¿cómo puede ayudar la accesibilidad universal a mejorar la vida en la ciudad post pandemia?
La inclusión a personas con discapacidad es uno de los problemas sociales que ha cobrado importancia en los últimos años como un elemento central del desarrollo sostenible. Este enfoque social, basado en una perspectiva de derechos humanos, es amplificado por la importancia de la inclusión de la discapacidad en la planificación urbana, el diseño y la movilidad.
Al planificar y diseñar las ciudades para una vida social productiva, la accesibilidad universal tiene mucho más que aportar. La participación de las personas con discapacidad en la vida social y económica de las ciudades se ve reforzada por un entorno construido que incluye conscientemente sus necesidades de movilidad y accesibilidad. Este principio ya se entiende y aplica en los países nórdicos y en la mayoría de los países de la OCDE.
La evidencia muestra que “si bien la creación de sociedades inclusivas implicará inversiones financieras, los costos de la inacción – económica y de otro tipo – eclipsan cualquier gasto programático“[1].
La actual pandemia de coronavirus y la necesidad de distanciamiento social está alterando la vida de la ciudad y revelando la necesidad de repensar la planificación urbana, el diseño y la movilidad para un nuevo concepto de sostenibilidad y resiliencia. En este contexto, muchas demandas clásicas de la inclusión de la discapacidad se han convertido en necesidades críticas. Es por esto que la contribución de la accesibilidad universal debe ser incorporada explícitamente para ayudar en la adaptación de entornos, infraestructuras y servicios a la vida de la ciudad después de la pandemia.
Para que esto sea posible, lo primero es comprender que, aunque la inclusión de la discapacidad está fundada sobre un enfoque de derechos humanos, cubre diferentes áreas. La accesibilidad universal en las ciudades es el área orientada a adaptar el entorno construido a la escala humana, colocando la diversidad funcional en el centro del desarrollo técnico, el diseño y la planificación. Además de mejorar la calidad de los entornos y servicios para toda la población, multiplica las opciones que tienen las personas con discapacidad (PCD) en su proceso diario de toma de decisiones.
Datos recientes de ciudades que han estado experimentando distanciamiento social debido a la pandemia de coronavirus muestran que los patrones de movilidad están cambiando. Las ciudades de todo el mundo registraron una reducción en la cantidad de pasajeros en el transporte público, donde el número de pasajeros disminuyó entre un 70 y un 90%. Estos cambios llevaron a algunas ciudades a invertir en intervenciones urbanas que pueden adaptar las calles y las infraestructuras a las necesidades de distanciamiento social, la mayoría de ellas compatibles con los principios de accesibilidad universal aplicados al diseño y la planificación urbana:
Controlar y evaluar patrones de movilidad. Se han implementado restricciones de movilidad en todo el mundo que limitan el tiempo, el horario y la distancia de los viajes. La evaluación de las opciones y patrones de movilidad en diferentes áreas de la ciudad permitió evaluar las posibilidades del espacio público en su relación con la densidad y las limitaciones funcionales de las personas.
Señalización de la distancia. Se ha mejorado la comunicación y la señalización en las calles para advertir e informar mejor sobre las medidas de distanciamiento entre personas. Además, se utilizan diferentes tipos de sensores para mostrar la separación real entre las personas.
Expandir las áreas peatonales. Se ha ampliado el espacio de circulación para peatones y medios de movilidad no motorizados.
Con este enfoque humano, universal y futurista, ¿cuáles son los principios de planificación y diseño urbanos para la inclusión de la discapacidad que pueden ayudar a configurar la vida de la ciudad después de la pandemia? Podemos sintetizar cinco ideas:
Planificación y diseño para la vida de la ciudad: reducir las distancias es esencial para la accesibilidad. Mejorar el acceso a los bienes y servicios públicos en diferentes áreas de la ciudad mejora la calidad de vida para todos, especialmente para las PCD. Esto significa planificar y diseñar una ciudad que ofrezca la máxima accesibilidad para el máximo nivel de diversidad funcional del ser humano.
Planificación para una movilidad peatonal segura y accesible: invertir la pirámide de movilidad del 80% dedicado a vehículos al 80% dedicado a humanos. Este es un cambio radical pero necesario. Uso de los principios de origen – destino para la planificación de la movilidad peatonal en la interfase entre la vivienda, el barrio y la red de transporte público. Priorizar itinerarios peatonales accesibles que “garanticen el uso no discriminatorio y una movilidad autónoma y continua para todas las personas“.
La necesidad de espacios públicos abiertos a escala de barrio: optimizar la movilidad y el acceso para la primera y última milla utilizando parámetros estándar para 5, 10 y 15 minutos de desplazamiento desde el punto de acceso. En esto, viene a la mente el modelo de movilidad urbana de Singapur. Además, proporcionar a los vecindarios áreas verdes y recreativas y parques accesibles para todos, aunque sea solo como “acupuntura urbana”. Un principio aplicado con éxito en Medellín.
La salud debe ser parte de la ecuación: se deben abordar las necesidades de salud física y mental de los ciudadanos. El papel del espacio público como complemento de la vivienda se ha evidenciado en la pandemia. Se deben crear espacios para caminar por diversión y por salud. Un parámetro de diseño para promover calles en las que sea fácil caminar, con aceras que acomodan a más peatones, particularmente a aquellos con discapacidades. También se debe considerar sistemáticamente el impacto de la planificación y el diseño urbano sobre la salud.
Entender la inclusión de la discapacidad también como productividad urbana: la accesibilidad universal puede proporcionar un gran salto hacia delante en la productividad urbana. Un claro ejemplo es que el diseño de vehículos y paradas de transporte público con el máximo acceso a la máxima diversidad funcional mejora la eficiencia y la frecuencia del servicio. Los beneficios no son solo para las personas con discapacidad, sino también para los operadores y la sociedad en general[2].
En todo el mundo, expertos de diferentes áreas están reflexionando sobre la “nueva normalidad” anunciada para la vida social y económica en las ciudades que vendrá después del Covid-19. Todavía no es posible determinar qué tan “nueva” será, pero ciertamente esta situación sin precedentes que afecta al mundo entero presenta una oportunidad para ayudar a crear ciudades inclusivas, alineadas con los compromisos clave del Pacto Mundial sobre Ciudades Inclusivas y Accesibles. La accesibilidad universal es clave para promover formas más justas, productivas, eficientes e inclusivas de vivir en las ciudades, que se pueden establecer una vez que se deja atrás la pandemia. Para toda la humanidad.
Autor Invitado: Eliana Pires de Souza
[1] BANKS, Lena M., POLACK, Sarah. The Economic Costs of Exclusion and Gains of Inclusion of People with Disabilities: Evidence from Low and Middle-Income Countries. International Centre for Evidence in Disability, London School of Hygiene & Tropical Medicine. 2017
[2] PINDADO, Pilar V., LÓPEZ, Fernando A. La accesibilidad del transporte en autobús: diagnóstico y soluciones. IMSERSO. 2006.
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