El mundo está cambiando rápidamente, eso es innegable. Y la manera como se entiende el emprendimiento no es ajena a ese cambio. Antes de 1990, por lo general el apoyo al emprendimiento pasaba por proteger la existencia de pequeñas empresas. Esto con el ánimo de defender su capacidad para generar empleo frente a las ventajas que las empresas con grandes capitales y economías de escala tenían en términos de productividad y competitividad.
Ese modelo era conocido como “economía administrada” donde las empresas pequeñas, y por ende las nuevas empresas, estaban lejos de ser vistas como un motor de crecimiento para la economía. Incluso, no eran consideradas como una fuente importante de generación de nuevos empleos; ese era el papel de las grandes empresas. Para los años 2000 el modelo empezaba a cambiar: la nueva fuente de productividad y ventaja competitiva para las empresas era el conocimiento, no necesariamente el capital. (Para más referencia ver “What’s New about the New Economy? Sources of Growth in the Managed and Entrepreneurial Economies”).
Pero para impulsar el crecimiento no bastaba el nuevo conocimiento, era necesario que las empresas tuvieran la capacidad de transformar este conocimiento en productos y servicios concretos que generaran valor y tuvieran un mercado real. Esta nueva realidad se denominó “economía del emprendimiento” o “nueva economía” que sustituyó a la de la “economía administrada” como paradigma básico para explicar el emprendimiento como fuente de crecimiento económico.
Ante esta situación, algunos países que entendieron el cambio centraron sus esfuerzos en fortalecer su capacidad para establecer redes donde el conocimiento fluyera rápidamente desde las universidades y los centros de investigación hacia los negocios, y en lograr una cultura emprendedora por parte de la población.
Estos esfuerzos llevaron a algunos países a entender la necesidad de trabajar más de cerca con las empresas y, más específicamente, con los nuevos emprendedores creadores de riqueza. Este fue el caso de Chile con la creación de Startup Chile, un programa público que busca atraer emprendedores de alto potencial provenientes del mundo entero, ofreciendo incentivos para que sus iniciativas empresariales se lancen en Chile. Otro ejemplo es de Colombia con la creación de INNPulsa como la unidad de desarrollo e innovación operada por Bancoldex.
Cultura de la innovación
En la nueva economía, más que desarrollar estrategias para generar innovación, se requiere fomentar una cultura de innovación en toda la sociedad donde se creen no solamente nuevas empresas sino también mecanismos de financiación (incluyendo profundizar los fondos de capital privado) y una industria que soporte al emprendedor. (Para más referencia ver Kelly, Kevin (1999). “Nuevas reglas para la nueva economía”. México: Ediciones Granica)
Para las organizaciones multilaterales todo esto nos plantea un reto interesante. Nos hace ver la necesidad de apoyar la creación de ecosistemas de emprendimiento e innovación capaces de explotar oportunidades de amplio potencial de crecimiento, donde la ventaja competitiva se deriva de las capacidades innovadoras de los empresarios. Un reporte de The Economist del 2014 lo resume bien.
Si la apuesta es entonces por subirse al tren de la nueva economía, hay que instaurar el significado del emprendimiento y la innovación en la cultura y transformar la visión hacia una concepción moderna del emprendimiento dinámico (Ver Un safari al mundo del emprendimiento). Esto, bajo dos premisas importantes. Primero, el emprendedor y su equipo, como generadores de las capacidades de innovación, deben ser el centro de la estrategia. Y segundo, es necesario aprender a partir de la acción, colocando al emprendimiento y la innovación como una manera integral de hacer empresa, no solamente como gestión de tecnología. (Ver El caso de INNpulsa Colombia La evolución de una política pública para el crecimiento empresarial extraordinario)
Si los emprendedores innovadores y de alto crecimiento operan de esta manera, una organización que quiera dar soporte a estos emprendedores debe trabajar bajo la misma lógica. Cualquier estrategia de fomento al emprendimiento innovador debe contar con dos ingredientes: responder y ajustarse a la forma como piensan y trabajan los emprendedores innovadores, y apoyar el desarrollo del marco institucional público y privado requerido para ello. (Ver The Entrepreneurship Ecosystem Strategy as a New Paradigm for Economic Policy: Principles for Cultivating Entrepreneurship).
Las estrategias de apoyo que incoporen una vision moderna del emprendimiento dinámico, un entendimiento del emprendedor y su equipo, y que inserten a la innovacion como parte integral de la cultura empresarial y social son las que ayudarán a paises de la región a obtener un ticket para el tren de la nueva economía.
Roberto Vargas dice
Gran artículo! Sobre todo esta parte: “Para las organizaciones multilaterales todo esto nos plantea un reto interesante. Nos hace ver la necesidad de apoyar la creación de ecosistemas de emprendimiento e innovación capaces de explotar oportunidades de amplio potencial de crecimiento (…)”. Me encantaría explorar con el BID el apoyo para la realización de Campus Party en Perú. Como saben CP reúne en el mismo evento a 4 ecosistemas (ciencia y tecnología, emprendimiento, innovación y lo digital). ¿Con quién debo abrir una línea de comunicación?
Puntos sobre la i - BID dice
Estimado Roberto, gracias por tu comentario. Podrías escribir sobre el asunto a Cristina Pombo cristinapo@iadb.org
Saludos.
Marcelo Lebendiker dice
A lo largo de los anos hemos trabajado intensamente en Latam en el ecosistema emprendedor desde la oferta de politicas y servicios publicos, sin entender que hay una correlacion muy significativa entre profundidad de mercado de valores y dinamismo del Ecosistema emprendedor. Asi lo demuestran paises como Israel , USA etc donde se manejan las politicas de incentivo pero tambien hay una gran cantidad de opciones de capital emprendedor en el mercado de valores . Los startups que sacamos al mercado no pueden escalar en segundas y terceras rondas de inversion y nosotros como angeles inversionistas no invertimos masivamente en ellos (por lo menos eso es lo que pasa en Centroamerica) porque no vemos claras estrategias de salida. Necesitamos dinamizar el mercado de valores y las bolsas enfocado a startups … recientemente se lanzo en Costa Rica un Fondo de capital semilla que se enlisto por primera vez en la bolsa nacional de valores de Costa Rica (www.invertup.com) para darle una clara estrategia de salida al inversionista angel y ver como fondos privados o institucionales invierten en el . Lamentablemente solo apoyando un lado de la ecuacion no veremos unicornios ni empresas escalables en Latam.
M.A. Figueroa dice
Muy claro, los ecosistemas de emprendimiento e innovación como promoteres de articulación y fortalecimiento son claves para comenzar procesos de desarrollo mas sistemáticos enfocados a la creación de valor hacia la transformación de conocimiento en emprendimiento dinámico. Es muy agradable ver como los países en LATAM comienzan a tomar este camino. Muchas gracias @cristina_pombo
Diego Garcia-Reyes Röthlisberger dice
Yo creo Cristina que para hablar de emprendimiento e innovación hay que mirar también los modelos impulsados por las incubadoras de empresas, por ejemplo las del Sebrae en Brasil, o en Colombia con algunas incubadoras como el caso de PRANA la única incubadora de Industrias Creativas fundada en el 2003. En varios países hay acciones (no siempre gubernamentales) que no han tenido la respectiva divulgación y considero que es “obligación” del BID de volverlas visibles y replicables si han sido exitosas. Nos podemos reunir en Bogotá a principios del 2016 y para mostrar algunas de esas acciones. Saludos