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La Inversión Extranjera Directa en América Latina ante el nuevo escenario

January 29, 2021 by Pablo M. Garcia - Andrés López Deja un comentario


La atracción de inversión extranjera directa (IED) asociada a procesos de nearshoring, o deslocalización de actividades a mercados cercanos, jugará un papel clave en la recuperación económica y crecimiento sostenible de América Latina y el Caribe tras la crisis del COVID-19. 

Sin embargo, para poder atraer actividades de producción que hoy se desarrollan en otras regiones del mundo, como Asia, los países de la región deben diseñar estrategias de atracción de inversiones focalizadas. Esta es una de las conclusiones que presentamos en el estudio La inversión extranjera directa: Definiciones, determinantes, impactos y políticas públicas, que busca explicar la naturaleza y dinámica de la IED, así como identificar sus determinantes e impactos potenciales sobre los países receptores. 

La IED se define como una operación que involucra una relación de largo plazo, en la cual una persona física o jurídica residente de una economía (inversor directo) busca obtener una participación duradera y un grado significativo de influencia o control en una empresa o entidad residente de otra economía. En contraste, la inversión de cartera o portafolio tiende a ser a corto plazo y no supone ninguna intención de control por parte del inversor. Las empresas que realizan IED son conocidas usualmente como empresas transnacionales (ET) o multinacionales (EMN). 

Motivaciones de la IED 

Entender por qué las empresas deciden ampliar su producción en un tercer país y cuáles son los determinantes para elegir dónde localizarse resulta clave para los países receptores al momento trazar sus políticas públicas de atracción de inversiones, las cuales realizan con el apoyo de las agencias de promoción de inversiones.  

En general se distinguen cuatro grandes tipos de IED: buscadora de recursos naturales, buscadora de mercados, buscadora de eficiencia y buscadora de activos estratégicos. Cada una de estas modalidades responde a diferentes ventajas de localización de los países receptores, aunque también hay determinantes más generales, como los entornos regulatorios y macroeconómicos de los países de destino. 

RESOURCE-SEEKING: son las inversiones orientadas a explotar recursos naturales cuya disponibilidad es la principal ventaja de localización que ofrece el país receptor. En el pasado no era raro que este tipo de inversiones funcionaran como “enclaves” en los países anfitriones, generando reducidos encadenamientos y derrames para la economía receptora. Hoy, esto ya no es necesariamente así, considerando la creciente incorporación de tecnología y servicios especializados en las actividades primarias. 

MARKET-SEEKING: son las inversiones que se dirigen a explotar el mercado doméstico del país receptor (y eventualmente el de los países cercanos). El tamaño y la tasa de crecimiento del mercado de destino, el objetivo de estar presente en los mercados más importantes o de seguir a los clientes y/o proveedores en sus operaciones de IED, la existencia de barreras físicas y/o de altos costos de transporte, la necesidad de adaptar los bienes y servicios a los gustos y requerimientos locales, así como las políticas públicas del país receptor, son factores que inciden decisivamente en este tipo de IED. 

EFFICIENCY-SEEKING: estas inversiones buscan racionalizar la producción de las multinacionales para explotar economías de especialización y de alcance, y diversificar riesgos. Las EMN que llevan adelante este tipo de estrategias aprovechan las diferencias en la dotación de factores, capacidades locales, políticas públicas, patrones de demanda y normas culturales para concentrar diferentes líneas de producción en distintas localizaciones.  

Tanto los procesos de apertura e integración, como la reducción de los costos de transporte y los avances en las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs), favorecen a este tipo de estrategias, ya que frecuentemente se materializan a través de esquemas de complementación y articulación, tanto comercial como productiva, de las operaciones de las distintas filiales de la EMN. Este tipo de estrategias se vincula estrechamente con la dinámica de las cadenas globales de valor (CGV). 

STRATEGIC ASSET-SEEKING: tienen como objetivo central adquirir recursos y capacidades que le permitan a la firma inversora mantener y acrecentar su competitividad regional o global. Los activos estratégicos que buscan las empresas multinacionales pueden ir desde capacidades de innovación y estructuras organizacionales, hasta el acceso a canales de distribución o conocer mejor las necesidades de los consumidores de nuevos mercados. Las operaciones de “fusiones y adquisiciones” muchas veces están asociadas a este tipo de estrategias. 

Finalmente, la investigación empírica reciente sugiere que existe una amplia heterogeneidad en las estrategias de las EMN, cuyos procesos de internacionalización mezclan tipos de empresa, sector y mercados, actividades de comercio, IED, subcontratación y asociaciones estratégicas. Para muchas firmas, las inversiones en búsqueda de capacidades, activos complementarios y/o diversificación productiva (“conglomerate FDI”) son cada vez más relevantes para sus portafolios. 

Los impactos macro y microeconómicos de la IED 

Los impactos de la IED se pueden agrupar en dos dimensiones, macro y microeconómica.  

En el caso macroeconómico, la IED representa un flujo de divisas que puede aportar un financiamiento teóricamente menos volátil que el de otros canales, como la inversión de cartera. Asimismo, la IED puede llevar a un aumento directo en el stock de capital de la economía receptora cuando se trata de inversiones greenfield o de ampliaciones de capacidad. En este último caso podrían esperarse impactos positivos de la IED sobre el crecimiento y la generación de empleo. 

