El debate sobre la seguridad alimentaria en la Amazonía es urgente y la Cumbre de Presidentes de los países amazónicos en Belém, en el próximo mes, será una oportunidad para crear compromisos conjuntos de inversiones más robustas en ciencia, tecnología e innovación.
Los superlativos de los países de la Amazonía – Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela – unidos por la selva tropical más grande del mundo enun área con 50 millones de habitantes y que concentra 400 pueblos indígenas que hablan 300 idiomas son complejos y desafiantes sobre cualquier perspectiva. En su territorio caben todos los 27 países de la Unión Europea sumando al Reino Unido, Noruega, Turquía, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda. Abordar la inseguridad alimentaria de manera integrada en un territorio, que si fuese un país sería el séptimo más grande del mundo, exige tomar medidas en materia de innovación que planteen el crecimiento económico y desarrollo sostenible a largo plazo.
La pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania intensificaron la inseguridad alimentaria en todo el mundo, pero en América Latina y el Caribe, el aumento en la proporción de personas que pasan hambre fue incluso mayor que en el promedio mundial. Entre 2019 y 2021 la prevalencia del hambre en la región aumentó en un 28%, en comparación con un aumento global del 23%. Estas tendencias generales ya son una realidad en territorios con alto grado de desigualdad social y con altos costos para mantener dietas saludables.
Pilares de la seguridad alimentaria en la Amazonía
La disponibilidad, el acceso, el uso adecuado de los alimentos y la estabilidad son los pilares de la seguridad alimentaria y nutricional en la Amazonía. Estos pilares, en la Amazonía, son perjudicados por múltiples factores, como, por ejemplo, diversas formas de uso y ocupación del suelo, posesión y propiedad de la tierra, expansión de fronteras agrícolas, conflictos en el campo, legislaciones y políticas públicas, sistemas de mercado, demanda, consumo, cultura y condiciones climáticas.
Para una mejor formulación de políticas y soluciones, hay pocos datos actualizados y desagregados sobre el estado de la seguridad alimentaria en la región, dificultando la toma de decisiones basada en evidencias y un abordaje integral y sistémico al interior de cada país y entre países. En el caso de Brasil, donde los estados de la Amazonía legal abarcan el 59% del territorio nacional, el número de hogares con residentes que padecen de hambre escaló del 9% (19,1 millones de personas) al 15,5% (33,1 millones de personas) en un corto espacio de tiempo. Son 14 millones de brasileños(as) que pasaron a la situación de hambre en poco más de un año. Las formas más severas de inseguridad alimentaria (moderada o grave) afectan más a la población en las regiones norte (45,2%) y nordeste (38,4%). Al mismo tiempo, el hambre alcanzó el 21,8% de los hogares de agricultores(as) familiares, pequeños productores(as) rurales y poblaciones indígenas en Brasil.
En el contexto específico de los pueblos y comunidades tradicionales, la inseguridad alimentaria se agrava cuando se discute la soberanía alimentaria. Más allá de la garantía del alimento, el derecho a la soberanía vincula la seguridad alimentaria con la cultura y el modo de vida, y con la autonomía en la definición de las políticas y estrategias propias de producción y comercialización. Garantizar este derecho implica mantener los hábitos alimenticios locales lo que va a contracorriente de la tendencia actual de homogeneización de la dieta. Las evidencias muestran que la eliminación de la inseguridad alimentaria pasa por incrementar los ingresos familiares, dado que es uno de sus principales determinantes.
La crisis climática amplia, a su vez, la desigualdad social: más de la mitad de los municipios de la Amazonía legal brasileña no poseen condiciones y estructuras mínimas para enfrentar las consecuencias de la crisis, colocando así buena parte de la región en altos grados de vulnerabilidad. Esto representa el 62% de los municipios en riesgo, teniendo a la Amazonía como la región más afectada de Brasil.
