Con el avance del nuevo coronavirus en América Latina y el Caribe, los gobiernos han implementado medidas significativas para evitar su expansión que imponen la suspensión de actividades no esenciales. Estas medidas de distanciamiento social acarrean con ellas un coste económico intrínseco en la productividad de dimensión aun incierta, pero que podrá ser observados con mayor claridad en los próximos meses. Esta disminución de actividades económicas impacta fuertemente en el sector de energía. La diferencia entre la demanda esperada y la demanda observada va a generar una brecha de ingresos sustanciales en el sector. El impacto de esta brecha en la salud del sector eléctrico en el mediano y largo plazo dependerá de la situación financiera de las empresas antes de la crisis, la identificación de riegos y costos durante la misma (que depende las reglas de mercado y contractuales) y los instrumentos de recuperación implementados tras ella.
Entender, acompañar y prever la demanda en el contexto de crisis, y la diferencia entre esta y la demanda esperada precrisis, nos permite estimar el tamaño del potencial efecto colateral del coronavirus en el sector eléctrico. Y de esta forma, pensar en las mejores soluciones y prácticas para tratar el problema. En este blog, analizamos las dimensiones de los cambios observados en la demanda eléctrica en los países de América Latina y Caribe en las últimas cuatro semanas[1].
¿Por qué con las medidas el consumo cae de forma diferente?
Como se puede ver en el siguiente gráfico, los países declararon medidas de cuarentena en diferentes momentos y con diferentes niveles de exigencia. Perú, por ejemplo, declaró una cuarentena general el 16 de marzo y las caídas fueron enormes ya desde la primera semana alcanzando una reducción del 32%. También es el caso de Paraguay donde desde el 20 de marzo se decretó la cuarentena que impuso una reducción de hasta el 28.1% de la demanda ( datos están disponibles hasta el momento de entrega del blog) .
En Bolivia, donde también se decretaron medidas tempranas el 22 de marzo, se puede ver cómo se dio una reducción rápida de la demanda de hasta el 26.69%. Mientras que en Chile, sin embargo, se tomaron medidas de cuarentena que afectaban a una parte determinada del país el 26 de marzo, motivando un decrecimiento parcial de la demanda que se estabiliza por ahora a la semana siguiente en torno al 9%.
Esta técnica de análisis ha sido usada con anterioridad para medir modificaciones en el comportamiento acostumbrado de la sociedad. Midiendo el efecto de las vacaciones, las huelgas, los efectos meteorológicos y recientemente el efecto del coronavirus (1 y 2). No obstante, hay que matizar las posibles interpretaciones.
El uso de estos datos requiere cautela con las lecturas que realizamos de ellos ya que el detalle puesto a disposición del público ofrece una imagen agregada del consumo de cada país. Pero el origen de este consumo depende de la electro-intensidad productiva de las economías de la región y varía para cada país. Por ello, podemos ver reducciones más acentuadas en países en los que se realizan actividades altamente mecanizadas como la minería en Bolivia, Chile o Perú. Sin embargo, en economías más orientadas a los servicios como Costa Rica, una reducción del consumo eléctrico comparativamente menor, de casi 5% habiendo declarado cuarentena el 24 de marzo, puede acarrear un impacto económico idéntico al de países más electro-intensivos donde la productividad depende más del consumo eléctrico.
¿Cómo calcular el efecto en el consumo eléctrico?
Pese a estas limitaciones, conocemos las horas típicas de operación de cada tipo de usuario (residencia, comercial, industrial y público) y podemos percibir cuáles son los tipos de usuarios que han dejado de consumir. Las residencias consumen por lo general menos que las empresas y comercios. Por tanto, debido al mayor número de personas en casa y al incremento del consumo residencial asociado, los consumos eléctricos de todos los sectores en conjunto deberían reducirse durante la cuarentena.
Además, conocemos que tradicionalmente en condiciones normales en los países se viene produciendo un doble pico de consumo a lo largo del día. El primero se genera en el horario del medio día, motivado por el incremento de la actividad industrial. Y el segundo es ocasionado por el incremento de consumo en las casas cuando la gente regresa al hogar, por el arranque de los segundos turnos de manufacturas y por el alumbrado público. Asimismo, muchas empresas operan en ciclos continuos de producción que motivan que parte de la demanda generada se constituya en un valor base que se produce en todas las horas del día.
Teniendo esto en cuenta, identificamos que el primero de los picos a lo largo del día se reducirá de manera significativa en un escenario de suspensión inmediata de la actividad económica. Y este bajón vendrá también acompañado por la caída del consumo general a lo largo de todas las horas del día por la paralización de aquellas empresas que operan en un régimen continuo.
En ese sentido, vemos cómo se dan variaciones significativas en aquellos países que tomaron medidas altamente restrictivas y que perciben rápidos descensos del consumo entre las 10 y las 16 horas además de bajadas generalizadas del consumo (ver Figura 2). Mientras algunos países que durante el periodo publicado no habían tomado medidas, retienen aproximadamente los niveles de consumo que tenían a finales de febrero, como es el caso de México, Nicaragua o Costa Rica. Sin embargo, los impactos económicos podrán únicamente ser extrapolado a través del análisis de las curvas de demandas sectoriales y de la estructura económica intrínseca de cada país modelando las variables que afectan a este consumo.
[1] La elección de los países se basó en la disponibilidad de los datos.
Comparamos la caída de la demanda de energía eléctrica en Colombia, El Salvador y Guatemala con la de Estados Unidos y la Unión Europea.
https://www.linkedin.com/pulse/el-consumo-de-energ%C3%ADa-el%C3%A9ctrica-como-indicador-la-recesi%C3%B3n-wolf