Desde el punto de vista microeconómico, la IED puede generar un conjunto de externalidades positivas asociadas a la transferencia de conocimiento y de know how entre las empresas inversoras y receptoras. Las ganancias de productividad para las economías receptoras se darían mediante la transferencia directa de tecnología, la difusión de mejores prácticas tecnológicas y organizacionales, y movilidad del personal, entre otros canales. Al mismo tiempo, la IED puede contribuir a elevar y diversificar las exportaciones y a transformar la estructura productiva de los países donde se localizan las filiales.  

Sin embargo, la evidencia empírica muestra que estos impactos positivos distan de ser automáticos, e incluso emergen casos en donde hay, por ejemplo, derrames negativos de productividad para las firmas locales (e.g. sobre empresas competidoras en el mismo mercado).  

El signo y magnitud de los impactos de la IED depende, entonces, de un conjunto de circunstancias que tienen que ver con factores propios de las economías receptoras (e.g. niveles de capital humano, competencias y capacidades de las firmas locales, infraestructura, profundidad del sistema financiero), así como con la naturaleza y motivaciones de la IED. En este sentido, no es lo mismo, por ejemplo, atraer inversiones en sectores de alto valor agregado que demanden recursos humanos de alta calificación, como el automotriz y aeroespacial, que hacerlo en sectores extractivos con bajos niveles de encadenamiento local. 

IED, clave para América Latina y el Caribe en la post pandemia 

La IED tendrá un rol determinante en la post pandemia sobre los procesos de crecimiento y desarrollo en ALC, en especial en un escenario de relocalización de las cadenas globales de valor. Esto llama a repensar tanto los modos como los objetivos de las políticas de promoción, en un contexto de intensa competencia por atraer y retener inversiones a nivel global. 

Aunque en términos históricos el peso de la IED medida contra el PBI mundial sigue siendo alto, ha habido un claro proceso de desaceleración de los flujos de inversión internacionales en los últimos años (el ratio de flujos de IED/PBI bajó de 2,3% en los años 2000 a 2% en el período 2010-2018), de la mano del freno al avance de la globalización post crisis sistémica global. La crisis del COVID-19 probablemente refuerce esta tendencia dadas las presiones proteccionistas y tensiones comerciales entre las principales economías globales y preferencias por el reshoring y el nearshoring (deslocalización de actividades en países cercanos), lo que haría aún más regionales que globales a las cadenas de valor.  

ALC ha mantenido una participación relativamente alta y estable en la captación de los flujos globales de IED, cuyo promedio se ubica entre el 8% y 9% en los últimos quinquenios. Sin embargo, su inserción en las cadenas globales de valor ha sido limitada (salvo el caso de México) y usualmente alejada de las etapas más complejas de dichas cadenas.  

El escenario post COVID-19 representa una oportunidad para revertir estas tendencias a partir del diseño de estrategias de atracción de inversiones focalizadas, en busca de captar inversiones asociadas a procesos de nearshoring de actividades que hoy se desarrollan en otras regiones del mundo.  

Una lección que emerge de análisis de otras experiencias exitosas es que las políticas de promoción de la IED deben complementarse con instrumentos dirigidos a mejorar las capacidades y activos locales y a estimular vinculaciones directas entre las EMN y las empresas domésticas para de esta manera potenciar el impacto local de las mismas. Este es el desafío que enfrenta nuestra región en los años venideros. 


Archivado Bajo:Atracción de Inversiones, Promoción de Exportaciones

Pablo M. Garcia

Pablo M. Garcia es economista especializado en desarrollo económico. Actualmente es el Jefe de la Unidad de Integración Regional del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Anteriormente fue director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) del BID, Presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior de Argentina (BICE) y Presidente de la Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras para el Desarrollo (ALIDE). En el pasado, Pablo fue economista líder del BID a cargo del Hub regional del BID en temas de comercio exterior e inversiones para Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, desde allí lidero el diseño y ejecución de diversos proyectos sobre promoción de exportaciones, atracción de inversiones y comercio de servicios. Cuenta con diversas publicaciones en economía internacional, comercio de servicios y promoción de exportaciones e inversiones. Posee una Maestría en International Commerce and Policy en George Mason University, una Maestría en Economía en la Universidad Torcuato Di Tella y una Licenciatura en Economía en la Universidad de Buenos Aires.

Andrés López

Licenciado en Economía (Universidad de Buenos Aires) y Doctor en Ciencias Económicas (Universidad de Buenos Aires). Director e investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de Buenos Aires (IIEP), UBA-CONICET. Profesor Titular Regular de la FCE-UBA en la materia Desarrollo Económico. Director Ejecutivo de la Red Sudamericana de Economía Aplicada (RED SUR). Profesor invitado en la Universidad de San Andrés y profesor en la Maestría en Economía de la FCE-UBA. Fue Director del Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT) (2007-2016) y Director del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires (FCE-UBA) (2006-2019). Obtuvo el Premio Konex-Diploma al mérito, disciplina “Desarrollo Económico” (2016). Es autor de diversos libros y artículos publicados en revistas académicas especializadas, tanto extranjeras como nacionales. Sus principales áreas de interés son: desarrollo económico, economía de la Innovación, Integración Internacional y sectores productivos.

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