De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cerca de 1.35 millones de personas mueren cada año en el mundo en siniestros viales. Adicionalmente, entre 20 y 50 millones de personas sufren heridas no fatales, y muchas de ellas se convierten en discapacidades permanentes. Para poner esta cifra en perspectiva, en el mundo mueren cerca de 800 mil personas al año a causa de enfermedades relacionadas con el SIDA y, a junio de 2020 han muerto 430 mil personas a causa de COVID-19. Es decir, las muertes viales mundiales superan a las relacionadas con SIDA y COVID, juntas. La diferencia radica en que la inseguridad vial es un problema de salud pública a nivel internacional que tiene vacuna, pero no se ha invertido suficiente en su aplicación.
La aplicación de la vacuna contra la inseguridad vial no compete únicamente a autoridades gubernamentales, sino a toda la población. En este sentido, Vince Lombardi (1913-1970), entrenador de fútbol americano, dijo que “el compromiso individual con un esfuerzo colectivo es lo que hace que un equipo, una empresa o una sociedad funcionen” y por ello, la sociedad debe reencontrarse para combatir, de forma conjunta, los males que acechan nuestras calles.
El decenio de acción por la seguridad vial 2011-2020 de la Organización de las Naciones Unidas estableció 5 pilares para luchar contra esta enfermedad (autos seguros, infraestructura segura, usuarios capacitados, gobernanza, y atención post accidente).
El grupo de expertos académicos en el marco de la tercera conferencia magistral mundial sobre seguridad vial, que se reunió este año en Suecia, emitió nueve recomendaciones contra la enfermedad de nuestras calles. Una de las recomendaciones consiste en sumar esfuerzos de agencias gubernamentales y organizaciones privadas.
El BID está apoyando a la Ciudad de México (CDMX) en reducir las muertes y lesiones graves asociadas con siniestros viales. A través de la elaboración de documentos de política pública se indican las acciones que debe tomar la ciudad en la materia. Además, siguiendo las recomendaciones internacionales, la política pública se está construyendo por medio de programas participativos. En ellos, colaboran no solo agencias de gobierno, sino también asociaciones civiles, académicos, activistas, sector privado y ciudadanos en general.
El BID apoyó a la CDMX para elaborar el Programa Integral de Seguridad Vial (PISVI) 2016-2018. Y actualmente está apoyando la creación del PISVI 2019-2024.
Estos programas se han convertido en los primeros documentos de política pública en materia de seguridad vial que tiene la CDMX en su historia.
Los PISVI de la capital mexicana representan un ejemplo para autoridades locales de la región de América Latina y el Caribe. Se ha convertido en una política pública construida colaborativamente mediante un proceso bottom-up, reconociendo la experiencia y liderazgo de distintos actores.
La CDMX logró reducir el número de hechos de tránsito entre 2016 y 2019. Pasaron de ser 11,449 a 10,668 siniestros, es decir, una reducción de casi 7%.
Aunque no todo es atribuible a un programa de seguridad vial y una mejor gobernanza en la materia, es un buen principio para sentar las bases sobre las acciones que debe implementar el gobierno de la ciudad.
Los PISVI de la CDMX muestran que, para aplicar la vacuna contra la enfermedad que aqueja a nuestras calles, es de crucial importancia sumar las voces, conocimiento, y experiencia de los distintos actores que trabajan para tener calles más seguras en nuestras ciudades. Invitamos a nuestros lectores a descargar la siguiente publicación. Aquí relatamos cómo se construyó el PISVI 2016-2018, que reunió a distintos interesados en la seguridad vial en siete talleres participativos para construir, entre ciudadanos, el eje para encausar las acciones gubernamentales. La seguridad vial la construimos todos, participa.
Leave a Reply