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Hoy se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Con motivo de esta efeméride queremos dedicar este blog a poner de manifiesto la importancia de las políticas públicas a nivel local para prevenir la violencia contra las mujeres en América Latina y Caribe (ALC).
Los compromisos para eliminar la violencia contra la mujer no escasean. A nivel internacional, este propósito está incluido explícitamente en acuerdos internacionales tan relevantes como la Agenda 2030 de Naciones Unidas (ONU), en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5, o la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1993. Asimismo, muchos países de nuestra región han promulgado leyes y declaraciones con el mismo objetivo. Este es el caso de Argentina en 1980; Costa Rica en 1984; Trinidad y Tobago en 1986; México en 1989; Barbados en 1992; Haití en 1994; Colombia y Ecuador 1995; Honduras en 1997 y Brasil en 1998, entre otros.
A pesar de este robusto marco normativo, la violencia contra la mujer en ALC, y en el mundo, sigue siendo una realidad diaria. En este sentido, y aunque estos acuerdos legales se adoptan a nivel nacional e internacional, las autoridades locales juegan un papel muy importante, pues son quienes implementan muchas de las acciones requeridas para acabar con este tipo de violencia.
El rol de las políticas urbanas en la eliminación de la violencia contra la mujer
Por desgracia, ALC tiene la tasa más alta de feminicidios de todo el planeta. Por lo tanto, si tenemos en cuenta que más del 80 % de todos los residentes de ALC viven en ciudades, las políticas urbanas deben estar al frente de la prevención de la violencia contra las mujeres. La forma en cómo se diseñan, construyen y gestionan las ciudades juega un papel fundamental en la prevención de la violencia contra las mujeres.
Con ese propósito en mente, y dado el papel tan relevante que tiene este tema dentro de la Visión 2025 del BID para lograr un desarrollo sostenible de ALC en los próximos años, presentamos 3 dimensiones urbanas que pueden hacer que la eliminación de la violencia contra las mujeres sea una realidad en un futuro muy cercano.
1. VIVIENDA: mejorar el acceso a la vivienda adecuada a las mujeres
El acceso a la vivienda es más difícil para las mujeres que para los hombres. Es decir, las mujeres tienen menos posibilidades que los hombres de contar con títulos de propiedad de vivienda y acceder a crédito para comprarse una casa. Así mismo, sus viviendas suelen estar ubicadas en áreas con menos servicios (acceso a saneamiento, que los hombres. Hay varios mecanismos por los cuales apoyar el acceso a una vivienda adecuada a las mujeres ayuda a reducir la violencia contra ellas:
Acceso a títulos de propiedad: Debido al trato diferenciado por ley o por costumbre, la mayoría de los títulos de propiedad todavía se registran a nombre de hombres. UNICEF estima que las mujeres representan solo el 25% de los propietarios de tierras en América Latina. Existe evidencia de que la seguridad de la tenencia se correlaciona con una disminución de la violencia de género, ya sea debido a un cambio en las actitudes de los hombres o al hecho de que las mujeres están más inclinadas a dejar las relaciones abusivas.
Ubicación de la vivienda: La ubicación de la vivienda afecta la seguridad y el desarrollo de las mujeres. Cuando las ciudades se expanden sin una planificación adecuada, los hogares pobres encabezados por mujeres son los más desfavorecidos, ya que tienden a estar en barrios precarios, con acceso limitado a medios eficientes de transporte público y viajes largos. Además, estas mujeres suelen realizar viajes largos en horas tempranas o tardías, cuando la frecuencia del transporte público es muy baja, aumentando su exposición a la violencia sexual en sus desplazamientos diarios.
Acceso a servicios de agua y saneamiento: El acceso a las redes de agua y saneamiento también afecta a la seguridad de las mujeres. Datos recientes estiman que solo una de cada cuatro personas que viven en áreas urbanas tiene acceso a instalaciones de saneamiento. Así mismo, solo tres de cada cinco personas que viven en áreas urbanas en todo el mundo tienen acceso a agua segura y fácilmente disponible en el hogar. Las mujeres que viven en este tipo de áreas urbanas enfrentan mayores riesgos de agresión sexual cuando utilizan instalaciones de saneamiento ubicadas fuera de sus hogares durante la noche.
2. MOVILIDAD: planificación del transporte urbano con perspectiva de género
La falta de planificación con perspectiva de género puede hacer que viajar sea más complicado, más caro, y más peligroso para las mujeres que para los hombres. Las mujeres, generalmente, dependen más que los hombres del transporte público. En ALC, en promedio, más del 50% de los usuarios de transporte público son mujeres. Esto conlleva a que, las mujeres también tengan el doble de probabilidades que los hombres de ser víctimas de violencia de género en el transporte público, lo que les impide disfrutar de un acceso equitativo a la movilidad. Así mismo, la mayoría de las rutas y aceras de autobuses públicos existentes en la región no están diseñadas teniendo en cuenta las necesidades de las mujeres. Por lo general, las mujeres usan el transporte público en intervalos más frecuentes, combinando su viaje diario de trabajo con viajes a la escuela, guarderías, centros de salud y viajes para ir de compras. Los datos muestran que tener un niño pequeño en casa aumentará el número de viajes que realiza una mujer.
3. ESPACIO PUBLICO: ciudades seguras para las mujeres
La planificación del espacio público hace que, muchas veces, nuestras ciudades sean inseguras. Las áreas oscuras, los parques aislados, las calles vacías y mal iluminadas, los estacionamientos subterráneos, y los pasos subterráneos para peatones brindan oportunidades para actividades delictivas y causan miedo e inseguridad a las mujeres. Los datos ponen de manifiesto que las mujeres tienden a sufrir acoso sexual en lugares públicos con más frecuencia que los hombres.
Pasando a la acción: ciudades proactivas para evitar la violencia contra las mujeres
Ninguna sociedad puede progresar sin abordar la violencia contra la mujer, lo cual es una violación de los derechos humanos básicos y un obstáculo para la prosperidad social. Pero: ¿cómo poner en práctica políticas urbanas que pongan fin a la violencia contra la mujer?
A nivel nacional, los marcos normativos sólidos son esenciales para garantizar los derechos básicos de las mujeres, especialmente en lo que respecta a los derechos a la vivienda y las leyes de herencia, la política de tierras y la seguridad de la tenencia, y las leyes contra la violencia de género. A nivel local, se requieren regulaciones e intervenciones sensibles al género, particularmente en el diseño y gestión de sistemas de movilidad de transporte y espacios públicos.
Así mismo, se debe aumentar la participación significativa de las mujeres en los procesos de toma de decisiones en todos los niveles de gobierno, al tiempo que se establecen mecanismos de gobernanza y sistemas de información de datos efectivos, responsables y transparentes para garantizar que las ciudades se construyan para brindar oportunidades para todos.
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