El papel de la ciencia, tecnología e innovación
Existe consenso en que la ciencia, tecnología e innovación (CTI) desempeñan un papel en la superación de los desafíos socioeconómicos y en la mejora del bienestar social (como demuestran organismos y agencias como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo – UNCTAD, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación – FAO, el Programa Mundial de Alimentos, por ejemplo). La CTI es fundamental para reducir la complejidad de los sistemas agroalimentarios, contribuyendo al diseño de políticas públicas integradas, así como a la evaluación e implementación de tecnologías y soluciones innovadoras a lo largo de la cadena de producción y distribución de alimentos. A pesar de este consenso, el “Informe de la UNESCO sobre la Ciencia”, concluyó que las investigaciones científicas en las temáticas de sostenibilidad no son prioridad, a partir de un análisis de la producción académica global de 2011 a 2019. El número de publicaciones sobre el tema “ayuda a los pequeños productores de alimentos“, por ejemplo, corresponde al 0,02% del total de publicaciones en el período. Un porcentaje 200 veces inferior al del tema de “inteligencia artificial y robótica”.
A pesar del pequeño porcentaje, cuando observamos más de cerca qué países están contribuyendo a la temática de producción de alimentos, los países del Sur global se destacan mucho más. Además, es uno de los temas con mayor cuota de colaboración científica internacional. En el marco de colaboraciones científicas Sur-Sur, la plataforma integrada de proyectos de innovación agropecuaria entre Chile y Perú se destacó en el mes de marzo de 2022. Con referencia a la Amazonía, la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), entidad intergubernamental formada por los ocho países amazónicos, coloca la temática de seguridad alimentaria transversal en su Agenda Estratégica. La organización también está estructurando la Red de Centros de Investigación Amazónica (RedCIA) con el fin de fortalecer la colaboración y el desarrollo científico y tecnológico para el desarrollo sostenible de la región.
Políticas de innovación orientadas por misiones para la seguridad alimentaria
Además del fortalecimiento de las iniciativas de colaboración científica y del esfuerzo para aumentar el número de publicaciones en temas socioambientales a nivel global, es necesario reflexionar sobre los posibles caminos para que los procesos y los resultados de las investigaciones dialoguen con el sector político-institucional y con la diversidad de territorios amazónicos. El enfoque de “Políticas de Innovación impulsadas por Misiones” es una estrategia que permite estos diálogos. Elaborar políticas de CTI orientadas a la lucha contra el hambre, que conecten los institutos de ciencia y tecnología y las universidades con los conocimientos locales y las “redes de solidaridad” que pulsan en los territorios, sería un paso fundamental para los países que están englobados por la mayor socio biodiversidad del mundo. El desarrollo de tecnologías debe adaptarse a los contextos de los territorios tradicionalmente ocupados. Esto demanda cuidado a las necesidades específicas de estos grupos, así como relaciones de mercado justas que distribuyan valor e ingresos de manera equitativa en todas las fases del proceso de desarrollo tecnológico.
En Brasil, ya se observan algunas iniciativas en este sentido, tanto en los sectores público y privado, como en el tercer sector. Dirigido por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, un proyecto de desarrollo de plataforma para agregar conocimientos científicos sobre seguridad alimentaria y nutricional está en desarrollo con el objetivo de que la plataforma contribuya directamente a los trabajos del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CONSEA). El Ministerio también señaló nuevas inversiones en proyectos de I+D con enfoque en la Amazonía y presentó una nueva iniciativa con el Instituto Mamirauá centrándose en mujeres en la ciencia. Otra iniciativa reciente que definió grandes misiones nacionales, dentro de los cuales cadenas agroindustriales sostenibles y digitales para erradicar el hambre, lo que permite ampliar la oferta de alimentos nutritivos y diversificados a través de la biotecnología fue la reestructuración del Consejo Nacional de Desarrollo Industrial (CNDI), colegiado vinculado a la Presidencia de la República.
El Grupo BID, por su parte, como actor regional con capacidad única para apoyar a la región amazónica, reafirmó su compromiso de ampliar los esfuerzos ya emprendidos por la Iniciativa Amazonía Siempre a través de un programa regional, con intervenciones multisectoriales capaces de movilizar actores de forma colectiva y establecer prioridades estratégicas para acelerar el desarrollo sostenible, inclusivo y resiliente de la región.
