En este instante, en algún lugar del mundo, una persona se pregunta si dejar su hogar en busca de seguridad y una mejor vida es la decisión adecuada. En este instante, una familia en un campamento de refugiados está teniendo problemas para adaptarse a su nueva realidad. En este instante, alguien está desesperado porque le acaban de negar la solicitud de asilo en la que había puesto sus esperanzas.
El mundo se encuentra ante el nivel de desplazamiento más alto registrado. Más de 65 millones de personas han tenido que abandonar sus viviendas de manera forzosa, principalmente huyendo de los conflictos y la persecución. Los líderes internacionales se han visto presionados a hacer frente a una crisis migratoria que nos invita a reevaluar la definición de fronteras nacionales y de globalización.
Este número seguirá aumentando si consideramos además a los refugiados climáticos o migrantes ambientales —personas que se han visto obligadas a reasentarse debido a los efectos del cambio climático. La amenaza es tangible para islas como las Maldivas, que ya están pensando dónde van a reubicar a sus ciudadanos cuando el aumento del nivel del mar arrase con sus viviendas. Entre las opciones se encuentran adquirir terrenos en otro lugar e invertir en la construcción de nuevas islas artificiales.
Sin embargo, el peligro no es solo que el aumento del nivel del mar ocasione la pérdida de islas y ciudades costeras. Desde el 2008, un promedio anual de 21.5 millones de personas han sufrido desplazamiento forzoso a causa de eventos relacionados con el clima, tales como inundaciones, incendios forestales y temperaturas extremas. Veamos algunos ejemplos de eventos en América Latina que podrían forzar a la población a reubicarse a causa del cambio climático:
- El calor y la sequía están obligando a las ciudades a drenar los acuíferos subterráneos para satisfacer la demanda de agua, llevando al extremo la infraestructura de lugares como Ciudad de México y ocasionando el colapso de algunas zonas de la ciudad.
- En Brasil, los deslizamientos de tierra y la aridez están ocasionando que una proporción significativa de la población se traslade del noreste del país a Río de Janeiro.
- El derretimiento de los glaciares en Perú y Bolivia está afectando la disponibilidad de agua y, por ende, las prácticas agrícolas, lo cual desencadena una migración.
Las medidas preventivas para mitigar los efectos del cambio climático en las poblaciones vulnerables, tales como invertir en infraestructura sostenible y adoptar prácticas de agricultura climáticamente inteligente, son importantes y pueden tener un impacto en la magnitud de la crisis a futuro. Sin embargo, la adaptación al cambio climático puede resultar costosa y lenta, por lo que actuar de manera oportuna es vital.
Adicional a esto, todavía debemos pensar en formas de atender las necesidades de aquellos que inevitablemente verán sus medios de subsistencia afectados por los cambios en la temperatura del planeta. Las personas desplazadas por el cambio climático no son reconocidas actualmente como refugiados bajo la Convención de 1951 y, por lo tanto, carecen de protección internacional. Además, no existe ninguna agencia dedicada al tema de desplazamiento ocasionado por el clima que coordine esfuerzos a nivel internacional.
Marine Franck, del Grupo Asesor sobre Cambio Climático y Movilidad Humana, no podría haberlo dicho mejor: “El desplazamiento relacionado con el clima no es un fenómeno futuro. Es una realidad, es una preocupación global actual”. ¿Vamos a esperar a que las personas hayan perdido sus viviendas y métodos de subsistencia antes de buscar soluciones a este problema inminente? Es hora de hacer de este tema una prioridad en las agendas nacionales, subnacionales e internacionales y de prepararnos con políticas que puedan minimizar las consecuencias para los refugiados climáticos.
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