Las madres solteras pueden experimentar grandes desventajas económicas, un motivo de preocupación especialmente en América Latina y el Caribe, donde el 11% de los hogares son monoparentales —la tasa más alta de todas las regiones del mundo— y la mayoría de esos hogares están encabezados por madres solteras. Este porcentaje ya alto casi llega a triplicarse si se incluye a las madres sin pareja que viven con miembros de la familia extendida.
Los hogares monoparentales tienen un único perceptor de ingresos que además debe ocuparse de las tareas domésticas y la crianza de los hijos. Esa doble responsabilidad puede significar menos oportunidades de terminar los estudios secundarios o la universidad y obtener las cualificaciones que conducen a salarios más altos. Puede significar menos oportunidades de ahorro, de empleo formal a tiempo completo y de inversión en el futuro de los hijos, ya sea en cuanto a una mayor atención de los padres, una mejor educación o algún otro activo de desarrollo.
Desventajas en el empleo y el cuidado de los hijos
Todas esas desventajas se amplifican significativamente en el caso de las madres solteras, quienes —al igual que las mujeres en América Latina y el Caribe en general— sufren una importante discriminación laboral y una brecha de género en materia salarial. Además, resultan más graves debido a la falta de guarderías de calidad a tiempo completo, las cuales podrían permitir a las madres solteras salir adelante en el mercado laboral.
Hace poco analicé en detalle la situación de las madres solteras en México, donde la proporción de ellas ha crecido un 60% en las dos últimas décadas, por lo que ahora hay cuatro millones de madres solteras en el país. Actualmente y en gran medida por necesidad, el 80% de las madres solteras están empleadas, eso representa casi el doble que las demás madres y un 15% más que las mujeres sin hijos. Muchas de las madres solteras de los estratos económicos más bajos proceden de entornos con menos educación y oportunidades. Suelen trabajar en el sector informal, generalmente como empleadas domésticas a tiempo parcial, esteticistas, vendedoras en tiendas y otras ocupaciones poco remuneradas.
Esta situación forma parte del arma de doble filo de la maternidad de mujeres solteras en América Latina y el Caribe. La libertad de ser una madre soltera es en cierto modo un signo de progreso, ya que prácticamente todos los países de la región conceden ahora los mismos derechos de divorcio a hombres y mujeres, y el divorcio y la monoparentalidad han perdido gran parte de su estigma. Al mismo tiempo, las mujeres más pobres podrían ser especialmente vulnerables a ser madres solteras. De hecho, mientras que entre 2005 y 2023 la proporción de madres solteras entre las mujeres aumentó al menos un 40% en los tres cuartiles de ingresos más altos de México, en el cuartil inferior de la escala de ingresos aumentó un 80%, condenando a muchas mujeres pobres a unas perspectivas laborales con menor potencial y a un futuro económico precario.
El papel de las abuelas
Estas circunstancias desfavorables se ven mitigadas, en cierta medida, tanto por la típica familia extendida mexicana y latinoamericana como por el papel preponderante de las abuelas a la hora de asumir algunas de las cargas de la crianza de los hijos. En México, las abuelas cuidan al 40% de los niños de menos de siete años, lo que las hace el principal proveedor de cuidado infantil. Como lo expongo en un reciente estudio y blog, América Latina tiene uno de los porcentajes más altos de hogares con tres generaciones, y cuya proporción ha aumentado. En particular en el caso de México, el incremento es de cerca de un 20% durante los últimos 15 años. En estos hogares, las abuelas son una valiosa fuente de apoyo, que permite a las mujeres incorporarse al mercado laboral en porcentajes significativamente más altos que en los hogares sin abuelas. Sin embargo, la situación de las madres puede ser precaria. Cuando fallece una abuela en México, la probabilidad de que su hija esté empleada disminuye un 27%, y sus ingresos caen un 53% en promedio. La necesidad de cuidado de los niños, que la abuela suple, es muy grande y para las madres solteras lo es mucho más.
Reformas de las políticas para las madres solteras
En la actualidad, las mujeres en México, como en América Latina y el Caribe, en general, se casan más tarde y cohabitan en mucha mayor medida que antes. Las tasas de fertilidad también han descendido, aliviando la carga que supone mantener una familia numerosa. Pero la situación de las madres solteras es frágil. Tienen más probabilidades de verse privadas de oportunidades de educación y de un trabajo formal a tiempo completo, y más probabilidades de sufrir dificultades económicas y pobreza a raíz de ello. Entre las medidas que podrían contribuir a mejorar esta situación se encuentran una mejor educación sexual, una mayor aplicación de las leyes sobre matrimonio infantil y violencia doméstica, un mayor esfuerzo para reducir la discriminación de género y la brecha salarial de las mujeres y una mayor disponibilidad de guarderías de calidad a bajo costo, financiadas con fondos públicos. Las madres pueden ser solteras por elección propia o por circunstancias no deseadas, y no deben sufrir por ello desventajas educativas, económicas o de la crianza de los hijos.
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