En el marco del tercer sector, la iniciativa del Centro de Orquestación de Innovaciones de World-Transforming Technologies también se relaciona con esta agenda de ciencia estratégica. La “Misión Agricultura Familiar” y la “Misión Bioeconomía” son ejemplos concretos de estrategias de innovación diseñadas e implementadas de forma colectiva para superar desafíos enfrentados por agricultores familiares y comunidades extractivas, con resultados como tecnologías de reutilización de aguas grises y tecnologías de recubrimiento de frutas apropiadas para el Semiárido brasileño, y la producción de bioplásticos fabricados con insumos de la biodiversidad de la Amazonía. Esta lógica de las misiones atiende demandas urgentes y oportunidades de mediano y largo plazo, especialmente en el ámbito de desarrollo de biotecnología avanzada a partir de los activos de la socio biodiversidad. Si, por un lado, las misiones tienen el potencial de resolver grandes desafíos como el de la seguridad alimentaria, las soluciones derivadas de ellas también pueden representar fuentes de crecimiento económico y nuevos modelos de negocio.
En Brasil, ya hay casos de modelos de negocio que se valen de la innovación para acelerar la producción de alimentos al tiempo que reforestan y, en algunos casos, regeneran el bioma amazónico. Teniendo en cuenta un paradigma de escala, se destacan ejemplos como el de Belterra, que verticaliza la inversión, planificación, plantación agroforestal y comercialización de alimentos, como el cacao. También es importante mapear y fomentar cadenas de circulación de alimentos agroecológicos, que también producen y demandan innovación. Esto se debe a que es en este tipo de negocios e iniciativas donde la producción de alimentos adquiere contornos de soberanía alimentaria, como en los casos de Amazonbai, Cogumelo Yanomami, Pimenta Baniwa, entre otros, donde las comunidades traen sus conocimientos y cultura para la producción. La ciencia, a partir de las redes sociotécnicas locales, debe estar conectada a esas comunidades y negocios para construir soluciones que fortalezcan la seguridad y soberanía alimentaria de la Amazonía a través de la producción de evidencias y tecnologías innovadoras.
Cómo avanzar con las políticas de innovación impulsadas por misiones para la seguridad alimentaria en la Amazonía
Dar escala a las iniciativas mencionadas, creando raíces institucionales y territoriales es un desafío en la misma dimensión de la región. Para que se pueda avanzar con la consolidación de las políticas de innovación orientadas por misiones en Brasil y en América Latina, con foco especial en los desafíos socioambientales de la región amazónica, es primordial superar los debates departamentalizados – muchas veces divididos en: “ciencia, tecnología e innovación”, “medio ambiente”, “desarrollo social” o “derechos humanos”. El abordaje para inculcar es de un paradigma científico en el que las múltiples dimensiones de los problemas complejos no sean apartadas y que las soluciones para ellos sean orquestadas desde y hacia los territorios.
La complejidad del territorio y sus múltiples factores de retroalimentación enlazada con la evidencia de que ninguna política aislada puede proporcionar la solución por sí misma impone un desafío colectivo a los países amazónicos que es combinar acciones multisectoriales, concretar la cooperación internacional y la integración regional con el fin de garantizar la participación de todas las partes interesadas del sistema agroalimentario.
Una misión de seguridad alimentaria en la Amazonía debe promover el desarrollo y el acceso a tecnologías, modelos de negocio, políticas públicas innovadoras, equipos de procesamiento, envasado, transporte y comercialización de alimentos que se construyan desde la Amazonía para la Amazonía. Sólo así, la ciencia, la tecnología y la innovación cumplirán plenamente su potencial – y su deber – de promover el desarrollo sostenible e inclusivo en la región, partiendo de la eliminación de la inseguridad alimentaria y contribuyendo así a la mejora de vidas.
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