El Nordeste brasileño es el área semiárida más poblada del mundo. Es una región castigada por sequías periódicas, algunas de proporciones bíblicas, como la ocurrida entre 1877 y 1879, que causó la muerte del 5% de la población brasileña, provocando grandes tumultos sociales. El escritor brasileño Jorge Amado decía que ante tamañas catástrofes los pobres nordestinos tenían tres opciones: unirse a movimientos mesiánicos, apoyar revoluciones o dedicarse al bandolerismo. Un ejemplo de mesianismo fue el liderado por el predicador Antonio Conselheiro en el pueblo de Canudos, en Bahía. Organizados a raíz de la citada sequía para recuperarse de forma mancomunada bajo la tutela espiritual de Conselheiro, los Conselhistas mantuvieron en jaque al ejército de la naciente república brasileña, que los confundió con un movimiento contrarrevolucionario que buscaba reinstaurar la monarquía. Canudos acabó arrasado y sus seguidores masacrados. Los artículos del periodista del periódico O Estado de São Paulo, Euclides da Cunha, que acompañó la campaña militar de Canudos, acabaron convertidos en el libro Os Sertões, publicado en 1902. Este libro inspiró ocho décadas después al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas-Llosa a escribir La Guerra del Fin del Mundo.
Antes decía que las sequías conducían a algunos nordestinos a abrazar la vida bandolera, el llamado cangaço. Estos cangaceiros llevaban una vida nómada, perseguidos por la policía y los jagunços, mercenarios contratados por los grandes terratenientes. Los cangaceiros cometían grandes atropellos, pero en épocas de gran carestía también organizaban actos de caridad en beneficio de los más pobres, ofreciendo bailes donde se tocaba música nordestina. El más famoso cangaceiro, Lampião, se convirtió en un mítico Robin Hood nordestino, inspirando canciones y leyendas. Volta Seca, miembro de su banda y aficionado a la música popular, llegó a grabar un disco titulado As cantigas de Lampião que incluía canciones que narraban la legendaria vida de estos bandoleros.
Más al norte, en el Medio Oeste americano, la falta de agua y prácticas agrícolas abusivas causó en los años treinta un prolongado periodo de tormentas de arena denominado Dust Bowl que afectó a un área de 400,000 Km² de los estados de Texas, Oklahoma, Nuevo México, Colorado y Kansas. Este fenómeno obligó a miles de familias pobres a abandonar sus granjas y migrar a California, para encontrarse con unas condiciones económicas no mucho mejores debido al impacto de la Gran Depresión. Este desastre está magistralmente recogido en la canción Dust Bowl Children de los músicos Tony Rice y Peter Rowan, dos leyendas del Bluegrass. Este estilo musical tiene por pilares la farra irreverente y etílica de las noches del sábado, y la sobria religiosidad de las mañanas dominicales. El Bluegrass es una de las raíces del Country, la música con más seguidores en Estados Unidos y cuyo negocio mueve millones de dólares.
Las inundaciones también son fuente de inspiración de la música popular. En el Delta del Mississippi, patria del Blues, ocurren con bastante frecuencia. De reciente recuerdo son las provocadas en 2005 por el huracán Katrina en Nueva Orleans. Hablar del Blues es hablar de John Lee Hooker. Hijo de un aparcero y predicador de Mississipi, Hooker creció escuchando canciones espirituales y tuvo una larga y prolija carrera musical de seis décadas. En la canción “Tupelo”, ciudad natal de Elvis Presley, el Rey del Rock and Roll, Hooker narra dramáticamente el sufrimiento de su población durante las inundaciones de 1939: “Llovió y llovió, durante la noche y el día, y la gente pobre estaba preocupada, sin saber a dónde ir; Había mujeres y niños, gritaban y lloraban, lloraban Señor, ten clemencia…”.
Si bien rezar puede ser un buen paliativo espiritual, felizmente los conocimientos de ingeniería nos ayudan a protegernos frente a las amenazas naturales. Así, construir diques en los ríos reduce el riesgo de las inundaciones más recurrentes, pero en ocasiones a costa de aumentar el impacto de los eventos menos frecuentes. Los diques se diseñan para un periodo de retorno de una amenaza natural. Lamentablemente la gente y las autoridades suelen olvidarse de esta circunstancia y sintiéndose protegidos ocupan masivamente zonas donde la protección no es absoluta. Cuando ocurren eventos de baja recurrencia que no fueron considerados cuando dichas obras fueron diseñadas, la catástrofe puede acabar siendo mucho mayor que el escenario de afectación que llevó inicialmente a considerar estas obras. Así, durante el huracán Katrina, los diques construidos en el Mississippi se vieron desbordados y se inundaron partes de Nueva Orleans que se consideraban seguras. La mejor banda de rock de la historia, Led Zeppelin, narraron estas circunstancias en su canción When the levee breaks (Cuando el dique se rompe), incluida en su legendario álbum Led Zeppelin IV de 1971, donde está su mítica Stairway to Heaven, que muchos amantes del rock adoran.
Los desastres son eventos terribles que causan muerte y destrucción, que llegan a romper sociedades. A menudo nos olvidamos de ellos. Sin embargo, nunca debemos bajar la guardia. Conviene recordarlos y pensar en cómo prevenirlos. Las Naciones Unidas acordaron en 2001 promover la cultural mundial de reducción de los desastres, entre otras medidas, a través del Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales que se celebra cada segundo miércoles de octubre. En conmemoración de dicho día, este artículo va dedicado a aquellos artistas que encontraron inspiración en los desastres y a través de sus creaciones culturales han ayudado a sensibilizar sobre estas catástrofes y sus consecuencias.
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