A fines de mayo, América Latina y el Caribe (ALC) se convirtió en el epicentro mundial de la pandemia con un número creciente de contagios y de fallecimientos asociados al COVID-19. A pesar de ello, varios países de la región debaten la reapertura gradual de actividades, en un intento por mitigar los daños económicos causados por el virus. La manufactura, que ya estaba de capa caída antes de la crisis, es uno de los sectores más afectados por el cierre general de actividad económica. ¿Cómo enfrentar el reto de reactivar este sector y transformarlo en un motor para la innovación y el crecimiento en la región?
Más allá de los fuertes impactos relacionados con la salud y la dinámica social, los efectos del COVID-19 sobre la economía son palpables. Las mediadas de confinamiento y de distanciamiento social, combinadas con el parón de la actividad económica, han interrumpido el comercio y la inversión. Además, el cierre de numerosos negocios, que en condiciones normales serían perfectamente viables, amenaza con elevar los niveles de desempleo en toda la región. La magnitud del impacto sobre la actividad económica será profunda, azotando mayormente a los segmentos de población menos favorecidos y que en su mayoría carecen de acceso a sistemas adecuados de protección social.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) prevé una caída del PIB de la región en 2020 de alrededor de 5,3%, la cual será seguida de una recuperación de 3,4% por ciento en 2021, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La pérdida de dinamismo en las dos mayores economías de la región, Brasil y México, afecta las perspectivas de crecimiento en la zona. Ambos países se encaminan hacia la peor crisis económica de su historia reciente.
Los impactos en el sector de manufactura
En cuanto a la actividad manufacturera, el COVID-19 amenaza con profundizar el rezago de ALC frente a otras regiones; en particular debido a la sensible contracción en México, Brasil y Argentina, las economías industriales más competitivas de la región. En el Gráfico 1, vemos la dimensión del desplome de la actividad manufacturera en varios países, incluyendo la variación interanual y la comparación con el mes anterior.
Gráfico 1

La evidencia disponible sugiere diferencias en los niveles de afectación entre industrias y entre países de la región (Gráfico 2). La producción en industrias relacionadas con cuero, vestido y vehículos automotores, registran las caídas más importantes. La elevada contribución del sector automotriz a las economías de la región, notablemente Argentina, Brasil, Colombia y México, y su elevado nivel de integración con cadenas globales de valor, genera incentivos para que el sector retome operaciones rápidamente. Por otro lado, los productos farmacéuticos y los alimentos reportan los mayores incrementos. Este comportamiento es consistente con los esfuerzos realizados para mantener la operación de cadenas de suministro de productos esenciales durante la fase crítica de la pandemia.
Gráfico 2

Las estimaciones disponibles al momento de escribir esta nota podrían ajustarse aún más a la baja a medida que las instituciones nacionales de estadística en diversos países actualicen la información sobre desempeño industrial a partir del mes de abril. Las primeras indicaciones para Argentina, Brasil o México sugieren caídas mucho más dramáticas en diversos indicadores durante 2020.
La visible disminución de los niveles de producción vendrá acompañada de efectos menos evidentes en el corto plazo, pero muy importantes en el nivel microeconómico, como la caída en la productividad de las empresas debido, al menos, a dos factores. Por un lado, la destrucción de empleo y consecuente desmantelamiento de equipos de trabajo intra y entre empresas (cuyo conocimiento productivo fue adquirido mediante años de operación) será muy difícil de reconstruir. Por otro, observaremos menores ganancias de productividad asociadas a la innovación ya que las empresas invierten menos en innovación en contextos de crisis económicas y más en momentos de bonanza, Por lo tanto, es esperable que el gasto en I+D, que ya estaba en niveles endémicamente bajos en ALC previo al COVID-19, disminuya de manera significativa.
Asimismo, la competitividad podría verse afectada por los mayores costos de operación asociados a estrictos protocolos de bioseguridad requeridos para que las empresas manufactureras retomen sus operaciones en la región. A la necesidad de nuevos insumos para operar (servicios de higienización, transporte de empleados, modificación de infraestructura, entre otros), se suman restricciones a la cantidad máxima de trabajadores que pueden compartir un espacio, afectando la capacidad de producción.
¿Qué hace falta para reactivar el sector?
Diversos países de la región se preparan para salir del confinamiento e iniciar un gradual relanzamiento de la actividad económica. En ese escenario, la prioridad es garantizar la salud de los trabajadores y sus familias. En materia económica, la implementación de políticas orientadas exclusivamente a estimular la producción para incrementar la oferta de manufacturas, no serán suficientes para garantizar la transición hacia la nueva normalidad. Estas deberán ser complementadas con políticas de fortalecimiento de demanda por productos manufacturados que dinamice los mercados internos, además de atenuar la pérdida de empleos y de capacidades productivas de las empresas, particularmente entre las pequeñas y medianas. En ese sentido, presentamos algunas líneas de intervención a considerar para la reactivación del sector.
