El terremoto de 1970 en Ancash en Perú representa un caso de estudio devastador, registrando 7,9 en la escala Richter y afectando a aproximadamente 3 millones de personas. Con un epicentro 22 millas en alta mar en el Océano Pacífico, el temblor causó 66.000 muertos y US $ 530 millones en daños a la propiedad, principalmente en las zonas costeras. Los caminos y otras infraestructuras fueron destruidos, y algunas zonas rurales permanecieron aisladas por meses.
El desastre no terminó al amainar el terremoto. De hecho, los efectos del terremoto continúan hasta hoy. El análisis de los Censo Nacionales de Perú de 1993 y 2007 resulta en una conclusión preocupante: no sólo los niños menores de dos años de edad y los que estaban en el útero en el momento del desastre experimentaron efectos significativos, sino que también los efectos se reflejaron en la siguiente generación. En comparación con las personas que viven en el interior del país, las personas afectadas por el terremoto de Ancash completaron menos educación formal, comenzaron a trabajar antes, y se convirtieron en padres a una edad más temprana. Las personas afectadas también tenían más probabilidades de convertirse en padres solteros, de vivir en viviendas de baja calidad y de tener pocas propiedades. En todas las áreas afectadas, las mujeres sufrieron peores impactos que los hombres.
No es completamente claro cómo surgieron estos resultados, pero varias posibilidades merecen una consideración especial. Se ha comprobado que el desarrollo mental y físico es afectado por la enfermedad y desnutrición en edades críticas, y ambos fueron hechos más probables por la destrucción de viviendas y medios de subsistencia. La perturbación en el desarrollo emocional y social también puede jugar un papel importante, ya que los terremotos pueden conducir a un trastorno de estrés postraumático (TEPT) tanto en niños como en adultos. Personas con TEPT sin tratar son propensas a tener dificultades en la escuela, el trabajo y la vida familiar. Dependiendo de cómo se forman los niños, estos problemas pueden transmitirse a través de generaciones.
Los efectos de desastres tales como el terremoto de Ancash pueden ir más allá de la devastación de las vidas individuales hasta afectar la vía de desarrollo de toda una nación. Se necesitan respuestas políticas. En particular, los gobiernos deben poner en práctica medidas para aliviar el impacto de los desastres naturales en niños de dos años de edad o menos, incluidos los niños en el útero, con un énfasis particular en las niñas.
Los costos a corto plazo de tal acción pueden ser considerables, pero los costos a largo plazo de la inacción son mucho mayores. En un país de ingresos medios como Perú, el perder la mitad de un año de educación formal a una edad temprana, – el promedio para un hombre afectado por el terremoto de Ancash- se traduce en la reducción potencial de salarios en la vida adulta, que van de un 3,9% a un 5,5%. Aunque los desastres naturales son inevitables y recurrentes, la pérdida de oportunidades y el potencial humano no lo son.
Este post se basa en “Quake’n and Shake’n…Forever! Long-Run Effects of Natural Disasters: A Case Study on the 1970 Ancash Earthquake” por Sebastián Miller y Germán Caruso
Inés Gonzáles dice
Excelente publicacion de gran relevancia que reta a pensar la politica publica de prevencion y gestión de desastres de forma diferente pero sobretodo para la etapa de la Reconstruccion de la que se habla muy poco pero que resulta critico el enfocar las diferentes dimensiones que ésta toma y no solo considerar el tema de infraestructura, en esta etapa y sobretodo reconocer que es un esfuerzo que tomará años.