por Pablo Sánchez y Pep Tarifa, co-fundadores de Roots for Sustainability (R4S)
Huerto urbano en el barrio de Poble Nou, Barcelona
Naciones Unidas estima que en 2030 el 60% de la población vivirá en ciudades, porcentaje que aumentará hasta el 70% en el 2040. La promesa de una vida mejor ha hecho que muchas personas abandonen el campo para forjarse un futuro en la ciudad.
No obstante, esta promesa no siempre se ha cumplido y las ciudades presentan grandes niveles de desigualdad y desempleo. De hecho, el 20% de la población desnutrida mundial viva en las ciudades. Esta situación, común en ciudades de países en desarrollo, también tiene repercusión en ciudades europeas y estadounidenses. Este es uno de los motivos por los que se está extendiendo rápidamente un movimiento a favor de la agricultura urbana, que no para de crecer.
En Barcelona, el Ayuntamiento ha solicitado al equipo de Roots for Sustainability (R4S) que analice la viabilidad económica y empresarial de la puesta en marcha de explotaciones agrícolas en la trama urbana y periurbana de la ciudad.
El objetivo de la agricultura urbana puede ser diverso: en unos casos está dirigida a cubrir aspectos de seguridad alimentaria; en otros pretende favorecer la producción de alimentos frescos y ecológicos que puedan venderse en los mercados locales. En el caso de Barcelona, el principal objetivo es conseguir generar a través de esta actividad lugares de trabajo para personas desocupadas.
A pesar de que Barcelona es una ciudad densamente poblada, existen terrenos de titularidad pública en desuso que ahora se convertirán en granjas urbanas. En concreto, en una primera fase se han identificado cerca de 74.000 m2 (7,4 hectáreas)de superficie útil para el cultivo agrícola. La extensión total disponible podría ampliarse en futuras fases del proyecto, especialmente si se incluyen zonas periurbanas. Incluso, si se aprovecharán el 5% de los tejados de la ciudad, la superficie podría ampliarse hasta las 240 ha.
El equipo de R4S ha analizado diversos modelos para hacer esta actividad viable. Estimaciones conservadores indican que por una hectárea de cultivo se puede crear, como mínimo, un lugar de trabajo directo. No obstante, el rendimiento por metro cuadrado pueden ser superior e incluso llegar a superar los 10 €/m2 con una buena selección y cultivo de productos hortícolas. En suma, el informe pone de relieve que la agricultura urbana genera beneficios para la población y el medio ambiente y, además, promueve la ocupación y una nueva profesión: el agricultor urbano.
Pero se ya se sabe que las cosas de palacio van despacio y mientras el consistorio toma una decisión sobre esta iniciativa, grupos de ciudadanos ya han decidido coger la azada y están empezando a cambiar el paisaje urbano: allí donde antes había escombros o piedras, ahora están apareciendo tomates, berenjenas y otras hortalizas. Esta situación provoca algunas tensiones, ya que estos grupos de vecinos quieren mantener ahora su espacio de cultivo. Más allá de estas situaciones puntuales, este hecho demuestra que existe una demanda y deseo de tener espacios de cultivo agrícola en la ciudad.
A pesar de los obstáculos existentes (suelo disponible, contaminación de suelos), los beneficios que genera señalan la necesidad de poner en práctica políticas públicas que contribuyan a fomentar la agricultura urbana. En este aspecto, Barcelona también puede aprender de ciudades de América Latina como La Habana o Rosario con una dilatada experiencia la agricultura urbana.
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