- Financiamiento inteligente para innovar en la crisis. Las empresas pueden innovar desarrollando nuevos modelos de negocio e implementando cambios organizacionales que permitan absorber los choques de corto plazo y garanticen su viabilidad y crecimiento a largo plazo.En una región que se caracteriza por bajos niveles de apoyo público a la innovación, se refuerza la necesidad de fortalecer una cartera de instrumentos de fomento que combine la asistencia técnica, con la provisión de matching-grants (subvenciones con contrapartida), créditos blandos, incentivos indirectos y garantías tecnológicas que faciliten la innovación empresarial.
- Aprovechamiento del impulso a la digitalización de emergencia. La pandemia impuso restricciones a las transacciones económicas que requieren cercanía física entre personas. Así, gran cantidad de empresas tuvo que, al menos, incorporar el teletrabajo y la venta en marketplaces para poder seguir operando. Independiente de esta “digitalización por emergencia”, estas actividades son solo un primer paso para explotar los beneficios de la digitalización en el contexto de una economía “a distancia”. Se deben implementar programas masivos y estandarizados de asistencia técnica que permitan mejorar la capacidad digital empresarial, incluyendo métodos de formación virtual para la incorporación de aplicaciones digitales iniciales (ligadas, por ejemplo, a transacciones y medios de pago electrónicos), programas de extensionismo tecnológico que apoyen la digitalización de los procesos de producción y formación masiva de trabajadores en habilidades digitales. El reto de la digitalización es distinto según el nivel de sofisticación tecnológica de cada empresa. En empresas con niveles más altos de madurez tecnológica, especialmente en aquellos países con mayor desarrollo industrial como Argentina, Brasil y México, se puede apuntalar la recuperación mediante la incorporación de tecnologías más sofisticadas, asociadas a la Industria 4.0.
- Promoción de la demanda Este es un componente fundamental ante la incertidumbre en torno a la recuperación de la demanda global, particularmente en sectores como turismo, transporte y la afectación de las cadenas globales de suministro. Reactivar la capacidad industrial sobre bases de mayor equidad puede beneficiarse de las nuevas prioridades del Estado en torno al manejo de la crisis de salud y la creación de condiciones para que algunas actividades manufactureras se vean favorecidas por las medidas para la recuperación. Los sectores productores de alimentos, textiles, químicos, y dispositivos médicos tendrán espacio para satisfacer la nueva demanda local. El Estado puede incentivar el desarrollo de productos o modelos de negocio nuevos para el mercado vía Compra Pública de Innovación (CPI). Políticas activas son necesarias también para revertir deficiencias estructurales en materia de distribución de la riqueza. La Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) demuestra que fortalecer el poder adquisitivo entre los segmentos de ingreso medio es un poderoso factor de impulso a la demanda interna por nuevos productos, la innovación y en última instancia, la diversificación, el empleo y el desarrollo industrial.
¿Cómo nos preparamos para el futuro?
América Latina y el Caribe enfrenta el reto de reestablecer rápidamente la actividad económica, salvaguardar la salud de la población y sentar las bases para transformar la actividad productiva con criterios más explícitos de resiliencia a largo plazo. La diversificación de mercados de exportación, la articulación de encadenamientos productivos mediante inversiones en infraestructura, en conocimiento y su aplicación en actividades productivas debe incluir la creación de resiliencia frente a eventos extremos. En el ámbito de la salud, el COVID-19 es un ejemplo de este tipo de eventos. Pero no podemos olvidar que los efectos devastadores del cambio climático ya son evidentes en la región, a través de sequías (Colombia, Venezuela, México y América Central), lluvias torrenciales e inundaciones (Argentina, Perú y Chile), y aumento en la frecuencia e intensidad de incendios forestales (Brasil).
Sortear la pandemia y los desastres que están por venir solo será posible si logramos (i) crear capacidades científico-tecnológicas proactivas que nos permitan prevenir y mitigar los efectos negativos para la sociedad y la industriade nuevos desastres, (ii) fomentar la capacidad industrial para absorber y responder a estos choques, y (iii) fortalecer mecanismos de articulación entre los países de la región que permiten acciones de respuesta más efectivas y coordinadas.
*Una versión previa de este artículo fue publicada originalmente por los autores en el blog de la ONUDI
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Excelente publicacion que pone de manifiesto la crisis del sector manufacturero en Latam como producto del Covid-19 y la imperiosa necesidad de que nuestros paises impulsen con prontitud medidas de politicas publicas incluyentes que cohecionen la capacidad de los distintos actores economicos y sociales para integrarce al proceso de produccion y demanda.