Antes de la aparición de COVID-19, que nos llevó al aislamiento social preventivo obligatorio como medida para mitigar su brote, era frecuente observar por las calles de Buenos Aires a parejas de adultos mayores que, a paso tranquilo, transitaban lo cotidiano. Y al verlos me preguntaba: ¿quién cuida a quién?
La respuesta hoy cobra especial importancia, ya que todos sabemos que los adultos mayores son el grupo social de mayor riesgo.
Consecuencias del aumento de la esperanza de vida y del envejecimiento poblacional
El aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población mundial son dos procesos que convergen. El primero es el resultado del control de las enfermedades infectocontagiosas y el avance tecnológico de la medicina mientras que, el segundo, deriva del incremento global de la población mayor de 60 años y la reducción del grupo de personas de edades más jóvenes.
En Argentina, el Censo Nacional Poblacional realizado en el año 2010, indica que el porcentaje de adultos mayores de 65 años es de 10.2% y, en particular en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ese porcentaje aumenta al 17% considerándose a su población como la más envejecida del país.
En paralelo a dicha transformación, se observa el incremento de las tasas de prevalencia de enfermedades causadas por el comportamiento humano (obesidad, tabaquismo, sedentarismo, traumatismo encéfalo-craneano) y por procesos neurodegenerativos (Enfermedad de Alzheimer, Parkinson). En este sentido, la
Asociación Internacional de Alzheimer informó que, durante el año 2018, en todo el mundo, una persona cada tres segundos desarrolló un síndrome demencial y sólo la mitad fue diagnosticada.
Por lo tanto, podemos estimar que existe una gran cantidad de adultos mayores con alta probabilidad de padecer enfermedades discapacitantes y que, a su vez, serán otros adultos mayores quienes -además de afrontar su propio envejecimiento- se transformarán en cuidadores familiares principales.
Cuidador familiar y sobrecarga
Se define como cuidador familiar a aquel familiar, amigo o vecino, perteneciente a la red de apoyo social del enfermo crónico que dedica la mayor cantidad de tiempo a su cuidado. No recibe retribución económica por las tareas que realiza y es percibido por los demás miembros de la familia como el principal responsable del enfermo. Así, cuando el nivel de demanda implícito en la tarea de asistir a un familiar con demencia supera los recursos internos y externos del cuidador, él experimenta emociones y percepciones negativas caracterizadas en su estado subjetivo por sentimientos de sobrecarga, pesar, agobio o malestar con respecto a su función de cuidar.
Estas circunstancias han dado lugar a estudios que analizan el impacto de las tareas de cuidado sobre el bienestar de los cuidadores familiares. Los hallazgos demuestran que cuidar a una persona mayor con discapacidad es un proceso estresante que aumenta la probabilidad de padecer problemas físicos y mentales e incrementa la tasa de mortalidad. Por esta razón, la literatura científica califica a los cuidadores como “segundas víctimas” de la enfermedad o “pacientes ocultos”.
En su mayoría, quienes ocupan el rol de cuidador son mujeres y, respecto al vínculo de parentesco con el paciente, predominan las esposas e hijas. Hasta el presente, los estudios señalan la mayor vulnerabilidad de las mujeres cuidadoras y más aún si se trata de adultas mayores. Al respecto, en un estudio preliminar realizado en esposas cuidadoras adultas mayores, encontramos que el 93% presenta niveles de sobrecarga y el 60% depresión geriátrica.
Sin embargo, en los últimos años se observa el aumento del porcentaje de hombres que comienza a ocupar el rol de cuidador familiar. Cabe aclarar que, si bien los resultados son preliminares, algunos autores señalan que el nivel de impacto sobre su bienestar sería menor, hecho que estaría asociado a que, en general, los varones cuentan con apoyo para la realización de las tareas domésticas. Por el contrario, las mujeres suelen asumir y combinar las tareas domésticas junto a las de cuidado. El aumento de la proporción de hombres cuidadores se observa en la mayoría de los países con diferencias en el grado de ayuda y recursos sociosanitarios disponibles. El artículo ¡Hombres… a compartir el cuidado! aborda la distribución desigual de tareas entre hombres y mujeres y describe los dispositivos con que cuenta cada país en Latinoamérica.
Determinantes sociales de la salud en cuidadores familiares argentinos
La OMS describe a los “Determinantes Sociales de la Salud” como aquellas circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluyendo el sistema de salud.
Al realizar una comparación entre los hallazgos de dos estudios desarrollados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus zonas de influencia (entre los períodos 2004-2008 y 2012-2018), hemos observado ciertos cambios en el perfil sociodemográfico de las cuidadoras y los cuidadores entrevistados:
- La edad promedio de las/os cuidadores familiares pasó de 58 a 70 años
- Respecto al género, en ambos periodos, la mayoría estuvo representada por mujeres (71% y 75%, respectivamente)
- En relación al nivel educativo, 35% tenía estudios secundarios en el primer período y, en el segundo, el 39% había cursado estudios universitarios
- La actividad laboral descendió del 54% (1er. período) al 37% (2do. período)
- El vínculo de parentesco de la díada “enfermo-cuidador” mostró marcados cambios: los cónyuges cuidadores aumentaron del 44% al 62% mientras que las/os hijas/os cuidadores disminuyeron del 42% al 26% entre ambos períodos comparados
- Si bien los hombres cuidadores fueron minoría, entre ambos períodos se observó un aumento de la cantidad de esposos cuidadores (del 65% al 92%).
Las diferencias de género han sido clásicamente analizadas como consecuencia de factores genéticos y/o endócrinos. Sin embargo, en las últimas décadas, se destaca la preponderancia de las variables socioculturales como las que condicionan el modo en que hombres y mujeres manifiestan su sufrimiento psicológico y lo afrontan.
Para finalizar creemos necesario remarcar el gran impacto epidemiológico, social y económico que las enfermedades crónicas generan en todo el mundo. Resulta imperante entonces que, desde el sistema de salud, se las aborde atendiendo los requerimientos específicos del paciente y su cuidador familiar considerando, especialmente, la particularidad de la edad y el género de los nuevos cuidadores.
¿Cómo es la atención a la dependencia en tu país? Accede a nuestra publicación “Envejecer con Cuidado” para conocer cómo son los sistemas de atención a la dependencia que existen en la región.
Excelente! Nos enseña a comprender y valorar el lugar del que cuida. Gracias!
Gran tema el de los cuidadores, especialmente en este nuevo escenario de pandemia que se nos plantea.
Muy interesante el enfoque en cuanto a la evolución del perfil de los cuidadores y sus nuevas necesidades
Muchas gracias por hacernos llegar artículos tan interesantes para nosotros “Cuidadores” que amplían siempre nuestros conocimientos y capacitación.
Definitivamente la pandemia ha afectado tanto la salud fisica como psicologica de las personas. Aparte del luto que la pandemia a dejado y lor problemas financieros que esta traera, se vienen tambien los problemas psicologicos.