A veces necesitamos un pequeño empujón para hacer cosas que sabemos que nos hacen bien. Buscamos un “compañero de gimnasio” para comprometernos de alguna forma con hacer ejercicio. O le apostamos dinero a un amigo para ver quién puede pasar un mes sin fumar. Cuando se trata de ahorrar, estos empujones también son importantes para muchos, aún si no se dan cuenta.
Entradas anteriores de este blog exploraron los principales motivos por los que la gente de América Latina y el Caribe ahorra menos que en otras regiones y lo importante es que fomentar los hábitos de ahorro en los niños. Estas entradas sugirieron que expandir la oferta actual de productos bancarios y financieros disponible para los latinoamericanos podría no ser suficiente para ayudarlos a ahorrar más. Gobiernos, reguladores e instituciones financieras deben tener en cuenta varias limitaciones conductistas frente al ahorro, a la hora de diseñar e implementar políticas de inclusión financiera.
Como quienes buscan un compañero para ir al gimnasio, los que saben que tienen problemas para ahorrar buscan productos financieros que les brinden un mecanismo de auto control, como planes de inscripción automática. Sin embargo, otras personas no están del todo conscientes de los sesgos que les impiden lograr metas de ahorro a más largo plazo. Después de todo, un plan de ahorro es un compromiso que se asume hoy para cumplir en el futuro. Por lo tanto, es clave brindar productos financieros que puedan ayudar a los individuos a usar en su favor rasgos como la procrastinación y la inercia.
Quienes se centran en el presente enfrentan una desconexión entre su yo actual y futuro. Para ellos, un producto financiero que le permite a su yo presente atarle las manos a su yo futuro podría ser sumamente beneficioso para incrementar su caudal de ahorro. Por ejemplo, un contrato de ahorro que incluya penalidades como reducciones en la tasa de interés o tarifas cuando no se cumplen las metas podría ayudar al yo futuro a continuar por la buena senda.
Un influyente estudio mostró que la economía conductista puede ser usada efectivamente para diseñar políticas preceptivas que pueden fomentar el ahorro. Al ofrecerle a la gente la opción de comprometerse por adelantado a destinar parte de sus aumentos de salario futuros a ahorros para la jubilación, el programa “Save More Tomorrow” (Ahorre más hoy), implementado en Estados Unidos entre 1998 y 2002, incrementó las tasas de ahorro de 3,5% a 13,6% en 40 meses. Desde entonces, una cantidad creciente de estudios han comenzado a probar distintos productos con diferentes estímulos y diferentes niveles de compromiso para poder identificar qué funciona y cómo.
Cuando la oferta de productos financieros formales es limitada, los grupos de ayuda entre pares han surgido naturalmente para brindar servicios financieros con sistemas de compromiso incorporado. En estos grupos de ahorro, los individuos se reúnen para realizar contribuciones cíclicas que le son entregadas en su totalidad a uno de los miembros del grupo en cada reunión. Estos grupos se suelen formar dentro de una red social existente, lo cual garantiza el compromiso. En Chile, un modelo similar de grupos de autoayuda entre pares fue implementado entre microemprendedores para alentarlos a ahorrar como medida de precaución. Los resultados de su diseño experimental muestran que la cantidad de depósitos creció alrededor de 350% y que los balances de ahorro casi se duplicaron.
Otra opción que se está desarrollando en la región son los productos comerciales de compromiso con un plan de ahorro que establece una meta a cumplir en una cantidad fija de cuotas. Para los que cumplen con su plan, el contrato suele otorgar incentivos como tasas de interés preferenciales o participación en sorteos.
Aunque implican niveles mucho mayores de compromiso ex ante, los mecanismos por default pueden ser efectivos para capitalizar la inercia con el fin de aumentar los ahorros, en especial en escenarios que dependen menos de transacciones en efectivo y con altos niveles de uso de métodos de pago electrónico. A los individuos que suelen preferir el status quo les resultará más difícil desactivar el mecanismo de ahorro. En este escenario, la inercia actuará como una restricción para que la persona deje de ahorrar.
Aún si los individuos abren una cuenta que los obliga a comprometerse, quizás les siga resultando difícil apartar dinero y cumplir con su plan de ahorro en la vida cotidiana debido a falta de atención, por ejemplo. A diario, gente que está muy consciente de su mala memoria o falta de atención recurre a simples trucos, como usar una banda elástica en la muñeca o ponerse un anillo en el dedo equivocado, para recordarse a sí mismos de ciertos eventos o tareas que deben cumplir. Estrategias similares como recordatorios e incentivos podrían ayudar a la gente a alcanzar sus metas de ahorro. Un estudio pionero analizó los efectos de recordatorios mensuales con distinto contenido en tres países: Bolivia, Perú y Filipinas. En general, hubo un aumento de 6% en los balances de ahorro debido a los recordatorios y un incremento de 3 puntos porcentuales en la probabilidad de alcanzar una meta de ahorro específica.
Estos son algunos de los temas que han inspirado al Departam`ento de Investigación del BID a dedicar la edición 2016 de su publicación insignia, Desarrollo en las Américas (DIA), al ahorro.
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