Con sus 3,2 millones de habitantes, Uruguay es en el imaginario colectivo un modelo de país agro exportador; señalado además como el país más ganadero del mundo si lo medimos en vacunos por habitante. Sin embargo Uruguay reconoce desde hace varios años la necesidad de que un mayor grado de desarrollo tiene que estar acompañado de una mayor inversión en conocimiento e innovación.
De acuerdo con Rouvinen (2002), existe una correlación positiva entre los países que invierten en Investigación y Desarrollo (I+D) y su grado de desarrollo. Hace 50 años, países como Israel, Finlandia y Corea del Sur tenían gran pate de su población y actividad en el área rural, y “en el transcurso de una generación se convirtieron en sociedades desarrolladas urbanas e intensivas en conocimiento.” Hoy Uruguay, y más específicamente la ciudad de Fray Bentos en el Departamento de Río Negro, enfrenta un increíble desafío: convertirse de una ciudad que supo ser el principal proveedor de extracto de carne a una “ciudad del conocimiento.”
Para hacer un poco de historia, el Frigorífico Fray Bentos (FBB) es un antiguo complejo industrial-residencial que fue la sede de la principal industria de esta ciudad durante décadas. Allí se instaló en 1865 la empresa Liebig Extract dedicada a la producción de extracto de carne. Por su gran valor proteico, este extracto fue uno de los principales alimentos utilizados por los soldados en los frentes de batalla durante la Primera Guerra Mundial. Las instalaciones del antiguo frigorífico distribuidas en un predio de 275 hectáreas, son una mini ciudad que contiene no sólo el complejo industrial, sino también las instalaciones que fueron en su momento servicios tales como centro de salud, oficina de bomberos, vivienda para empleados, club social, entre otros. El frigorífico pasó por varias etapas posteriores de crisis y fue finalmente cerrado en 1979.
Entre 1982 y la actualidad hubo varios intentos de re-funcionalización, pero sin una visión estratégica ni coordinada o articulada que garantizaran su éxito y sustentabilidad. En 2015, el FBB fue declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO. La declaración de Patrimonio, sumada a una visión que se ha venido trabajando durante los últimos cinco años, posibilitó repensar la vocación del área en términos de su re-funcionalización alrededor de temas vinculados con la ciencia, tecnología e innovación. Así fue que hace aproximadamente dos años se permitió la instalación de oficinas del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) en el lugar para realizar tareas de monitoreo de la calidad de las aguas del Río Uruguay, por encargo de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). En agosto de 2016 se inauguró una de las tres sedes de la recientemente creada Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC) y se ha instalado también una oficina regional de la Universidad de la República (UDELAR). Se espera también la instalación de una sede regional de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) y un Centro de Formación Docente en los próximos años. También el sitio tiene posibilidad de ampliar su potencial turístico pues allí se encuentra el Museo de la Carne.
Producto de todo lo anterior, la ciudad recibirá en las próximas décadas un aumento entre el 10-15% de su población actual, estimada en 25 mil habitantes. La mayor parte de estos nuevos habitantes serán profesores de dedicación exclusiva y estudiantes. Adicionalmente, la declaración de Patrimonio implicará un mayor número de visitantes, por lo que es también necesario jerarquizar la oferta turística y complementarla con otras actividades logrando así una mayor estadía promedio en este destino.
El BID, a través de recursos de cooperación técnica aprobados en noviembre de 2016, está colaborando para generar una institucionalidad y gobernanza sostenible que permita que el FBB sea un lugar ligado a la industria del conocimiento y que a su vez permita mejorar la calidad de vida de los vecinos de Fray Bentos. Para que esto ocurra, además de infraestructura científico-tecnológica de primer nivel, se necesitan mecanismos que garanticen la llegada de empresas intensivas en conocimiento capaces de absorber el conocimiento y el capital humano generado, como también facilitar la incubación de nuevas empresas basadas en tecnología, que puedan actuar como vehículos de innovación y desarrollo local.
La generación de capacidades locales de gestión es un elemento fundamental para que el triángulo sociedad-universidad-empresa produzca sinergias. Igual de importante es que lo que allí se desarrolle tenga algún vínculo con las necesidades de las industrias de la zona. Así, entonces, las iniciativas del tipo “agritech” serán relevantes en la medida que permitan desarrollar políticas específicas en sintonía con el entorno local, añadiendo valor a los recursos naturales y humanos locales.
Gustavo Cespi Especialista Líder en la División de Competitividad e Innovación en el Banco Interamericano de Desarrollo. También se desempeñó como Oficial Principal de Programa en el International Development Research Centre (IDRC), de Canadá. Posee un PhD en Estudios de Política de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Sussex (SPRU), una Maestría en Desarrollo Económico y Comercio Internacional de la Escuela de Economía y Administración de Negocios de la Universidad de Chile, y una Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Sus intereses incluyen: Evolución Industrial, Cambio Tecnológico, Estructura Industrial y Desarrollo de la Firma y Gestión y Evaluación de Política Tecnológica, especialmente en los países en desarrollo. Ha escrito y publicado numerosos artículos sobre los temas anteriores en Revistas tales como: World Development, Research Policy, Industrial and Corporate Change, Journal of Technology Transfer, Oxford Review of Economic Policy, Technovation, Small Business Economics, etc. Crespi es miembro del Consejo Editorial de las Revistas: Research Policy y The International Journal of Technology Learning, Innovation and Development.
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