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¿Cómo mejorar el acceso de los jóvenes entre 15 y 18 años a la diversa actividad cultural de Buenos Aires? En el 2018 la Ciudad de Buenos Aires en Argentina quiso responder a esta pregunta respecto del programa del Pase Cultural junto al Lab ciudades del BID. Para evaluar los resultados del programa y hacer los correspondientes ajustes de esta nueva política pública. El Pase Cultural, es una tarjeta de crédito mensual para que jóvenes y docentes de escuelas públicas puedan acceder a la cartelera cultural asociada, incluyendo teatros, librerías y museos, entre otros.
En la búsqueda de un programa que incrementa efectivamente el acceso cultural para los jóvenes, se analizaron una serie de hipótesis: como la relación del uso y género del usuario; la diferencia en preferencias culturales de los residentes en ciudad formal versus la informal; y la recurrencia del uso por quienes recibieron promoción del programa en la escuela versus quienes no. Nos preguntamos también las razones por las cuales asistían o no asistían, a cierto tipo de eventos culturales, considerando si jugaban un rol en el uso del pase factores como conectividad o aglomeración de la oferta.
Dos fuentes principales sirvieron para evaluar las hipótesis: una encuestas de percepción y los datos de uso o transacciones del pase cultural.
Se elaboró una encuesta digital de percepción, en el marco de tres eventos juveniles gratuitos (un concierto musical, una feria literaria y feria de diseño juvenil), para entender preferencias juveniles de consumo cultural. Se determinaron las razones de preferencia de asistir o no bajo respuestas cómo: ‘no me interesa’, ‘es muy caro’, ‘no tengo quien me acompañe’, etc. así como priorización de subcategorías culturales (cultura pop versus cultura clásica etc.).
Entre los resultados más interesantes de la encuesta, se encuentra el orden de preferencias de los jóvenes frente a un presupuesto abierto para el consumo de cultura. El cine es el gran favorito, seguido de la música en vivo. Mientras la danza, teatro y museos son un panorama menos probable porque gran parte de los jóvenes señala que ‘no les gusta’ o ‘no les divierte’.
La fuerte tendencia al uso del Pase Cultural exclusivamente para cine, encontrada tanto en encuestas como en los datos sacados de las transacciones del pase, nos invita a revisar el Pase Cultural francés, que incorpora un algoritmo para ofrecer a los usuarios sectores de la cultura disímiles -que ya ha sido utilizado. Acompañando a los usuarios a una ampliación de sus experiencias culturales para determinar sus preferencias y gustos a partir de la variedad de opciones disponibles, en vez de asistir continuamente sólo a lo que ya conocen previamente.
El Pase Cultural cuenta con 15.922 registros entre diciembre de 2018 y septiembre de 2019. Mostrando relación entre origen y destino, frecuencia y tipo de uso, y perfil del beneficiario. La aplicación de: “R“, el lenguaje de programación especializado en análisis de datos, permitió descubrir y hacer un análisis de correlación que resumiremos a continuación.
La georreferenciación evidencia que la oferta cultural está concentrada en el área centro norte de la ciudad de Buenos Aires (ver mapa de la figura 3). Este mapeo resalta que los deciles más bajos tienden a concentrarse en la zona sur de la ciudad y que la oferta en la zona centro-norte se atribuye a lugares con ventajas socioeconómicas. Este programa tiene entonces el desafío de lograr mayor oferta cultural en el sector sur, por medio de alianzas locales, facilitando el acceso equitativo a la oferta cultural gratuita. El Programa podría articularse mayormente con las iniciativas de impulso al desarrollo del Sur, por ejemplo, con el distrito de las Artes en el barrio de La Boca y sectores de San Telmo, el Distrito del Diseño en Barracas, entre otros.
Dada esta aglomeración, todas las transacciones del Pase Cultural indicaron que para el decil más bajo se estima una distancia de 6.000 metros aproximadamente entre hogar y lugar de consumo cultural efectivo, mientras que para el decil más alto es de 340 metros. A pesar de esto, se encontró que el uso promedio entre beneficiarios activos que viven en zonas de menor nivel socioeconómico -que tienden a encontrarse lejos de la oferta cultural- es similar al de beneficiarios que residen en barrios de alto nivel socioeconómico, más cercanos a los sitios de oferta (fig.4).
Adicional al factor distancia, se le agregó el factor de conectividad del transporte público, con un promedio de tiempo de viaje de 37 minutos para hacer uso del Pase Cultural. Los resultados mostraron que los cines representan el sector más disperso y recurrente para recibir al público más cercano o por barrio, lo que puede contribuir a su popularidad. No obstante, no hay patrones claros entre la distancia en transporte público y el consumo cultural. Los jóvenes, tanto hombres como mujeres, estarían dispuestos a viajar distancias variadas para acceder a la oferta cultural de su preferencia. Es más, el subgrupo de beneficiarios que viven en asentamientos precarios en las áreas centrales, no consumen más cultura a través del Pase Cultural, que quienes viven asentamientos en la periferia. Sin embargo, de acuerdo con los datos transaccionales el costo del viaje perjudica directamente a los deciles más bajos y periféricos, por lo que este análisis ha sugerido una integración del Pase Cultural con la tarjeta de transporte SUBE para escolares, permitiendo viajes de fin de semana o fuera de horario escolar[1].
