Cuando pensamos en violencia basada en género en el transporte nos remitimos a imágenes relacionadas al acoso sexual en los sistemas de transporte público; miradas, piropos, manoseos en sistemas hacinados o vacíos, hombres victimarios y mujeres víctimas que adoptan medidas en sus formas de viajar para evitarlo. Pero el transporte se refiere a mucho más que los sistemas de transporte público y con ampliar un poco nuestra visión encontramos problemáticas de las que no hemos hablado lo suficiente.
Las obras de infraestructura no solo transforman físicamente los territorios, sino también las dinámicas sociales y económicas de las comunidades aledañas. Sin embargo, estas intervenciones suelen llevar consigo desafíos importantes, como la alteración de las actividades económicas locales, el aumento de población flotante o la exacerbación de violencia basada en género (VBG). La llegada de grandes equipos de trabajo, un mayor flujo de personas y los cambios en las dinámicas locales pueden incrementar el riesgo de acoso, abuso y violencia contra las mujeres y niñas de las comunidades vecinas. Además, las mujeres que trabajan en las propias obras también enfrentan riesgos de VBG, como acoso laboral, discriminación y entornos hostiles que limitan su participación plena y segura en estas oportunidades laborales.
Un estudio en India mostró que el 74% de las mujeres que trabajaban en obras reportaron algún tipo de acoso sexual en el trabajo, mientras que en Canadá el 47% de las mujeres que trabajaban en operación de maquinaria, transporte y logística reportaron algún tipo de acoso sexual en el lugar de trabajo. Sin embargo, la falta de datos ha invisibilizado una problemática para lograr que el transporte como sector sea inclusivo y seguro para las mujeres.
¿Cómo pueden los proyectos de infraestructura ser una herramienta para combatir esta situación y generar espacios más seguros y conscientes? Esta es una pregunta que en el marco del Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer exploramos el problema en el contexto de las obras de infraestructura para buscar estrategias que sean un vehículo de transformación social.
Violencia basada en género en contextos de infraestructura
Las obras de infraestructura suelen atraer mano de obra externa, alterando temporalmente la composición y dinámicas sociales de las comunidades. En grandes desarrollos o en contextos rurales estos impactos son más evidentes que en pequeñas obras urbanas. Esto puede generar:
- Riesgos de acoso y violencia sexual: especialmente en mujeres y niñas durante sus desplazamientos.
- Aumento de tensiones domésticas: relacionadas con cambios en los roles familiares y económicos.
- Estigmatización y desigualdad: las mujeres que buscan empleo en estas obras enfrentan prejuicios y, a menudo, entornos laborales hostiles.
Las comunidades también enfrentan desafíos como la falta de sensibilización sobre los derechos de las mujeres y la ausencia de sistemas efectivos para prevenir y responder a incidentes de VBG.
Las obras pueden ser parte del cambio
Desde una perspectiva transformadora, las obras de infraestructura tienen el potencial de convertirse en espacios que no solo construyan caminos o puentes, sino también comunidades más igualitarias. Algunas estrategias para lograrlo son:
1. Sensibilización y educación en las comunidades
- Talleres comunitarios: utilizar las obras como una oportunidad para impartir capacitaciones a las comunidades locales sobre igualdad de género, derechos de las mujeres y prevención de la violencia basada en género.
- Campañas de comunicación: implementar mensajes visuales y actividades para generar un cambio cultural que promuevan el respeto y la no violencia contra las mujeres en particular y de todos en la comunidad en general, utilizando el alcance del proyecto como plataforma.
2. Protocolos de prevención en las obras
- Códigos de conducta obligatorios: asegurarse de que todas las personas empleadas en el proyecto estén capacitadas en prevención de acoso y violencia, a la vez que se cuenten con lineamientos claros de conducta.
- Canales de denuncia seguros: establecer sistemas de reporte accesibles y confidenciales para la comunidad y las personas que trabajan en la obra.
3. Generación de empleo inclusivo
- Incorporación de mujeres: diseñar programas para emplear a mujeres en diversos roles dentro de las obras, promover su autonomía económica y romper estereotipos.
- Capacitaciones técnicas: ofrecer formación en habilidades relacionadas con la construcción y el mantenimiento de infraestructura, con énfasis en incluir a mujeres locales.
4. Alianzas estratégicas
- Autoridades locales: trabajar de la mano con entidades gubernamentales y líderes comunitarios para desarrollar políticas que aborden la VBG de forma sostenible.
- Organizaciones de la sociedad civil: colaborar con ONG especializadas para diseñar e implementar programas de sensibilización y atención.
Las obras de infraestructura no solo deben construir carreteras y puentes; tienen el potencial de construir sociedades más equitativas y seguras. Al incorporar una perspectiva de género y priorizar la sensibilización comunitaria, no solo este 25 de noviembre, si no todos los días del año, podemos transformar los riesgos en oportunidades y contribuir a la eliminación de la violencia contra las mujeres en las comunidades más vulnerables.
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