Un joven de pelo castaño, con camiseta, vaquero y mochila sale del trabajo ilusionado por llegar a casa y cenar con su esposa. Para su sorpresa en casa se encuentra con toda su familia (abuelos, hermanos, tíos, sobrinos, suegros, cuñados) que lo reciben en la puerta, mientras la esposa tratar de saludarlo en medio de ese familión.
Esta es una de las escenas de la campaña gubernamental chilena llamada Chao Suegra para incentivar a los jóvenes a alquilar una casa. La novedad es que este anuncio no vende bienes de consumo, sino una política de vivienda. El comercial tuvo un impacto viral entre los jóvenes que se vieron reflejados en la situación.
El Gobierno ofreció por primera vez un subsidio de arriendo, rompiendo así la tradición de sólo dar subsidios a la compra de una casa. Chile vio esto como una oportunidad económica tanto para el gobierno como para los jóvenes.
La idea nació de un fracaso. Sí, un fracaso. Chile estaba ofreciendo a su gente joven la opción de compra, pero a diferencia de generaciones anteriores, no la estaban utilizando. Los jóvenes parecían no estar listos para enfrentar una hipoteca o sencillamente no querían invertir pues en algún momento tendrían que mudarse por trabajo o por educación y les gustaba mantener abiertas sus opciones. Ante esa situación, el Gobierno decidió ofrecer a los jóvenes la alternativa de alquilar en lugar de comprar.
Como este caso hay muchos en América Latina y el Caribe, donde la realidad nos marca que no podemos seguir construyendo. Hoy en día, una de cada cinco personas alquilan y muchas veces la vivienda de alquiler es de mejor calidad que la que pudieras comprar.
Según el estudio del BID Busco casa en arriendo, un 37% de las viviendas que la gente compra tienen un déficit, tanto cuantitativo como cualitativo. Eso quiere decir que muchas no tienen título de propiedad, carecen de servicios básicos de agua, luz, transporte, infraestructura inadecuada, y se ubican en asentamientos o en zonas de alto riesgo. Por otro lado, en algunos países existe un stock de viviendas vacías que podrían utilizarse para arriendo.
La realidad también señala que el 80% de los ciudadanos en América Latina y el Caribe vivirán en las ciudades. La tierra es cara y limitada y los ciudadanos están demandando más y mejores servicios básicos, mejores empleos con facilidad para relocalizarse a un nuevo trabajo, mejor transporte público y mejores espacios públicos de recreación, deporte y cultura. Entonces es hora que los planificadores urbanos, arquitectos, sector público-privado y la sociedad civil asuman que debemos tener mejores políticas públicas y un plan a futuro. Este plan no puede ser de cuatro a cinco años, sino un programa de ciudad sostenible a 15 a 20 años que proporcione a la gente mejores condiciones de vivienda, de empleo y calidad de vida.
Hay mucho por hacer en América Latina y el Caribe y nuestros ciudadanos, en especial nuestros jóvenes, por cuestiones de accesibilidad al trabajo o educación quieren vivir en las ciudades y tener diferentes opciones de vivienda a través de su vida: un piso pequeño cuando se es uno, o dos, y algo más grande cuando la familia crece. La promoción de la vivienda de alquiler es una opción viable que debe beneficiar tanto al arrendador como al arrendatario, y con ellos a la economía y movilidad en un país.
No debemos olvidar que, al final del día, en la región y en términos de vivienda, no hay cama para tanta gente.
Este artículo fue publicado originalmente en El País de España el 13 de abril de 2017.
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