De los quince países de América Latina que ofrecen transferencias monetarias condicionadas a sus poblaciones en situación de pobreza, al menos diez han optado por distintas modalidades de transferencias para enfrentar la pandemia del nuevo coronavirus. Es un hecho que el COVID-19 ha cambiado radicalmente la manera en que vivimos y la oferta de los servicios sociales no es la excepción. En una región donde la alta informalidad laboral hace que muchas familias no puedan dejar de trabajar para cubrir sus necesidades básicas, exploramos cinco métodos para mejorar la entrega de transferencias de efectivo de manera segura y sin aumentar el riesgo contagio del COVID-19.
Las transferencias monetarias condicionadas son entregas de dinero a poblaciones de ciertas características económicas que cumplen con condiciones prestablecidas como controles prenatales, escolarización, etc. Esta herramienta financiera se implementa en la región hace más de veinte años como respuesta a la necesidad de las poblaciones más vulnerables. El monto y la modalidad de las entregas varían según cada país, pero generalmente, son en efectivo haciendo que la exposición al contagio en el contexto actual sea preocupante. Estos programas fueron el punto de partida para la creación de transferencias especiales de efectivo para aliviar los efectos económicos causados por COVID-19.
Una alternativa a la entrega en especias o efectivo es el uso de herramientas tecnológicas como pagos electrónicos. Si bien estos pueden ayudar, ninguno será una solución por sí solo al problema de las filas y al riesgo de contagio que representan. En este sentido, todo mecanismo de pago, digital o no, deberá ser acompañado por un protocolo estricto de entrega de beneficios para evitar las agrupaciones de personas en puntos de pago.
En otras palabras, cuando sea posible, los mecanismos de pago de beneficios deben privilegiar opciones que disminuyen el contacto físico y el desplazamiento de personas. Algunos ejemplos son pagos móviles, transferencias bancarias o pagos sin contacto. Cuando los mecanismos de entrega de beneficios impliquen desplazamientos de personas, es decir, casi siempre, los protocolos deberían seguir una serie de buenas prácticas:
- Buscar un mayor escalonamiento en el tiempo de los pagos y la indicación clara de una fecha en la cual se pueda usar/retirar el beneficio. En ciertos países los calendarios de entrega se construyen con base en las fechas de nacimiento o los números de identificación de las personas. Se pueden reservar ciertas fechas de entrega de beneficios para ciertos grupos de alto riesgo, como los adultos mayores.
- Incluir reglas sanitarias estrictas en los puntos de pago. Los beneficiarios deben poder, por ejemplo, lavarse las manos, limitar el contacto físico y mantener distancia suficiente entre personas. Se debe asegurar la limpieza y desinfección adecuada de cajeros y POS cuando se usen, fomentar el uso de guantes y mascarillas, entre otras medidas sanitarias.
- Identificar puntos de pagos críticos y diseñar una estrategia de mitigación. Contar con un listado georreferenciado de puntos de pago habilitados puede permitir identificar puntos dónde existe un alto riesgo de aglomeración de personas. Por ejemplo, con técnicas de ciencia de datos, se puede identificar, zonas dónde existen pocos puntos de pago con relación a la densidad poblacional o al número de personas a atender.
- Ampliar y aumentar el número de puntos de entrega de servicios cada vez que sea posible. Se debe habilitar, por ejemplo, comercios minoristas, bancos y otros puntos de venta. Contar con más agentes permitirá disminuir los desplazamientos de personas y agrupaciones en pocos lugares. En los puntos de pago y uso de beneficios será clave capacitar al personal en los protocolos y reglas sanitarias.
- Incluir estrategias de información y canales de comunicación adecuados. Estos deben transmitir a la ciudadanía en forma adecuada y fácilmente entendible las reglas, plazos y lugares de entrega de beneficios. Las campañas de información y comunicación deben buscar disminuir la incertidumbre característica de los episodios de crisis. Los mensajes y formatos de comunicación deben ser accesibles para públicos variados incluyendo grupos vulnerables con bajos niveles de alfabetización digital.
Gracias a la implementación oportuna de los programas de transferencias condicionadas durante la cuarentena por COVID-19, ya se pueden identificar algunas buenas experiencias a nivel regional. Un ejemplo es Ecuador, que expandió los puntos de cobro de transferencias del estado de 3.500 a 10.500 en un par de meses. En Paraguay, se usa un servicio de telefonía celular para distribuir las transferencias directamente a los beneficiarios a través de billeteras móviles.
Lo más importante en este momento es evitar el contagio del COVID-19 facilitando el distanciamiento físico en todos los servicios esenciales ofrecidos, incluyendo las transferencias monetarias a las poblaciones en situación de pobreza. ¿Cómo ha asistido tu gobierno a las familias más vulnerables garantizando los estándares de salud requeridos? Cuéntanos en la sección de comentarios abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.
Si quieres leer más descarga nuestra publicación: “Los mecanismos de pagos digitales: Una guía para los proyectos de protección social durante pandemias”
En cualquier agrupación no hay que olvidar que además del distanciamiento, si hablamos de espacios cerrados la amenaza del virus en forma de aerosol es una amenaza que pude flotar en el aire, y permanecer varias horas activo.