofrecidos. Debido a esto, es importante promover una capacitación adecuada para los evaluadores, así como la supervisión, revisión y actualización de los manuales de evaluación.
4. Uso de baremos en situaciones de deterioro cognitivo
Con la edad también aumenta la prevalencia de deterioro cognitivo, como es el caso de las demencias o los trastornos como la esquizofrenia. Por lo tanto, la capacidad mental de estas personas para responder a preguntas de evaluación de necesidades de cuidados puede cambiar rápidamente en tan sólo días. Este es un desafío para la evaluación de la funcionalidad, las necesidades de cuidado y la prestación de los servicios para esta población.
Estos problemas se han intentado mitigar incluyendo preguntas que capturen el deterioro cognitivo como aquellas relacionadas con actividades y tareas de comunicación, la toma de decisiones y la participación en actividades sociales. Sin embargo, es importante avanzar en esta dirección para incluir a esta población en los procesos de evaluación con otros grupos de preguntas, una mejor capacitación a los evaluadores y el uso de otros informes de salud.
En conclusión, los baremos pueden ayudarnos a mejorar los servicios de cuidados a personas en dependencia en una región cuya población está envejeciendo de manera acelerada. Para conocer más al respecto, no olvides descargar nuestra publicación “El uso de baremos de funcionalidad y de dependencia de cuidados en personas mayores: Prácticas, avances y direcciones futuras” y compartirnos tus comentarios.
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