El consumo de oferta cultural a distancia caminable desde la escuela y domicilio se alinea con las preferencias globales de los usuarios del Pase Cultural a invertir en cine y librerías, pero también evidencia una menor disposición a caminar para ir al cine, dado que la película se proyecta a la misma hora en todos los cines. Asimismo, el análisis de distancias caminables con radios de influencia desde los puntos de oferta permite evidenciar aquellas áreas de la ciudad que no tienen acceso próximo de oferta cultural. Este mapeo radial puede incentivar la alianza con otros centros culturales para integrarlos dentro del programa.
Otro factor relevante como desincentivo al consumo cultural es el clima, traducido en la disminución de transacciones durante los días de lluvia o altas temperaturas. Por cada hora de lluvia se realizaron 6.5 transacciones menos, mientras por cada grado de incremento de temperatura se evidencian 1.4 transacciones menos. Estas estadísticas son de sentido común, pero son también una oportunidad para adaptar el suministro de actividades, o volumen de oferta al predecir una mayor demanda del pase en temporadas con temperaturas templadas o menos lluviosas.
Si se analizan sólo aquellos jóvenes suscritos al Pase Cultural pero que no han hecho uso del beneficio, podemos ver que no hay un perfil de usuario pasivo especifico. Sin embargo, sí hay una directa (y lógica) relación entre la intensidad del uso del pase y la autogestión o inscripción personal en el portal web. Como era de esperarse los usuarios frecuentes son aquellos con interés previo -los que se inscribieron por su cuenta en el Programa, y no aquellos inscritos en respuesta a eventos de promoción. Asimismo, no se registra mayor frecuencia de uso semanal de quienes asisten a las escuelas que recibieron promoción e inscripción presencial por parte del ministerio (Ver fig 6a). Por tanto, el costo-beneficio de la inscripción presencial es cuestionado y se deben indagar nuevas estrategias para promocionar el uso del Pase Cultural.
Cabe destacar que la presencia de beneficiarios inactivos se reduce 3% a medida que aumenta un decil del nivel socioeconómico. Es decir, la mayor parte de quienes tienen el pase, pero no hacen uso de este, corresponden a los deciles más bajos (Ver figura 6b).
Finalmente, existe una clara tendencia en la frecuencia de uso del Pase Cultural por parte de las beneficiarias mujeres. Estas son quienes usan el Pase Cultural al máximo, haciendo uso de todo el presupuesto otorgado mensualmente. Lo anterior se suma a la preferencia de los hombres por actividades deportivas por encima de las culturales de acuerdo con la encuesta de percepción realizada. Lo que demuestra un desafío para despertar el interés por la cultura entre jóvenes hombres.
En conclusión, factores culturales, de género y socioeconómicos se demostraron más determinantes que la localización de los espacios o centros culturales (con excepción del cine y librería, que están determinados por la proximidad del usuario). Incluso fue posible corroborar que la presencia cercana de áreas de parques, peatonales, lugares con cafés o bares no tendrían ninguna incidencia frente al uso del Pase Cultural. Al no haber evidencia de uso combinado de espacios públicos de la ciudad y el Pase, y considerando el potencial de recreación y aumento en la calidad de vida de estos espacios combinados, se sugirió que, al realizar una transacción del Pase, se recomiende visitar sitios cercanos, tal como se hace la plataforma de experiencias de Airbnb [2].
Las técnicas analíticas desarrolladas con el fin de evaluar al Programa (código, flujo de trabajo, tests, etc) pueden ser reutilizadas para la evaluación de políticas públicas con datos georreferenciados, tanto en Cultura como en otras áreas de Gobierno (salud, educación, etc). Por ello está disponible el código de programación que permitirían reproducir el análisis, extenderlo, e incluso aplicarlo a otros programas o beneficios. No te pierdas los detalles de las herramientas en el próximo blog técnico, déjanos saber si esta aproximación contribuye a tu trabajo y cómo.
[1] SUBE es el sistema de pases para transporte público, los no escolares también la usan – la SUBE de los alumnos de escuelas públicas permite 40 viajes gratuitos por mes en horario escolar.
[2] Usualmente a asociado a experiencias físicas, por COVID-19 esta plataforma también está ofreciendo experiencias digitales.
Portada, Fuente: Buenos Aires Ciudad. Pase Cultural, una nueva tarjeta de beneficios para jóvenes. Lunes 3 de diciembre de 2018. Editada por BID
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