Desde comienzos de la década del 2000, las empresas en las economías emergentes comenzaron a aumentar masivamente su endeudamiento en los mercados de capital internacionales. Los motivos por los que esto ocurrió no son del todo claros, aunque es muy probable que estén relacionados con las bajas tasas mundiales de interés y con la búsqueda de retornos más altos de los inversores internacionales. En cualquier caso, el aumento fue espectacular: entre 2004 y 2014, la deuda corporativa de las empresas no financieras en los mercados emergentes fue superior al 400%, de aproximadamente USD 4 billones en 2004 a más de USD 18 billones en 2014, según investigaciones del Fondo Monetario Internacional, con un aumento promedio de 26 puntos porcentuales del ratio de la deuda corporativa /PIB.
Para América Latina, este aumento del endeudamiento externo fue importante, como lo demuestran otras investigaciones del BID. En un contexto de restricción del crédito, provocado en parte por las bajas tasas de ahorro de la región, el acceso a estas líneas de crédito internacionales permitió a las empresas de la región aumentar considerablemente la inversión. Contribuyó a pagar por equipos y otros insumos necesarios para impulsar el auge de las materias primas en los sectores del petróleo y el gas, la minería y la agricultura, y contribuyó a financiar sectores en crecimiento de la economía, como las telecomunicaciones. También fue un catalizador del consumo y un estímulo para el crecimiento.
Sin embargo, el creciente nivel de la deuda también se vio acompañado de vulnerabilidades internas. La deuda, que se apoyó cada vez más en la emisión de bonos en lugar de préstamos bancarios, fue en dólares casi en su totalidad. Esto ha expuesto a la región al riesgo de tasas de interés más altas y de la apreciación de la moneda en Estados Unidos similar a lo que hemos observado en los últimos meses. Además, vuelve vulnerable a América Latina a otros shocks externos, lo que incluye el pánico de los inversores como respuesta a una crisis política o económica en una gran economía emergente. En junio de 2016, las empresas no financieras en América Latina y el Caribe tenían una deuda de USD 406.000 millones en bonos emitidos en el extranjero, incluyendo filiales extranjeras, un aumento de casi tres veces desde junio de 2010, según el Banco de Pagos Internacionales, una institución internacional que trabaja con los bancos centrales. Con este tipo de pasivos, la deuda corporativa es a la vez un factor potencialmente positivo en las economías de la región y una fuente potencial de graves preocupaciones.
¿Cuán importante es exactamente esta deuda corporativa para el desempeño macroeconómico de las economías emergentes? ¿Y cuán vulnerable vuelve a la región? En un estudio reciente llevado a cabo con Jongho Park de la Universidad de Maryland, nos propusimos averiguarlo. Analizamos 2500 bonos corporativos representativos de los bonos corporativos emitidos en siete economías emergentes, incluyendo los emitidos por empresas de Brasil, Chile, México y Perú. Medimos las primas (o diferenciales) que estos bonos pagaron por encima de la tasa de interés segura ofrecida por los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, los bonos más seguros del mercado mundial. Y para cada país calculamos el promedio de estas primas con el fin de determinar cuánto estaba costando la deuda corporativa de cada una de estas economías. Aunque había una variedad considerable, constatamos que las corporaciones en las economías emergentes estaban pagando un promedio de 3,7% por encima de la tasa del tesoro de Estados Unidos.
Aún más importante, descubrimos que estas primas muestran considerables fluctuaciones a lo largo del tiempo y que podíamos utilizar el promedio de las primas para cada país como un indicador principal para saber en qué medida el financiamiento externo está afectando su economía. Los resultados fueron inquietantes. Resulta que hay una sincronicidad considerable, o comovimiento, entre las fluctuaciones actuales en el indicador y la inversión y el consumo futuro en estas economías. Hay una cierta lógica en este patrón. Si una empresa llega a la conclusión de que se enfrentará a una prima más alta hoy es probable que retrase sus planes de inversión para el futuro porque el financiamiento de pronto se ha vuelto más caro. Las condiciones financieras más estrictas llevan a las empresas a reducir la contratación y bajar los salarios, lo cual afecta a los bolsillos de las familias. Cuando estos impactos individuales se multiplican en toda la economía, influyen profundamente en toda la actividad. Además, explican cómo podemos usar el promedio de las primas para predecir el crecimiento económico. Un aumento anormal de 1,5% en el indicador (igual a una desviación estándar), por ejemplo, conduce a una caída del crecimiento del producto real un año después de aproximadamente 0,75%, y la economía sólo volverá a sus tasas medias de crecimiento de largo plazo tres años después. Por lo tanto, el estudio llega a la conclusión de que ese endeudamiento considerable de las empresas de las economías emergentes en los mercados internacionales puede ser potencialmente un canal mediante el cual se pueden propagar los shocks financieros externos y provocar devastadores efectos económicos en estas economías en el futuro.
¿Qué se puede hacer? La deuda corporativa en los mercados de bonos internacionales tiene tanto ventajas como desventajas. Es a la vez una fuente del necesario financiamiento y la causa de una vulnerabilidad considerable en las economías emergentes. Sin embargo, los impactos negativos en la salud general de las economías se pueden reducir. Actualmente, la calidad de la información pública sobre la exposición de las empresas a la deuda internacional es, en el mejor de los casos, fragmentaria, en parte porque las actuales prácticas contables no contemplan la divulgación de información sobre las filiales en el extranjero. Además, las empresas pueden cubrir sus riesgos con derivados financieros. Y esta información tampoco está disponible públicamente, por lo cual es difícil evaluar el alcance de las vulnerabilidades reales de las empresas. Nuevas normas que exijan reportes más exhaustivos en estos dos frentes y un mejor monitoreo por parte de las autoridades financieras podría ser un importante avance hacia la solución de estos problemas. Los responsables de las políticas públicas en los mercados emergentes también deberían estar preparados para ayudar a las empresas que se enfrentan a dificultades como resultado de las políticas monetarias más estrictas en Estados Unidos y del alza de las tasas de interés en ese país. Al haber tanto en juego, los mercados emergentes no pueden permitirse adoptar una actitud pasiva cuando se trata de su deuda corporativa. La precaución es la mejor prevención.
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