Durante muchos años los emprendedores han sido vistos como una suerte de héroes capaces de llevar adelante una aventura empresarial. Sin embargo, cuando la creación de empresas es un fenómeno meramente individual, ocurre igual que en el fútbol: el volumen de juego es limitado y los goles dependen de unos pocos inspirados. Pero sabemos que los emprendimientos florecen y generan empleos en cantidad y calidad cuando existen condiciones favorables, tanto en lo que respecta a la existencia de oportunidades de negocios innovadores como al surgimiento de nuevos emprendedores capaces de construir en base a ellas. Es importante comprender y fomentar el desarrollo de los ecosistemas, y para eso se necesita más que un jugador inspirado.
En una nota anterior de este espacio hemos compartido los resultados del Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico (ICSEd-Prodem) que reflejan el estado de estas condiciones en los países de la región y permite compararlas entre sí y con los países más desarrollados. Los ecosistemas reconocen diferencias no sólo a nivel de su configuración sino de sus distintos grados de maduración. Por lo tanto, es fundamental partir de una mirada evolutiva en la cual los mismos ecosistemas deben ser vistos como emprendimientos colectivos que se van construyendo como resultado de la confluencia de distintos fenómenos, algunos intencionalmente buscados y otros que son emergentes. Pero siempre hay actores de carne y hueso que hacen que las cosas sucedan.
En este marco, compartimos una mirada acerca de los avances y algunos desafíos que enfrentan los ecosistemas y que captamos en el marco de nuestras colaboraciones con diferentes organizaciones en la región.
Una dimensión clave a la que dedicaremos esta nota es la institucional. Los últimos años han visto nacer en varios países distintos organismos e iniciativas de fomento del emprendimiento. Por ejemplo, el Instituto Nacional del Emprendimiento en México, iNNPULSA en Colombia, la nueva política de emprendimiento de Chile y el Programa de Apoyo a Futuros Empresarios (PAFE) en Uruguay. El gobierno en Perú está avanzando hacia una política nacional de emprendimiento en tanto que el nuevo gobierno argentino ha creado la Subsecretaría de Emprendimiento. Y la lista de iniciativas es más larga.
El menú de programas es variado aunque suele incluir, en su versión más básica el capital semilla y el seguimiento técnico de incubadoras o de otras organizaciones. En el otro extremo, el ecosistema en sí mismo comienza a ser foco de atención: los instrumentos financieros buscan cubrir distintas etapas del proceso de emprendimiento, se incluye el tema de la formación de capital humano emprendedor y se reconoce la necesidad del fortalecimiento institucional. Además, se busca comprometer a los actores privados, una de las grandes asignaturas pendientes que nos diferencian de ecosistemas más avanzados.
Mientras tanto, aparecen nuevas iniciativas de la sociedad civil:
- se multiplica el número de universidades que incluyen alguna actividad o curso relacionado con la temática del emprendimiento;
- aparecen nuevas aceleradoras en tanto que otras se regionalizan;
- numerosas incubadoras buscan redefinir y fortalecer sus modelos de trabajo hacia versiones más lean;
- irrumpen algunos jóvenes empresarios que ya pegan la vuelta y reaparecen ahora como inversores, algunos a nivel nacional y otros incluso a nivel regional (lo que la literatura llama entrepreneurial recycling); algunos países avanzan en la simplificación de las normas y regulaciones para los emprendedores y
- aumenta la cantidad de fondos y redes de ángeles, en este último caso con el apoyo del programa Xcala del Fondo Multilateral de Inversiones del banco Interamericano de Desarrollo (FOMIN) y la Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo (IEEM).
Sin embargo, aún es mucho lo que tenemos que avanzar en el diseño de mejores instrumentos e incentivos del lado de los gobiernos para tener impacto no sólo a nivel del beneficio directo de tal o cual instrumento sino, en particular, de la construcción de un verdadero ecosistema. Esto no significa replicar los modelos exitosos a nivel internacional ni tampoco copiarnos entre los paises de la region porque las condiciones específicas de nuestros países son muy diferentes (en otra nota me dedicaré a analizar las diferencias y sus potenciales implicancias).
