Los países de América Latina y el Caribe han recuperado, en su mayoría, los niveles de demanda eléctrica previo a la Pandemia cuyo mayor impacto se presentó fundamentalmente entre marzo y mayo. Nuestra inferencia es que la demanda eléctrica se recuperará en poco tiempo. No obstante, la recuperación es muy heterogénea entre países.
Algunos países mostraban un crecimiento significativo de la demanda eléctrica que fue interrumpido por la pandemia. Sin embargo, estos países muestran actualmente una tendencia inferior a aquella que presentaban previo a la crisis sanitaria. Esto puede ser explicado por los impactos económicos que persisten aun cuando las medidas sanitarias más restrictivas han sido suspendidas. Para aquellos países que enfrentaron la pandemia con un bajo crecimiento de la demanda eléctrica, la pandemia supuso un agravamiento de estas tendencias preexistentes.
Si bien lo peor de la crisis sanitaria ha quedado atrás en el sector de la energía, sus efectos todavía perduran, dada la relación entre los impactos económicos y la demanda eléctrica. En los últimos meses, el BID ha estudiado de cerca la evolución de la demanda de eléctrica en la región. Esto se ha hecho con la intención de monitorear el impacto de la pandemia y de las diferentes medidas de política que se han aplicado durante la cuarentena, tales como el distanciamiento social que han transformado la forma en que las sociedades latinoamericanas y caribeñas demandan energía a lo largo del día. El impacto de estas medidas puede contrastarse comparando el consumo de energía durante el año pasado, en una situación normal; y el consumo eléctrico tras de las medidas sanitarias en cada mes del año.
Reducción semanal de la demanda
La severidad de las medidas adoptadas ha dado lugar a patrones diferentes en la recuperación del consumo.[1] Se puede considerar que en los países con medidas de restricción de la movilidad adoptadas tempranamente y de forma estricta implicaron descensos de la demanda muy importantes. En ese grupo destacan Perú, Bolivia y Guatemala con 32,6, 28,5 y 17,5 por ciento, respectivamente. Sin embargo, otros países con medidas sanitarias más indulgentes están manteniendo su consumo de electricidad más cercano al del año pasado en promedio, pero aun así también sufrieron reducciones de demanda significativas.
En países como Nicaragua, República Dominicana o Uruguay, donde las restricciones de movilidad fueron menos restrictivas, la demanda se redujo en 11.8, 9.2 y 17.5 por ciento, respectivamente, en comparación con los mismos meses de 2019. Sin embargo, no han presentado la reducción constante de la demanda que se puede ver en otros países. Por último, los países que han impuesto bloqueos parciales también se han visto menos afectados, como es el caso de Chile, Costa Rica, México o Brasil, cuya reducción máxima de la demanda semanal disminuyó a 6.78, 13.26, 13.23 y 15.31 por ciento, respectivamente. Consecuentemente, estos países han pasado a tener tasas de recuperación más rápidas de su nivel habitual de demanda de electricidad.
La demanda vuelve a niveles pre-COVID
Los niveles actuales de demanda muestran que muchos de los países de América Latina y el Caribe han logrado volver a los niveles de consumo eléctrico pre-COVID que serían compatibles con la reanudación de niveles pasados de actividad y que generan la variabilidad habitual de la demanda eléctrica. No obstante, la recuperación de la demanda ha tomado diferentes trayectorias de recuperación y diferentes períodos de tiempo para cada país, dependiendo de las medidas implementadas para proteger a la población y a las industrias y negocios de cada país.
A medida que avanzamos hacia la nueva normalidad es clave hacer un seguimiento del comportamiento de la demanda eléctrica para observar cómo se recupera; ya que este indicador está ligado a las inversiones requeridas por el sector energético y al retorno a los niveles habituales de productividad de cada uno de los países. Durante este año podríamos ver cómo los gastos en las materias primas necesarias para producir electricidad, los combustibles fósiles, se han reducido ya que los países han usado su actual capacidad de generación renovable, pero la recuperación de la demanda eléctrica es inminente y con ello el retorno a niveles de operación e inversión similares a los que se tenían previo a la pandemia.
[1] En el gráfico representamos el periodo entre la fecha en que se llevaron a cabo las medidas de cuarentena nacional en cada país y que afectaron la actividad económica, así como la fecha en que se atenuaron dichas limitaciones en rojo. En el caso de Brasil solo hemos indicado el inicio de las cuarentenas parciales a nivel regional.
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