¿Sabías que en México está ocurriendo una transformación profunda en el cuidado infantil de 0 a 3 años? En un blog post anterior, te presentamos a Edith, Karla y Verónica, tres profesionales que han sido una pieza clave del programa Luciérnaga, un programa de mentorías in-situ a agentes educativas impulsado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el BID y el Fondo de Innovación de Desarrollo Infantil Temprano.
Recientemente, conversamos con ellas para entender mejor cómo han vivido la evolución de sus carreras y el impacto de sus esfuerzos con el Programa Luciérnaga, que actualmente se está implementando en 39 centros en Ciudad de México y el Estado de México con la visión de expandirse a nivel nacional.
Testimonios de las tres protagonistas: transformación y esperanza
Desde su incorporación al programa Luciérnaga, Edith, Karla y Verónica han experimentado una profunda transformación personal y profesional. Luciérnaga no solo les ha ayudado a redescubrir su pasión y su propósito en su trabajo diario, sino que también les ha dotado de herramientas esenciales para fomentar interacciones de calidad con los niños. A continuación, descubrirás sus vivencias y los desafíos que han enfrentado al implementar el programa.
—¿Cómo el programa Luciérnaga cambió la manera de vincularte con los niños?
Verónica: “He aprendido de Luciérnaga que las cosas se pueden hacer de mejor calidad y volver a poner al niño en el centro de nuestro trabajo. Luciérnaga me dio herramientas para retomar el camino dentro de un entorno y una dinámica diaria que suele llenarse de cosas administrativas. Me ayudó a reconectar con el propósito de nuestra labor: estamos aquí por el niño.”
Edith: “Para mí Luciérnaga ha sido ‘un manjar’. Ha sido tan valioso tener momentos de compartir experiencias cuando nos conectábamos 16 educadoras mexicanas a las sesiones de capacitación. Yo estoy segura que las interacciones de calidad es lo que siempre se ha necesitado. Yo sé que Luciérnaga no solo lo necesitan ciertos países, sino el ser humano por ser humano (…). Esta mentoría destaca lo más bello que tienes por dentro y tus fortalezas.”
Karla: “Luciérnaga literalmente cambió mi vida. Logré darle significado a mi labor como asistente educativa y pude comprender el impacto que tiene mi día a día con los niños en su desarrollo a largo plazo, hasta su adultez. Eso para fue lo primero que me impactó. Una de las cosas más valiosas que yo me llevo y traigo conmigo es el significado y la importancia que tenemos las oficiales de puericultura o las asistentes educativas en la sociedad. Es algo que no sabía y que hoy me gustaría transmitirle a todos”
—¿Cuáles han sido los retos de implementar Luciérnaga? ¿Qué gratificaciones has tenido al superarlos?
Verónica: “sí ha sido un reto. Hay algunas noches en que yo ya voy a dormir y pienso en el proyecto, y digo ‘Madre santa, o sea, está súper ambicioso’, pero vamos poco a poco, un paso a la vez. De por sí ya ha sido bien gratificante ir a las guarderías de tratamiento y ver esos logros. (…) Sí me ha costado un poco de trabajo adaptarme al rol de facilitadora. A veces extraño mucho trabajar directo con los niños, pero pienso que con Luciérnaga no solo voy a impactar a los 38 niños que yo tenía a mi cargo, sino que vamos a impactar a muchos más y eso es lo que me anima porque ya lo vamos logrando”.
Edith: “anécdotas sobre los retos son muchas y maravillosas para mí. Una de ellas, es que entre los fólders de mi escritorio tenía (…) el de Luciérnaga, porque activamente estábamos viendo todo lo que había que concretar del pilotaje: la planeación, la retroalimentación, cómo hacer más digeribles los materiales. Y ahí lo tengo aún. Y cuando estuvimos en los recorridos de las guarderías me encantaba ver que las maestras y las mentoras en tratamiento con Luciérnaga están a gusto. Una de ellas dijo ‘mire, yo hice mi fólder’ y cuando lo vi, pensé ‘¡qué maravilla!, se trabajó tanto para lograr que ese contenido fuera lo más digerible, y ellas ya se lo están apropiando y lo están llevando a cabo’”.
Karla: “para mí, unos de los principales retos fue el contraste entre las funciones que venía desempeñando y las que iba aprendiendo con el proyecto dentro de la guardería con los niños, porque se piensa que promover interacciones de calidad no está entre las funciones que se esperan que hagamos nosotras. (…) Mis compañeras de sala y yo nos enamoramos del proyecto y fuimos muy enérgicas en defenderlo, pues sabíamos que era una buena causa. Nos dimos cuenta que nuestra labor no solo consiste en cumplir con el procedimiento de siempre con los niños. Dejamos de hacerlo en automático, nos detuvimos porque sabíamos que el niño a lo mejor necesita más tiempo y nosotras teníamos que darle su espacio. Hoy tengo más criterio para cumplir con la atención que requieren los niños”.
—¿En una palabra cuál ha sido su experiencia con Luciérnaga?
Edith: “Transformación”.
Karla: “Transformación”.
Verónica: “Transformación… y esperanza”.
Este relato subraya la dedicación de Edith, Karla y Verónica, cuyo trabajo no solo está cambiando sus vidas sino también moldeando el futuro de la educación infantil en México. Mantente atento para más historias inspiradoras como estas.
Leave a Reply