“No queremos volver a la ‘normalidad’ que nos discriminaba y marginalizaba, queremos que esta ‘nueva normalidad’ sea algo distinto”. Esas fueron las palabras de una activista que participó en el video proyecto En Primera Persona. Esta serie de videos, compuesta por materiales de 2 minutos y realizada por familias en situación de pobreza en seis países de América Latina, muestra no solo las dificultades que enfrentan, sino los recursos que desarrollan para sobrellevarlas. Los testimonios develan el peso que significa para las mujeres cumplir con las imposibles medidas de aislamiento, en el marco de las limitaciones habitacionales y la carencia de centros de cuidado y educación.
Para poder avanzar hacia algo distinto y mejor, será necesario reconocer, escuchar y convocar la participación y representación de las familias e infancias en situación de pobreza. Durante los meses de pandemia se aplicaron diversas políticas con mayor y menor éxito. Lo que se ha verificado es que las familias desarrollan estrategias con enorme creatividad y esfuerzo, que les permiten sobrellevar las adversidades durante la pandemia. También ha resultado claro que, en la mayoría de los casos, las familias no participaron ni en el diseño ni en la aplicación de muchas de las políticas, salvo como beneficiarias. No fueron sujeto sino objeto de las políticas y programas.
Impacto, pandemia y solidaridad
Las infancias y adolescencias resultaron afectadas directa e indirectamente por la pandemia, así como por las medidas restrictivas. Se estima que alrededor de 1.500 millones de niñas, niños y adolescentes migraron de la escuela a otro espacio ‘educativo’, usualmente el hogar, más allá de las condiciones y posibilidades físicas y materiales en que se encontrara. De ellos, UNICEF estimó que 463 millones no tenían acceso a la educación a distancia. Esto también afectó muy seriamente a la primera infancia. De manera directa, por ejemplo, en una caída estimada de entre el 10 al 15% en las tasas de vacunación infantil o por el impacto en las y los cuidadores y sistemas de atención primaria. De manera indirecta, por los cambios económicos, sociales y emocionales en el hogar.
Las evidencias muestran que este impacto ha sido diferenciado para los distintos sectores sociales, recayendo con mayor fuerza en los sectores en situación de pobreza. América Latina es una de las regiones del mundo más urbanizadas y, al mismo tiempo, más desiguales. Las grandes ciudades presentan un desafío notable para la articulación entre las políticas generales aplicadas en este período, y las condiciones, posibilidades y acciones locales.
En el proyecto En Primera Persona se evidencia algo que está claro en los territorios: una red amplia de solidaridad entre vecinos y vecinas, organizaciones sociales, religiosas y políticas que, sumadas a las políticas de emergencia, han sido fundamentales para sobrellevar la pandemia. Creemos que con esta base es posible desarrollar programas que sean flexibles y posibiliten la articulación entre diferentes niveles de gobierno.
De la urgencia al desarrollo
Debemos pasar de la respuesta a la emergencia a un desarrollo integral e inclusivo que tenga en cuenta las necesidades diferenciadas según el contexto. Para esto es necesario partir de las respuestas a algunas preguntas:
- ¿Qué hemos aprendido?
- ¿Cómo aplicamos estos aprendizajes para avanzar hacia una mayor equidad y justicia social?
- ¿Cómo aseguramos que las generaciones presentes y futuras tengan garantizados sus derechos?
Desde la organización Equidad para la Infancia proponemos cinco recomendaciones que deberían seguir los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil:
- Hacer visibles las acciones, estrategias y propuestas de las familias en situación de pobreza. El reconocimiento lleva a la visibilidad, y esto es fundamental para implementar políticas inclusivas.
- Crear y potenciar medios materiales e inmateriales que empoderen a los grupos locales, para posibilitar su participación y representación a nivel municipal/estatal/nacional.
- Pasar de las acciones de emergencia a iniciativas que incrementen la equidad fortaleciendo las redes de solidaridad que desarrollan las organizaciones barriales.
- Implementar esquemas de monitoreo con indicadores cuantitativos y cualitativos para dar transparencia a políticas y programas.
- Dar preponderancia a las acciones centradas en la primera infancia, y sus cuidadores.
La pandemia está dando al mundo la oportunidad de crear una ‘nueva normalidad’ más justa, especialmente para aquellos que viven en situación de pobreza y marginalidad. Te invitamos a promover y aplicar estas recomendaciones en tu accionar cotidiano. Solo en conjunto podremos utilizar esta difícil experiencia como una energía transformadora.
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