Los obstáculos regulatorios al comercio electrónico transfronterizo en América Latina y el Caribe.
La región de América Latina y el Caribe (ALC) alberga a 400 millones de usuarios de internet, lo que representa al 60% de su población. En 2017, se estima que 140 millones de latinoamericanos gastaron cerca de 60 000 millones de dólares en compras al por menor en línea. Llama la atención que ALC sea la región con el porcentaje más alto de consumidores que compran en línea exclusivamente en el extranjero (15%), comparado con un 4% en el caso de Asia. A esto se suma un 42% adicional de compradores que llevan a cabo transacciones tanto en los mercados nacionales como internacionales.
Estas cifras parecen indicar que la región es una potencia en materia de comercio electrónico, donde las nuevas tecnologías están borrando las fronteras y facilitando el flujo de bienes y servicios entre los países. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Como muestra la última edición del Monitor de Comercio e Integración, la participación de ALC en el comercio electrónico sigue siendo marginal. La región es responsable de apenas 2% del valor de las transacciones entre empresas y consumidores (B2C), mientras que cuenta con el 6% del PIB mundial y el 7% del comercio global de mercancías. Asimismo, pocos países participan activamente en el comercio electrónico y el conjunto formado por Brasil, México y Argentina explica casi el 70% del valor total de las compras. Por último, el grueso de las transacciones electrónicas en ALC se lleva a cabo en los mercados nacionales o en países fuera de la región, como consecuencia de las numerosas barreras que obstaculizan el comercio electrónico intrarregional.
¿Cuáles son los obstáculos?
Promover el comercio electrónico, particularmente el transfronterizo, requiere abordar tanto las ya conocidas barreras al comercio tradicional como los nuevos retos aparejados a las transacciones digitales. Entre estos últimos se encuentran la baja calidad y los altos costos de los servicios de internet, la disponibilidad limitada de las soluciones de pagos electrónicos internacionales y los costos monetarios y de tiempo asociados al transporte y los procedimientos aduaneros de un tipo de comercio caracterizado un gran número de entregas de bajo valor. Además, la ausencia o heterogeneidad de las regulaciones no brinda los instrumentos, garantías y protección necesarios para participar en el comercio transfronterizo y coloca a ALC en desventaja respecto a otras regiones que han logrado una mayor armonización normativa.
¿Qué están haciendo los países de ALC al respecto?
El comercio internacional, ya sea a través de vías tradicionales o medios electrónicos, está sujeto a las reglas multilaterales establecidas en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC). No obstante, en qué medida dichas reglas se aplican al comercio electrónico no siempre está claramente definido y las negociaciones multilaterales que tienen por objeto clarificar su aplicación y subsanar las lagunas existentes avanzan muy lentamente. Estos factores han llevado a los países a incluir disposiciones sobre comercio electrónico en los acuerdos comerciales preferenciales (ACP) con el fin de establecer reglas uniformes entre los socios.
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés) es el acuerdo comercial que trata con mayor profundidad el tema del comercio electrónico. Por lo tanto, es un punto de referencia sumamente útil para guiar a la región en la mejora y armonización de las regulaciones . El análisis llevado a cabo en el Monitor de Comercio e Integración revela que cerca del 70% de los ACP suscritos por países de ALC comprendidos en el estudio incluyen al menos una disposición sobre comercio electrónico, mientras que el 52% tiene un capítulo separado dedicado a este tipo de transacciones. A pesar de la presencia de las disposiciones sobre comercio electrónico, los ACP de ALC contienen en promedio menos de dos tercios de las incluidas en el TPP (3,4 disposiciones por acuerdo contra las 12 del TPP) .
La disparidad que se observa entre el marco regulatorio sobre comercio electrónico en ALC y la referencia es todavía más evidente en términos de la brecha entre los compromisos bilaterales efectivamente asumidos y los potenciales . Los compromisos efectivamente asumidos en comercio electrónico apenas llegan al 13% de los potenciales. El tipo de compromiso más frecuente es el relacionado con la facilitación del comercio electrónico, que incluye medidas que no se refieren exclusivamente a las transacciones en línea, como las que tienen que ver con la automatización de los procedimientos aduaneros. Al mismo tiempo, muy pocas negociaciones han abordado temas específicos de comercio electrónico y las que lo han hecho contienen obligaciones mucho más laxas que las estipuladas en el TPP.
¿Cuál es el camino a seguir?
Mientras los países de ALC siguen lidiando con las barreras que tradicionalmente han obstaculizado al comercio, surgen nuevos desafíos relacionados con formas innovadoras de hacer negocios. El análisis de las disposiciones de los ACP que se incluye en el Monitor de Comercio e Integración muestra que ALC se encuentra rezagada en el establecimiento de un marco regulatorio homogéneo propicio para el comercio electrónico. Por lo tanto, es necesario adaptar la red de acuerdos comerciales de la región a las realidades que plantea la era digital y asegurar que las normas estén armonizadas a nivel regional, con el fin de que sea más fácil comprarles a nuestros vecinos.
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