Cada mañana, María toma el autobús para llevar a sus hijos a la escuela, y luego viaja al trabajo en Transmilenio. Al final del día coge los transportes para recoger a sus hijos, los deja en una actividad deportiva y va de compras a pie antes de volver a casa. Mientras tanto, Alberto, su marido, va al trabajo en su coche y vuelve directamente a casa por la tarde. Este ejemplo ilustra la diferencia en los desplazamientos entre hombres y mujeres.
El género no debe ser una barrera para el desplazamiento
Los comportamientos y las percepciones individuales del transporte público son heterogéneos y desiguales según el género, lo que influye en las prácticas cotidianas de movilidad urbana. Según la Encuesta de Movilidad de Bogotá, las mujeres en la ciudad se mueven más en transporte público que los hombres, vía trayectos más complejos y largos.
Paradójicamente, el género constituye un obstáculo para los desplazamientos. El 64% de las mujeres en Bogotá han sufrido acoso sexual en el transporte público. Personas LGBTIQ+ enfrentan frecuentemente discriminación y abuso verbal en esos espacios, así como trabajadores sexuales transexuales.
En este contexto, el proyecto de la Primera Línea de Metro de Bogotá (PLMB) se ha comprometido a dar una serie de pasos importantes para reforzar la legitimidad de las mujeres, niñas y personas LGBTIQ+ y su empoderamiento en el transporte público. Para ello, se ha adoptado un enfoque transversal a todo el proyecto del Metro de Bogotá, con incentivos y acciones de prevención, mitigación y denuncia de violencia de género a través de la planificación, la capacitación del personal y la concientización de los usuarios.
Una planificación inclusiva
En coordinación con la Secretaría de la Mujer, el Instituto de Desarrollo Urbano, la Banca Multilateral y las empresas contratadas en el marco del proyecto, la Empresa Metro de Bogotá (EMB) está implementando los enfoques de la Política Pública de Mujeres y Equidad de Género en la PLMB. Desde la fase de estudio y planificación, se tuvo en cuenta la prevención de la violencia de género para garantizar un metro que abarque toda la población: diseño de estaciones transparentes, abiertas y vigiladas, aceras seguras y accesibles, y alumbrado público suficiente y continuo. Todos ellos son factores imprescindibles para proporcionar sensación de seguridad en el metro y en su entorno. El proceso de reasentamiento de la PLMB también presta atención a las especificidades socioeconómicas de género.
“En cada etapa, es nuestra responsabilidad verificar que el proyecto no impacte, genere ni exacerbe condiciones de violencia de género o de discriminación, y que se alinee con las políticas de derechos humanos y de inclusión”,
Equipo del proyecto del BID
La capacitación como vector de respeto
Todos los funcionarios y contratistas involucrados en la PLMB están sujetos a un código de conducta, aprobado por la Banca Multilateral, y a capacitaciones sobre la prevención y la mitigación de la violencia basada en el género e interseccional. Estas capacitaciones se brindan a los trabajadores, tanto durante las obras como cuando el metro entre en operación. Reciben formaciones obligatorias sobre las conductas inaceptables, cómo dirigirse a los distintos grupos poblacionales, cómo responder a quejas de discriminación o acoso sexual (visual, físico, verbal), los protocolos de denuncia y las sanciones judiciales ante delitos. Esos procesos requieren cooperación con la policía y una presencia humana competente, incluyendo una proporción significativa de personal femenino para evitar la impunidad ante casos de violencia sexual (20% del personal de los contratistas deben ser mujeres).
Prevenir y concientizar
Las estrategias para señalar o contrarrestar los riesgos de violencias de género son varias. Las futuras usuarias podrán llamar a una “línea rosa”, con un centro de atención dedicado. Ahora bien, el objetivo es que no haya necesidad de usarla. Para esto, la concientización y el empoderamiento se realiza a una edad temprana, vía promoción de una cultura ciudadana diferencial y respetuosa. También se está desarrollando el programa “Mujeres Metro”; para abordar los temas de inseguridad y de acoso sexual, similar a la campaña “Tu Piropo es Acoso” en Cali.
Experiencias internacionales muestran que la tecnología es un aliado clave en este sentido. Por ejemplo, Bogotá ya colabora con la aplicación india Safetipin; que permite a los usuarios registrar datos sobre incidencias de delitos y marcar espacios seguros o no. Las herramientas digitales también participaron al éxito del programa “Bájale al Acoso”; que contribuyó a disminuir de 34.5% los episodios de violencia y/o acoso dentro del transporte público de Quito.
En síntesis, los campos de acción son múltiples y las acciones pueden llevarse a cabo simultáneamente a diferentes niveles del proyecto. Para evidenciar los impactos que generan y poder ajustarlos en función de los resultados, todas estas medidas requieren un seguimiento continuo y riguroso; con la recogida y análisis de datos actualizados sobre la violencia de género.
Dickel Schweitzer es Consultora en apoyo a la División de Transporte del BID, en la ejecución y documentación de la implementación de la Primera Línea del Metro de Bogotá, Colombia. Dickel posee una Maestría en Estudios de Desarrollo Urbano por Sciences Po París y lleva varios años trabajando en el campo de la cooperación internacional. Ha sido Encargada de Proyecto para la Agence Française de Développement (AFD) en Francia, Jordania y Uzbekistán sobre infraestructuras urbanas, movilidad, energía y gobernanza. Colaboró con ICLEI África para acompañar a varias ciudades en la elaboración de sus Planes de Acción para el Acceso a Energía sustentable y el Clima, antes de trabajar en el sector privado como Coordinadora Técnica en una Consultoría de Ingeniería social en Guinea.
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