“Mi colegio es mejor que el tuyo” le dijo un joven de unos 13 años a un compañero de edad similar en la escuela que visitaba. Me acerqué a preguntarle por qué y me respondió sonrojado: “porque es más grande y sí tiene todo” e inmediatamente se fue corriendo. En dos frases, este joven nos recuerda que, en los países de América Latina y el Caribe, el dotar a todas las escuelas de los recursos apropiados para propiciar los aprendizajes sigue siendo una meta por alcanzar ¿Cómo pueden los sistemas educativos de la región abordar este desafío?
Aunque los recursos puedan verse como un tema fácil de tratar, la realidad nos muestra que el proceso de gestión de los mismos es complejo; nada se logra con acciones aisladas que no traten los problemas estructurales y de fondo. La solución es articular un conjunto de acciones que incluyan a la diversidad de factores y actores que hacen parte del acto y la comunidad educativa. Les comparto cuatro acciones concretas a seguir:
1) Mantener un inventario actualizado y dinámico de la infraestructura con la que se cuenta para poder hacer un diagnóstico certero de las necesidades específicas de cada institución educativa. Expertos en economía de la educación como Paul Glewwe han establecido que la falta de información centralizada ha sido uno de los principales obstáculos para poder planificar correctamente la inversión en infraestructura escolar. Iniciativas como el Censo de Infraestructura Educativa Regional (CIER) del BID están orientadas hacia esa necesidad
2) Planificar inversión diferenciada según las necesidades y contexto de cada institución, manteniendo los mismos estándares de calidad en todas. En palabras de Helen Ladd, es necesario “invertir con equidad en el acceso a los recursos”.
3) Invertir en lo significativo para el aprendizaje. La evidencia indica que la infraestructura a nivel escolar, como bibliotecas, laboratorios científicos, computadores y la creación de nuevas escuelas, aumenta los resultados de aprendizaje de los estudiantes” (Glewwe, 2016)
4) Gestionar correctamente el uso de los recursos en todos los niveles de autoridades educativas, involucrando a las comunidades. De nada sirve recibir aumentos en la alocación de recursos, cuando los mismos no son correctamente utilizados.
La región ha dado pasos en la dirección correcta. En Ecuador, por ejemplo, se han dado los primeros grandes pasos y, con estas consideraciones, se realiza el proyecto de construcción de Unidades Educativas del Milenio. En esta propuesta, cada unidad educativa ha sido diseñada maximizando los recursos que puede aprovechar y obtener del contexto en el que se encuentra.
El éxito de la región dependerá de que mantengamos nuestro compromiso con la idea de que invertir en educación hoy es la mejor apuesta para el desarrollo del mañana.
Adriana López es Directora de Modelos de Evaluación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa de Ecuador. Es magister en Ciencias de la Educación por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Licenciada en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Adriana participó en el curso “Líderes en Educación” y su entrada fue escogida para publicación.
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