
Aunque los usos y capacidades de la inteligencia artificial (IA) siguen creciendo a gran velocidad, el avance precipitado hacia nuevas fronteras podría acarrear grandes desafíos. Como lo describió Anton Korinek, experto en IA de la Universidad de Virginia, en un blog reciente, los sistemas de IA pronto podrían sustituir a trabajadores cognitivos relativamente poco cualificados, como aquellos que trabajan en centros de llamadas o personal de contaduría de bajo nivel. Y lo que es más perturbador, dichos sistemas podrían acabar aprendiendo a realizar tareas más complejas, hacerse con el control de la robótica y la manufactura, y desplazar a trabajadores manuales y a trabajadores cognitivos altamente cualificados, provocando una caída de los salarios y un agravamiento de las desigualdades y las penurias.
Una distopía así no estaría lejos de algunos de los escenarios representados en Star Wars (La guerra de las galaxias), esa saga futurista de sucesos en una galaxia muy, muy lejana, donde coexisten mundos de opresión e injusticia con otros que aspiran a un orden más perfecto. Como lo indica Korinek, un orden más perfecto sí es posible. De hecho, la medida en que la IA tenga efectos negativos en las personas bien puede depender del grado de regulación que establezcan los gobiernos. Consideremos como analogías tres casos diferentes del universo de Star Wars.
Estado anárquico: Los territorios de la franja exterior
En la galaxia de Star Wars, los territorios de la franja exterior suelen ser representados como una zona agreste, sin ley o con menos regulaciones, donde la influencia del gobierno central es débil y los depredadores campan a sus anchas. Esto puede compararse con los países que no regulen la IA, lo que conduciría a una especie de anarquía en la que la innovación no tiene freno y abundan los riesgos asociados al desarrollo incontrolado de la IA. La falta de regulación puede impulsar rápidos avances tecnológicos. Pero también puede dar lugar a dilemas éticos, usos indebidos de la tecnología y perjuicios para la sociedad, como ocurre en planetas como Tatooine, que está controlado por ricos y poderosos barones del crimen, pero donde la mayoría de los habitantes, incluidos los habitantes de pueblos pequeños y los agricultores, viven en la pobreza o apenas logran subsistir. Este desequilibrio crea un marcado contraste entre los pocos poderosos y la mayoría empobrecida. Lamentablemente, muchos países en América Latina y el Caribe pueden acabar en un equilibrio similar. En un escenario así, la IA crecería, al igual que la productividad y la riqueza. Pero sus frutos sólo beneficiarían a quienes tuvieran acceso a los medios de producción, y no al conjunto de la población.
Regulación autoritaria: El Imperio Galáctico
El Imperio Galáctico representa un régimen altamente centralizado y autoritario donde el control se ejerce sobre muchos aspectos de la vida, incluyendo la tecnología y los avances científicos. En esta analogía, el enfoque del Imperio sobre la regulación podría generar rentas —privilegios concedidos por el gobierno en respuesta a los grupos de presión u otras manipulaciones— del mismo modo en que regulaciones de la IA mal aplicadas podrían favorecer a determinadas industrias o empresas. Esto puede frenar la innovación en otros sectores. Puede concentrar el poder y la riqueza, lo que conduce a la desigualdad y a posibles abusos de poder, de forma similar a cómo el Imperio beneficia a unos pocos elegidos mientras reprime a la mayoría. Algunos países de nuestra región intentarán prevenir los efectos negativos de la IA. Regularán lo que se puede y no se puede hacer con ella. Por ejemplo, la IA puede utilizarse para comprobar documentos jurídicos, pero sería necesario que un abogado tenga que dar su visto bueno. O bien podría utilizarse para diagnosticar a los pacientes, pero seguiría siendo necesario que un médico firme las recetas. En otras palabras, para preservar determinados puestos de trabajo, es posible que muchas tareas que podrían realizarse de forma independiente y sin el lastre de la burocracia tengan que seguir pasando por manos físicas. Algunas personas se beneficiarán de estas rentas creadas por el gobierno. Pero los que no tienen la suerte de formar parte de un gremio o grupo de presión pueden carecer de acceso tanto a los beneficios de la IA como a las rentas protegidas por el gobierno.
Reglamento equilibrado: La República Galáctica
Antes de su caída, la República Galáctica era una unión democrática que gobernaba gran parte de la galaxia. Representa un planteamiento más equilibrado y justo, que se esfuerza por beneficiar a todos. Esto sería similar a las políticas y regulaciones, bien pensadas, que pretenden gravar los beneficios excesivos y garantizar que los beneficios de los avances de la IA se repartan ampliamente entre toda la sociedad. Lo ideal sería que esta regulación mitigara los riesgos. Promovería la innovación y la equidad, garantizando que la IA sirva al bien público y no provoque disparidades sociales significativas. Los gobiernos dejarían que la IA floreciera y alcanzara su enorme potencial para aumentar la prosperidad y la riqueza. Pero también encontrarían formas de redistribuir los beneficios de manera que se maximizara el bienestar.
Elegir el mejor escenario de Star-Wars para la revolución de la IA
Las decisiones de los gobiernos serán cruciales para determinar cuál de estos escenarios caracteriza a los países de América Latina y el Caribe. La anarquía y el Imperio no son difíciles de lograr. Los gobiernos de la región, tradicionalmente conocidos por introducir regulaciones malas y distorsionadoras podrían favorecer fácilmente una de esas dos realidades. Convertirse en la República Galáctica es mucho más difícil. Para llegar a ese estado más ilustrado, los gobiernos tienen que invertir recursos para comprender los beneficios y los peligros de la IA, generar las condiciones para su desarrollo y controlar sus excesos. También tienen que desarrollar una sólida red de seguridad social, mejorar la forma de recaudar impuestos —cuándo, dónde y sobre qué— y realizar importantes inversiones en bienes públicos e infraestructuras. Mientras tanto, las personas tendrán que encontrar formas alternativas de trabajar para poder prosperar individualmente y como grupo. Hace tiempo que los gobiernos deberían haber empezado a invertir en sus capacidades para hacer frente a las nuevas realidades creadas por la IA. Lamentablemente, muchos de ellos pueden estar siendo demasiado pasivos, posponiendo hacerlo hasta que sea demasiado tarde. Pero para entonces, puede que sólo haya dos opciones: la del Estado anárquico y la del Estado que sólo beneficia a unos pocos poderosos.
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