En los últimos años, los sistemas de bicicleta compartida, tanto los sistemas tradicionales como las soluciones de micromovilidad, como bicicletas y monopatines, se han convertido en soluciones populares para el transporte urbano por sus bajas emisiones. La gente los usa por su flexibilidad, los primeros al permitir hacer viajes sin necesidad de pensar en la bici más tarde, sin la propiedad de la bici como tal, los segundos al poderse tomar y dejar en cualquier punto a conveniencia.
¿Las mujeres utilizan los sistemas de bicicleta compartida?
Múltiples estudios han demostrado que las mujeres utilizan menos la bicicleta. Sin embargo, en los sistemas compartidos se podría pensar que la situación es distinta pues al tener un sistema a conveniencia, estos podrían adaptarse de manera más eficiente a las necesidades de las mujeres haciendo parte de sistemas intermodales, y asequibles. Esto no es lo que ha pasado, y al no estar pensado para ellas, lo usan menos. Según estudios recientes, las mujeres representan aproximadamente el 30-35% de los usuarios de sistemas de bicicleta compartida. Esta cifra varía significativamente de una ubicación a otra.
Porcentaje de mujeres usuarias en algunos sistemas en la región:
¿Por qué existen brechas de género en el uso?
Los estereotipos de género influyen en la participación femenina en el uso de bicicletas y, por ende, en su uso de los sistemas compartidos. Las mujeres se desempeñan como las principales cuidadoras en nuestra sociedad lo cual implica que su estilo de vida está sujeto a estas actividades de cuidado y su movilidad se vea implicada en mayor encadenamiento de viajes para cumplir con las tareas, viajar acompañadas o con paquetes. En contextos, donde la participación modal en bicicleta es baja, las labores de cuidado son percibidas una barrera para adoptar la bicicleta como modo [1]. Adicionalmente estereotipos en donde se percibe a la mujer como débil en la esfera pública afectan la percepción del ciclismo como una actividad masculina, generando una sensación de exclusión y reduciendo su disposición a aprender a montar o utilizar la bicicleta.
Otros estereotipos como la masculinidad tóxica, en donde los hombres sienten que deben ser agresivos al manejar o incluso la posibilidad de atacar sexualmente a las mujeres afectan su percepción de seguridad física. Las investigaciones muestran que las mujeres evalúan el riesgo de manera diferente y se sienten menos seguras al andar en bicicleta en entornos urbanos, especialmente por la noche o en áreas menos iluminadas[4].
¿Cómo pueden los sistemas de bicicletas compartidas atender mejor las necesidades de las mujeres?
Las investigaciones realizadas sobre el tema muestran que una mejor infraestructura, mayor cantidad de bicis, y buenas ciclorutas, aumentan de forma general el uso de los sistemas de bicicletas compartidas. Otras variables como la proximidad con centros laborales, comerciales o de servicios también impactan en el uso del sistema. Estos datos son importantes han permitido entender las necesidades de quienes ya utilizan los sistemas, (en su mayoría hombres). Pero, para poder atraer a más mujeres se debe considerar las necesidades de quienes no utilizan la bicicleta, captar nuevas usuarias[5][6].
Para ello, se plantean las siguientes recomendaciones:
- Sensibilización y educación: Es fundamental llevar a cabo campañas de sensibilización que fomenten la inclusión y promuevan la igualdad de género en el uso de bicicletas compartidas, para romper con el estigma de la actividad como algo masculino. Estas campañas pueden destacar historias de mujeres que utilizan el sistema con éxito y crear referentes a seguir. Además, se pueden biciescuelas de formación para mujeres interesadas en aprender a andar en bicicleta o mejorar sus habilidades de ciclismo y mecánica[7].
- Mejorar la seguridad: Se debe garantizar que las estaciones estén bien iluminadas y ubicadas en áreas seguras con alta visibilidad. Además, se puede proporcionar cascos y candados adecuados, e incluir luces y elementos reflectivos en las bicicletas. También es importante proveer capacitación en seguridad vial para las personas usuarias. Esto les brindará mayor confianza y reducirá sus preocupaciones de seguridad.
- Asegurar un sistema accesible: Se debe buscar que las bicicletas del sistema puedan ser usadas por todas las personas. Ello implica que su tamaño responda a las medidas antropométricas promedio de las usuarias y usuarios, y que cuente con un cuadro bajo. Adicionalmente para atraer más mujeres a realizar sus viajes cotidianos se debe promover el uso de aditamentos para viajar con menores, uso de canastas o diferentes tipos de bicicletas como las de carga para poder viajar con paquetes y bolsas.
- Incluir datos desagregados por género: Las empresas operadoras deben recopilar y analizar datos desagregados por género para comprender mejor las necesidades y preocupaciones específicas de las usuarias. Esto les permitirá adaptar los servicios y mejorar la experiencia de las mujeres al utilizar los sistemas.
- Involucrar a la comunidad: Para garantizar la inclusión es importante involucrar a la comunidad en la planificación y diseño de los sistemas compartidos. Se deben establecer consultas que incluyan voces diversas, incluyendo a mujeres, personas de la comunidad LGBTQ+ y grupos defensores de los derechos, para garantizar que se tengan en cuenta las perspectivas y necesidades de todos los usuarios.
Promover la inclusión de las mujeres en los sistemas de bicicletas compartidas es esencial para lograr ciudades más sostenibles y equitativas. Al implementar sistemas más conscientes podemos eliminar barreras y fomentar una mayor participación femenina. Recordemos que la igualdad de género y la movilidad urbana sostenible van de la mano, y que cada paso hacia la inclusión nos acerca a un futuro más justo y equitativo.
[1] Montoya-Robledo, V., Montes Calero, L., Bernal Carvajal, V., Galarza Molina, D. C., Pipicano, W., Peña, A. J., … Miranda, L. (2020). Gender stereotypes affecting active mobility of care in Bogotá. Transportation Research Part D: Transport and Environment, 86(88), 102470. https://doi.org/10.1016/j.trd.2020.102470
Vadillo Quesada, C., Peón, G., González Madrazo, E., Medina Cardona, S. N., Rello Rincón, E., & Vidal Masip, F. (2021). Guía para la regulación de sistemas de monopatines y bicicletas sin anclaje compartidos para ciudades de América Latina (L. Montes, A. Crotte Alvarado, & A. M. Zárate Moreno, eds.). https://doi.org/10.18235/0003241
[5] Kailai Wang, Gulsah Akar 2019 Gender gap generators for bike share ridership: Evidence from Citi Bike system in New York City, Journal of Transport Geography.
[6] Jarrod Chlapowski. 2019. Confronting the bike-sharing gender gap with data. https://medium.com/urbansharing/confronting-the-bike-sharing-gender-gap-with-data-416bb5488787
[7] https://blogs.iadb.org/transporte/es/movilidad-en-bicicleta-con-lentes-de-genero/
Leave a Reply