Un nuevo actor entra a nuestras calles: las bicicletas sin anclaje dockless
A comienzos de marzo se estrenó un nuevo sistema de bicicletas públicas (SBP) en Santiago de Chile. Tanto este sistema como los dos SBPs recientemente inaugurados en Ciudad de México marcan la llegada de un nuevo concepto de movilidad urbana para América Latina: la tecnología *dockless. Desde ahora, las personas tienen la posibilidad de hacer viajes en bicicletas públicas sin la necesidad de ir de dock* en dock, sino que pueden usarlas desde y hasta casi cualquier lugar público dentro de las zonas de operación, tal como ya se ha probado con éxito en ciudades de Asia, Europa y Norteamérica.
En respuesta, la gente se ha encargado rápidamente de dar su opinión al respecto en redes sociales. Por un lado, frecuentan comentarios positivos e imágenes sobre cómo su uso ha permitido a los usuarios evitar la congestión vehicular y de cómo algunos volvieron a andar en bicicleta después de años sin hacerlo. Por otro lado, aparecen críticas debido a errores en la aplicación, averías en algunas bicicletas y por haber sido implementado solo en dos de las comunas de ingresos más altos de la ciudad; Las Condes y La Reina. Otras publicaciones evidencian comportamientos inadecuados de parte de los usuarios, como la retención de bicicletas dentro de recintos privados, el colgado de bicicletas en árboles e incluso el lanzamiento de una bicicleta al río Mapocho.
Claramente el sistema se encuentra en una etapa de prueba y los hechos anteriores también han ocurrido en otras partes del mundo.
Sin embargo, ¿son las bicicletas compartidas dockless un servicio beneficioso para el sistema de transporte urbano en las ciudades de América Latina?
Revisemos algunos factores importantes:
- Movilidad
Con las bicicletas públicas tradicionales, los usuarios están restringidos por las ubicaciones de las estaciones y por la posibilidad de que estas estén llenas o vacías. En cambio, los sistemas dockless, sin anclaje permiten mayor libertad de movimiento y reducen el tiempo de caminata entre que se deja la bicicleta y se llega al destino final o al lugar de trasbordo. Esta ventaja puede servir para mejorar la competencia con el uso del automóvil, incluso en distancias largas, donde se puede combinar este sistema con el transporte público. Alrededor del 40% de los usuarios del principal sistema de bicicletas públicas de Santiago ya realiza este tipo de combinaciones y con las bicicletas dockless el efecto podría ser mayor. Además, se podría evaluar la integración de las bicicletas compartidas dockless con el sistema de transporte público de la ciudad, como ya se ha hecho en ciudades como Helsinki, facilitando el pago y el trasbordo. De esta forma, poder avanzar hacia un sistema que se complemente con la multiplicidad de opciones de movilidad de la ciudad de una manera sustentable.
- Información para la planificación
Este nuevo sistema de bicicletas compartidas se basa en el uso de del Internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés). Esto permite que cada bicicleta esté conectada a una red móvil y pueda registrar las transacciones en coordinación a la aplicación que utilizan los usuarios desde un smartphone. De esta forma, el uso de estas bicicletas genera información en tiempo real sobre cómo se están moviendo las personas por la ciudad. Con un buen manejo de estos datos se pueden hacer mejores estimaciones de la demanda por transporte en la ciudad y así realizar una planificación más precisa del sistema de transporte urbano, mejorando su diseño y operación.
- Salud pública
A medida que más viajes sean realizados en bicicleta en vez de en automóvil, se contribuirá en reducir los niveles de congestión que hoy posicionan a algunas ciudades de la región entre las más congestionadas del mundo. Esto permitirá reducir los niveles de material particulado y de ruido que afectan a la salud de las personas en las ciudades. Además, se podría generar una cultura de uso de la bicicleta y así fomentar la actividad física, algo esencial en nuestra región donde el sobrepeso y sus consecuencias afectan a casi la mitad de la población.
- Equidad
La necesidad de un smartphone, de una tarjeta de crédito y el pago fijo al momento de suscribirse al programa son desincentivos para el uso de estos sistemas para la población de menores ingresos. En Santiago, este sistema funciona con un depósito de seguridad inicial de casi 17 dólares y un costo por cada viaje de 67 centavos de dólar por cada viaje de menos de media hora. Entonces, considerando 20 días laborales y 2 viajes al día, una persona que gane el ingreso mínimo tendría que desembolsar casi 10% de su sueldo en este ítem en el primer mes. Estos gastos no incluyen el costo por el uso de otros sistemas de transporte y no consideran otros usuarios que dependan económicamente de esta persona. Además, no deja de sorprender que el costo de cada viaje sea más de 80% mayor al costo de un viaje en transporte público para estudiantes secundarios y universitarios.
Si queremos incentivar el uso de este sistema independiente del nivel socioeconómico, es necesario entonces pensar en medidas progresivas para la población. Por ejemplo, en algunas ciudades de Estados Unidos se implementó la opción de pago en efectivo y se redujeron los precios para personas de menores ingresos.
- Impacto urbano
La flexibilidad que ofrece un SBP dockless puede ser un arma de doble filo. Si bien el sistema favorece la movilidad urbana, se ha observado como los usuarios (y los no usuarios también) frecuentemente dejan las bicicletas compartidas en lugares no autorizados, interfiriendo el tráfico y el espacio público. Además, esta misma libertad ha dado espacio para que se presenten actos de vandalismo, como los mencionados al principio, y que se generen situaciones que afecten la seguridad vial. Así, esto da más espacio para el deterioro de las bicicletas, aumenta su necesidad de mantención y hace que muchas bicicletas queden fuera de servicio. Esto es algo que ya se ha observado en ciudades en China, con grandes cantidades de bicicletas en desuso, acumuladas en grandes depósitos o abandonadas a lo largo de la ciudad. Sin duda estos desafíos son importantes a considerar ahora que la llegada de los SBPs dockless o sin anclaje en la región es una realidad.
En definitiva, los SBPs dockless plantean una nueva oportunidad para la región. Con ellas se puede lograr mejor planificación, avanzar en movilidad y contribuir en la salud pública en nuestras ciudades. Sin embargo, es fundamental trabajar los aspectos de equidad y no dejar que estos sistemas sean solo para quienes pueden pagarlos; y evitar la gentrificación. Además, hay que tener claro que la libertad que ofrecen estos sistemas tiene sus consecuencias, las que deben ser consideradas para que estos sistemas no se vuelvan un problema para las ciudades. Por lo pronto, es de esperar que el servicio mejore a medida que más gente lo use y más se aprenda en el proceso, para que se pueda sacar un buen provecho de esta nueva tecnología y sea un verdadero aporte para las personas de América Latina.
*dock: término en inglés que se refiere a las estaciones de bicicletas públicas compartidas.
Leave a Reply