Un desafío trascendental del cual depende la efectividad de las iniciativas que enfrentan las organizaciones del ecosistema (el gobierno, las universidades, las incubadoras y las aceleradoras, las redes y los fondos, etc.) es el del aprendizaje institucional. Los emprendedores exigen calidad y resultados, especialmente los más dinámicos e innovadores. Algunos de ellos, inclusive, acceden a conocer ecosistemas más avanzados.
Buena parte de los países aún están en la fase de construcción de “actores” y es fundamental dotar a las iniciativas de una estrategia y visión clara, que incluya vectores de acción coordinados para movilizar capacidades, talentos y recursos en torno a nuevas agendas transformadoras. Un ingrediente básico es el tejido de redes que ayuden a construir una cadena de valor y relaciones Cliente-Proveedor efectivas entre los diferentes eslabones y segmentos. Sin que la metáfora deba entenderse como un planteo mecanicista, aún resta mucho por avanzar en la disponibilidad del “lubricante”: la confianza y el desarrollo de “motores más potentes”: el capital humano de las organizaciones.
Es fundamental acelerar no sólo a los emprendimientos, sino también a los propios ecosistemas. Y eso significa trabajar con su gente, en primer lugar, en el fortalecimiento de las capacidades profesionales y la construcción de redes a través de procesos, de compartir lecciones aprendidas, buenas prácticas y desafíos no resueltos así como también de facilitar la generación de relaciones informales y espacios para el surgimiento de iniciativas conjuntas que permitan ganar escala, masa crítica y complementariedades sinérgicas.
Evento
Una iniciativa que busca contribuir en esta dirección es el Encuentro Cumbre de Ecosistemas que tiene lugar cada año en el Seminario-Taller para Profesionales del Ecosistema Emprendedor de América Latina (STProdem). Aquí tendremos la oportunidad de compartir experiencias de aciertos y errores con los protagonistas y de contribuir a que las redes e iniciativas que allí generemos ayuden a potenciar el desarrollo de nuestros ecosistemas en beneficio de nuestros emprendedores y de nuestras sociedades.
El 6STProdem con la consigna Fortalecer el aprendizaje y la integración de los ecosistemas de América Latina tendrá lugar del 9 al 12 de mayo en Lima organizado junto al Ministerio de la Producción de Perú, la Universidad del Pacífico y la Universidad Nacional de General Sarmiento con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), Banco de Desarrollo del Perú (COFIDE), FOMIN y una amplia red de Knowledge Partners.
Una encuesta reciente da cuenta que el
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Estimado Hugo, gracias por la reflexión. Precisamente desde el Centro de Innovación Pública Digital en Colombia tenemos como propósito fortalecer el ecosistema de Innovación pública digital del país y posteriormente el de la región.
Dentro de nuestra reflexión sobre el tema quería complementar dos asuntos importantes en este tipo de discusiones:
1. Es necesario reconocer que los ecosistemas comprenden más elementos que los actores que conforman las diferentes comunidades que pertenecen a a éstos. Los ecosistemas están compuestos tanto por los actores como por el ambiente que soporta sus relaciones (normatividad, recursos, conocimiento, espacios de encuentro, entre otros).
Reconocer esta situación permite diseñar estrategias más integrales.
2. Es necesario identificar qué hace fuerte a un ecosistema y allí hemos encontrado los siguientes elementos que caracterizan a un ecosistema de innovación fuerte:
a. la producción de innovaciones. Llegar hasta patentes, investigaciones, etc no es suficiente. Es necesario implementar y generar valor.
b. el posicionamiento: es el reflejo de la confianza. Aporta para mantener actores dentro del ecosistema y para atraer nuevos miembros.
c. La resiliencia: caracterizada por la diversidad de actores participantes, la diversidad de conexiones entre éstos y la diversidad “genética” de cada actor (su fortaleza estratégica y el talento humano).
d. La capacidad de carga: nosotros la hemos limitado a la disponibilidad de conocimiento, la disponibilidad de recursos financieros y la disponibilidad de un marco normativo habilitante y que incentive.