A lo largo de las últimas dos décadas, América Latina y el Caribe ha hecho grandes avances en la ampliación de los servicios de salud para sus ciudadanos incrementando el gasto, aumentando la esperanza de vida general y contribuyendo a una disminución de las tasas de mortalidad de los menores de cinco años. Sin embargo, a pesar de esas mejoras, la región tiene que volverse más eficiente para lograr su objetivo de cobertura universal de salud, donde nadie tenga que sufrir dificultades financieras para recibir un tratamiento de salud adecuado.
En tiempos de recursos escasos, la eficiencia financiera es especialmente importante. Es esencial para maximizar los logros de salud de los pacientes, para asegurar que el dinero no se despilfarre y garantizar la voluntad de la sociedad de seguir financiando los servicios de salud.
Sin embargo, según el avance de un capítulo del próximo informe insignia del BID, Mejor gasto para mejores vidas, los países de América Latina y el Caribe generalmente no son eficientes en términos de salud. De hecho, 22 de 27 países de la región se encuentran en la mitad inferior de la clasificación de eficiencia promedio de los países de la OCDE y de ingresos medios, y 12 se encuentran en el 25% inferior. Al optimizar la eficiencia podría marcarse una diferencia fundamental. Incluso manteniendo estables los presupuestos de salud, podría ampliarse la esperanza de vida promedio en cuatro años y aumentar la asistencia especializada en el parto en un 4,4%.
Para tener una idea de los retos del futuro, presentamos unos datos clave del capítulo sobre salud de nuestro próximo informe insignia.
El gasto farmacéutico
Entre 2013 y 2017, el gasto en medicamentos aumentó aproximadamente un 12% al año en la región, es decir, cuatro veces más rápido que en América del Norte y seis veces más rápido que en Europa. Y dado que se prevé que los gastos farmacéuticos seguirán aumentando, tenemos que ser más eficientes. Algunos gobiernos han respondido comparando el costo de los medicamentos en otros países y fijando límites a sus propios precios en la parte baja de la escala. Numerosos países también han implementado sistemas centralizados de negociación y compra de medicamentos, lo cual otorga a los gobiernos un mayor poder de negociación. Los incentivos, que van de precios más bajos a exenciones fiscales, también existen en la región para las empresas que producen medicamentos genéricos, igualmente efectivos pero menos caros.
Aún así, los medicamentos genéricos no están siendo usados como podrían, y se recurre demasiado a los medicamentos caros. El uso habitual de la insulina glargina, una insulina no natural análoga para tratar la diabetes, es un ejemplo clásico. Esta insulina es hasta un 120% más cara que la insulina humana, que proporciona beneficios similares.
La atención primaria y preventiva
La atención primaria, donde un médico sirve como el primer contacto de un paciente con el sistema de salud y coordina el tratamiento con los especialistas, a menudo ahorra dinero asegurando una atención médica adecuada antes de que los problemas empeoren. Tiene una función esencial puesto que reduce o incluso elimina la necesidad de más visitas de urgencia, hospitalizaciones o procedimientos complejos, que en todos los casos son caros. Sin embargo, la realidad es que los sistemas de atención de salud de la región todavía dependen demasiado de los especialistas y de tratamientos administrados en el hospital. Como consecuencia, se malgasta el dinero. Un análisis publicado en 2012 revelaba que se podría haber evitado un promedio de 9,6 millones de hospitalizaciones (el 19% del total de altas) al año mediante el acceso a una atención primaria oportuna. Todo esto acaba sumando importantes sumas de dinero que se podrían invertir más productivamente.
Parte de la solución radica no sólo en hacer la atención primaria más accesible sino también en proporcionar y vigilar el cumplimiento de las directrices nacionales basadas en normas internacionales para los tratamientos. Por ejemplo, en Colombia el Ministerio de Salud ha publicado directrices para el tratamiento de la diabetes que deben seguir las empresas promotoras de salud financiadas públicamente. Sin embargo, dado que sólo el 15% de la población que sufre diabetes es objeto de las pruebas estipuladas en las directrices, hay demasiados pacientes de diabetes que acaban en situaciones de cuidados intensivos caros, como diálisis, amputaciones o incluso la muerte. Velar por el cumplimiento de estas directrices podría marcar una diferencia.
La prestación de servicios de salud
Numerosos servicios de salud en América Latina y el Caribe se pagan mediante sistemas de reembolso retrospectivos en los que se reembolsa al proveedor según los costos que declara tener. Esto significa que el proveedor tiene escasos incentivos para minimizar los gastos. En cambio, los sistemas de pago por desempeño, como los adoptados en cierta medida en Chile y Uruguay, basan sus pagos a los proveedores en los resultados de los pacientes, por ejemplo, reduciendo los reingresos hospitalarios. Estos sistemas pueden favorecer las decisiones que están más basadas en datos para saber cómo asignar eficientemente los recursos a las prioridades de salud y a los proveedores de salud que obtienen los mejores resultados.
Desde luego, es necesario tomar muchas otras medidas y el avance del capítulo del próximo informe insignia del BID aborda con gran detalle una amplia gama de aspectos. Sin embargo, un mensaje central es que la región tiene que producir mejores métricas en salud en todos los planos, desde el financiamiento de la atención de salud hasta la prestación de cuidados de salud, la gestión y la asignación de recursos con el fin de emplearlos para desarrollar políticas eficientes y efectivas. En tiempos de un menor crecimiento y de presiones fiscales, además de poblaciones más longevas, todos factores que aumentan los costos de salud, no hay mejor momento que éste para llevar a cabo las reformas necesarias.
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