En colaboración con Sophie Gardiner.
En la próxima publicación del BID, “Panorama sobre desarrollo infantil en América Latina y el Caribe: un estudio comparativo”, de María Caridad Araujo, Florencia López-Boo y Juan Manuel Puyana, los programas de Argentina se destacan por sus altos estándares para la calificación de los maestros, por su cobertura universal y la buena estructura de sus currículos. El estudio analiza tres programas de guarderías. Dos de ellos, los Centros de Protección Infantil (CPI) y los Jardines Infantiles de Buenos Aires, están ubicados en Buenos Aires. Un tercer programa, Jardines Infantiles del Municipio de Villa Paranacito, se encuentra en la provincia de Entre Ríos. Todo el sistema educativo de Argentina está organizado a nivel federal, lo que significa que cada provincia es responsable de sus propios programas, su diseño y financiamiento.
Cuando visité estos tres programas en Argentina en junio de 2011, me llevé la grata sorpresa de que era un requisito para los maestros y el personal responsable del cuidado de los niños tener niveles de educación muy altos, aun mas altos que aquellos exigidos en programas similares en otros países de América Latina. Concretamente, los maestros de los tres programas deben ser licenciados en educación infantil o maestros de educación preescolar, títulos que toman cuatro años de estudio (post-secundario) en Argentina. Esto significa que los maestros de un Jardín Infantil o Jardín Maternal habrán cumplido dieciséis años de educación formal, como mínimo. Además de los maestros, los auxiliares de docencia y otros cuidadores tienen que cumplir con requisitos mínimos de calificación, aunque hay más variacion entre los programas. En los CPI, los auxiliares son madres de las comunidades o estudiantes preparándose para ser maestros de educación preescolar. El personal responsable del cuidado de los niños en los Jardines Infantiles de Buenos Aires y Entre Ríos tiene como requisito haber completado la educación secundaria. Para este tipo de trabajo, dicho requisito es mucho más estricto que en otros países latinoamericanos (hay países en los que sólo se exige saber leer y escibir).
El segundo elemento que llamó mi atención durante mi visita y que vale la pena destacar en los programas argentinos es la cobertura universal de los Jardines, aunque algunos grupos de niños tienen prioridad en el proceso de inscripción. Se da prioridad a: i) los niños que viven cerca del centro preescolar, ii) los hermanos de los niños que ya asisten al centro, o iii) los hijos de los empleados de la escuela. También, y esto resulta aún más importante, se da precedencia a los niños que habitan en viviendas precarias, a los que provienen de hogares mono-parentales, a aquellos cuyos padres trabajan en la zona, y a los que tienen necesidades básicas insatisfechas. Veo tanto el lado positivo como el lado negativo de este proceso de priorización. Podrían generarse interacciones significativas entre los niños más ricos y los más pobres de un aula, pero el proceso sería menos eficaz para dar apoyo a las familias menos aventajadas.
Luego de que terminaran mis visitas, y en uno de los último días del invierno porteño, fuí a la Secretaría de Educación Inicial de la Ciudad de Buenos Aires para entrevistarme con la directora de la división, Marcela Goenaga, quien fue de gran ayuda. Marcela me entregó copias de los currículos utilizados en todos los Jardines y me explicó cómo los habían desarrollado. Por ello, el último aspecto que valdría la pena mencionar en esta publicación es el currículo tan bien organizado en los Jardines Infantiles de Buenos Aires. La Secretaría de Educación Inicial de la Ciudad de Buenos Aires publicó una guía curricular para la educación preescolar en el año 2000. La guía se divide en tres tomos por grupo de edad: de 45 días a dos años de edad, de dos a tres años, y de cuatro a cinco años. Cada tomo destaca los elementos más importantes para el cuidado de los niños durante esa etapa de desarrollo. Por ejemplo, la relación con la familia, la introducción al entorno, las actividades en el aula, los elementos clave en el espacio de los niños y los métodos de evaluación, están dirigidos específicamente a cada grupo de edad.
Parecería que no hay razón para que los chicos de Argentina lloren mucho…más bien, los Jardines de Argentina parecen estar bien encaminados a establecer altos estándares de cuidado infantil en la región. Creo que uno de los desafíos por delante es la creación de un sistema de priorización para la inscripción, para que los Jardines sigan llegando a los niños que más lo necesitan.
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