La llegada de un primer hijo despierta un torbellino de ilusiones en los futuros padres y madres: los sueños de una vida familiar plena, estable y enriquecedora se entrelazan con la emoción de lo desconocido. Sin embargo, en medio de tanta expectativa, pocas mujeres se detienen a pensar en el profundo impacto personal que implica convertirse en madres. Y es todavía menos frecuente que los hombres —los futuros padres— sean conscientes de los cambios que están a punto de ocurrirles en esta nueva y transformadora etapa.
En esta entrada de blog, te contamos y reflexionamos sobre una investigación que estudió el impacto de la paternidad directamente en el cerebro de los hombres.
El cerebro de un papá
Tener un hijo trae cambios físicos, fisiológicos y psicológicos no sólo para la madre biológica, sino también para el papá. Para entender esto, el Dr. Saxbe y su equipo estudiaron a padres primerizos de Estados Unidos antes y después del nacimiento de sus hijos.
Los investigadores escanearon el cerebro de 38 padres alrededor de la semana 28 de gestación y 6 meses después de nacidos sus bebés. En estas visitas al laboratorio, y luego a los 12 meses, también respondieron sobre su experiencia en la paternidad, la calidad de su sueño y su salud mental.
Los resultados fueron sorprendentes: los recientes papás perdieron volumen de materia gris en la corteza —la capa del tejido cerebral responsable de procesar e interpretar información, la memoria, las emociones, el pensamiento del análisis crítico y la resolución de problemas.
Pero estos cambios no fueron iguales para todos: los hombres que perdieron más volumen cerebral son quienes más se involucraron en la crianza y pasaron más horas al cuidado de sus hijos. Ellos, al mismo tiempo, disfrutaron más de la paternidad, sintieron un mayor apego emocional con sus hijos y menor estrés parental.
Los autores interpretan este cambio en el cerebro como una adaptación mental a la paternidad: el cerebro se reorganiza de una forma que favorece una mayor concentración emocional y cognitiva para el cuidado del bebé. Así pueden estar mejor preparados para responder a los desafíos asociados a su nuevo rol y a crear un vínculo con sus bebés, como documentan estudios enfocados en madres primerizas. Crear esa conexión trae beneficios para la salud de los hombres —al generar un mayor nivel de oxitocina, la “hormona del amor”— y para el desarrollo cognitivo, social y emocional de los niños.
Cuidador se hace: cambios cerebrales y también en las políticas
El estudio, además de fascinante, tiene un mensaje poderoso: cuidador se hace. Los hombres tienen la capacidad de adaptarse neurobiológicamente para ser buenos cuidadores cuando están presentes activamente en la crianza —es decir, cuando se encargan de cambiar pañales y de alimentar, dormir y bañar a sus hijos, entre otras responsabilidades.
Pero, en paralelo, el Dr. Saxbe y coautores también observaron que los papás que perdieron un mayor volumen de materia gris reportaron con mayor frecuencia problemas para dormir, depresión, ansiedad y estrés psicológico.
Entonces, ¿cómo podemos concientizar, motivar y apoyar a los hombres en la región a involucrarse en la primera infancia y transitar los desafíos de la paternidad? Responder a esta pregunta requiere generar datos y conocimiento que permitan identificar qué estrategias son más efectivas y orienten el diseño de políticas públicas. Algunas reflexiones:
- Es clave transformar estereotipos que siguen ubicando el cuidado infantil como responsabilidad mayormente femenina. En el hogar, se pueden fomentar acciones para que los niños crezcan libres de estos estereotipos, como incentivar que tanto niñas como niños se ocupen de tareas de culturalmente asignadas a las niñas.
- Crear entornos laborales que apoyen y no juzguen a los padres que desean involucrarse en la crianza sería otro paso importante. Más allá de los beneficios para la familia, una mayor participación masculina en el cuidado puede favorecer a la sociedad, al tener hombres con sensibilidades más desarrolladas. Estudios futuros podrían explorar cómo los cambios de la paternidad afectan aspectos como la convivencia social, el desempeño laboral y la productividad de los padres.
- Involucrarse en el cuidado infantil requiere tiempo, dedicación y condiciones que lo permitan. Las licencias por paternidad pueden ser una herramienta fundamental para fomentar la corresponsabilidad desde los primeros días. Sin embargo, en 8 de 26 países de la región estas licencias aún no existen, y en muchos donde sí están disponibles, los hombres no las utilizan. Comprender cómo motivar su uso es crucial. Factores como el porcentaje de remuneración, la obligatoriedad o la flexibilidad del permiso pueden influir significativamente en la decisión de los padres. Motivar su uso es crucial.
- No nos olvidemos de la importancia de cuidar al cuidador. Participar de forma comprometida y responsable en la crianza puede generar estrés, ansiedad y una carga emocional considerable. La salud mental de los cuidadores influye en la calidad de las interacciones en el hogar y el desarrollo de los niños. Es necesario identificar intervenciones costo-efectivas que aborden la salud mental de los padres, por ejemplo, mediante espacios donde los hombres pueden expresar sus ideas, emociones y necesidades, y fortalecer sus habilidades de cuidado.
Más allá de nuestros roles como especialistas en el BID, nuestras experiencias como mamá y papá nos identificaron mucho con este estudio y sus conclusiones. Nos encantaría conocer tu experiencia, ¿qué cambios te sorprendieron en los primeros meses cuando fuiste papá o cuáles viste en el padre de tu hijo? ¿Qué otros esfuerzos crees necesarios para apoyarte o apoyar a los papás de tu comunidad?
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