Una mejor gestión de los sistemas públicos de aparcamiento rotativo puede ayudar a las ciudades a aumentar sus ingresos y a conseguir mejores resultados en cuanto a un uso más eficiente de las vías urbanas, mejorando la movilidad urbana y haciendo frente a los efectos negativos del cambio climático
Por Ana Beatriz Monteiro, Lauramaría Pedraza, Renata Leal y Antonio Ravioli*
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El coste del aparcamiento puede promover varios cambios en el comportamiento de los usuarios del transporte, como el fomento del uso de diferentes modos de movilidad (caminar, ir en bicicleta y el transporte público). Factores demográficos, geográficos y económicos también influyen en estos cambios, siendo probable que se produzcan mayores impactos con los conductores de bajos ingresos debido a los viajes más discrecionales, o incluso si los usuarios tienen acceso a modalidades de transporte alternativos u opciones de aparcamiento.
El futuro del aparcamiento público se basará en soluciones innovadoras que gestionen la demanda, optimicen la oferta y atiendan mejor las necesidades de los usuarios con el apoyo de tecnologías y procesos digitales.
Además, la generación de ingresos es un componente crítico de la capacidad de las ciudades para prestar servicios públicos esenciales como el transporte, y la pandemia de COVID 19 ha aumentado la urgencia de que las ciudades se replanteen cómo pueden aumentar la inversión para mejorar la movilidad urbana. En este sentido, una política de gestión del aparcamiento público en las ciudades puede configurarse como una herramienta alternativa para apoyar las inversiones en transporte público, vinculando la estrategia a objetivos más amplios de la ciudad, como la mejora de la congestión o la reducción de las emisiones de GEI.
Una política de precios más eficiente para los aparcamientos rotativos públicos puede ayudar a resolver los problemas de gestión del tráfico, aumentar los ingresos y alcanzar otros objetivos para mejorar la movilidad urbana.
La mayoría de las ciudades latinoamericanas han experimentado un crecimiento del parque automovilístico que sigue provocando un exceso de demanda e ineficiencias en el tráfico. Un coche típico se utiliza durante una hora al día y se aparca durante 23 horas, y su almacenamiento requiere mucho espacio. Muchas plazas de aparcamiento valen más que los vehículos que las ocupan, pero la mayoría de las plazas de aparcamiento no tienen precio, ya que sus costes se sufragan indirectamente a través de los impuestos, los alquileres y el aumento de los precios de los productos al por menor.
Con una flota de más de 53 millones de automóviles, Brasil tiene un coche por cada 3,89 habitantes, según el estudio Parque Automotor en los Municipios, realizado por la Confederación Nacional de Municipios (CNM) en 2018. Este gran volumen de coches exige no sólo calles anchas para la circulación, sino también espacios para el aparcamiento. Sin embargo, el espacio en los bordillos es escaso, sobre todo en los centros comerciales, y la competencia de los nuevos usos de las vías urbanas, como los aparcamientos, los carriles bici y los nuevos carriles bus, es cada vez mayor.
En este contexto, el control de los coches aparcados en las calles tiene como objetivo aumentar la disponibilidad de plazas de aparcamiento mediante el control del tiempo que cada vehículo puede ocupar el espacio público, mientras que también puede utilizarse como política para fomentar el uso del transporte público y la micromovilidad, ayudando a reducir la emisión de contaminantes.
Un mecanismo sencillo de fijación de precios que aproveche la tecnología de transmisión de información existente puede ayudar a resolver estos problemas. Los límites de tiempo o el cobro de una tarifa son soluciones que pueden aplicarse simultáneamente. Si se hacen juntas, permiten que más de una persona utilice una plaza de aparcamiento durante un periodo de tiempo determinado, dando prioridad al uso a corto plazo, lo que en última instancia beneficia a las empresas y el comercio locales. Además, permiten que los ingresos derivados de esta política lleguen al erario público.
En la práctica, las experiencias de adopción del aparcamiento rotativo de pago se refieren a dos razones principales: mayor disponibilidad de plazas en los distritos comerciales y reducción de la congestión. La primera razón está directamente asociada a la disuasión del estacionamiento de larga duración en favor del estacionamiento de corta duración, ampliando prácticamente la disponibilidad de plazas hasta el punto de que un mismo lugar puede ser utilizado por varios vehículos durante el día. La segunda, relacionada con el aumento del flujo de tráfico, puede explicarse por el hecho de que gran parte de la congestión en las zonas comerciales de alta densidad está causada por los vehículos que buscan aparcamiento.
La digitalización de los sistemas de aparcamiento rotativo de pago en la vía pública o la implantación de parquímetros digitales es una iniciativa de bajo coste y rápida implantación y puede ser una herramienta alternativa de generación de ingresos para que los ayuntamientos inviertan en la gestión de la movilidad urbana y optimicen el uso de las vías urbanas, especialmente en las zonas céntricas, captando valor de este uso para los municipios.
Autor externo
*Antonio Ravioli. Economista (USP), Máster en Política, Planificación y Gestión Sanitaria (USP), con experiencia en la administración, la tecnología y las finanzas. Combina la experiencia en proyectos de infraestructura e innovación en el sector público con el desarrollo de productos y tecnologías en el sector privado. Actualmente trabaja como jefe de producto en Zippi.
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