*Por Hans Schulz
La eficiencia energética parte de un concepto muy simple: hacer más con menos. Un enfoque serio sobre la eficiencia energética, canalizado a través de una amplia gama de industrias y departamentos de distintas organizaciones en América Latina y el Caribe y otras regiones, puede beneficiar a consumidores, empresas privadas y gobiernos.
La eficiencia energética puede reducir los costos operativos, aumentar los flujos de caja, mejorar la productividad, proteger el medio ambiente y convertirse en un componente esencial de un modelo de negocio de valor compartido. También ha contribuido a la aparición de nuevas especialidades profesionales en sectores como los servicios de gestión de edificios, los bienes de consumo, las manufacturas, el transporte, la transmisión y el agua. El mantenimiento de medidores inteligentes, los sistemas de datos urbanos o la ingeniería de resiliencia son algunos ejemplos de las implicaciones en el capital humano de esta industria.
En el sector manufacturero, modelos sostenibles como el de Volkswagen han generado avances impresionantes en el desarrollo de soluciones de eficiencia energética. Una herramienta de gestión del flujo de materiales garantiza un uso eficiente de los recursos mediante el análisis y el seguimiento de la energía y la utilización de materiales por procesos específicos. Esto permite a los gerentes de producto tomar decisiones que les permitan fabricar más coches con menos energía y menos materiales. Un desglose de los flujos del nuevo Golf, a través de la utilización de esta herramienta, mejoró la eficiencia en el uso de materiales un 12 por ciento en comparación con su predecesor. Este modelo es de particular importancia para la región, al tratarse del primer vehículo de combustible flexible introducido en América del Sur y el coche más vendido en los últimos 26 años en Brasil y Argentina.
Además de en el sector industrial, la eficiencia energética en los centros de datos está en plenos desarrollo. Facebook, Google e IBM han tomado medidas para reducir los costes energéticos y de operación a través de innovadoras inversiones tecnológicas. Las instalaciones LEED de IBM en San Bernardo, Chile, se construyeron utilizando materiales con bajas emisiones de carbono y las nuevas tecnologías han permitido optimizar su rendimiento energético. La recuperación de las inversiones en centros de datos energéticamente eficientes como el de IBM suele darse en menos de un año.
En el sector de bienes de consumo, la planta de Unilever en Jiutepec, México, es la estrella de un programa de sostenibilidad denominado “cero residuos”, una instalación que incorpora en su diseño sistemas de recogida de agua de lluvia, aprovechamiento de luz natural a través de claraboyas y un reconocido programa de reciclaje.
Un reciente informe sobre energía de Schneider destacó el sorprendente hecho de que solo con desplegar las tecnologías de eficiencia energética disponibles en la actualidad, las ciudades podrían lograr reducir en un 20% los retrasos por causa del tráfico, un 20% las pérdidas de agua, un 30% la delincuencia callejera y hasta un 30% el gasto en energía.
Se trata de ejemplos muy inspiradores que me dicen que podemos hacer más para conseguir que las tecnologías existentes lleguen a las manos de aquellos que las utilizarán. Según una investigación reciente del BID, una barrera clave para la eficiencia energética en América Latina y el Caribe es la financiación a nivel local, especialmente la de largo plazo. El Grupo BID, junto con otras instituciones financieras internacionales, ha desarrollado diversos productos financieros y no financieros para llenar este vacío, incluyendo préstamos, líneas de almacenamiento, garantías parciales de crédito para la titularización de conjuntos de préstamos, mecanismos de distribución de riesgos y asistencia técnica. Con las estructuras de financiación adecuadas podemos replicar modelos de negocio exitosos y sostenibles y expandir los proyectos que ofrecen el mayor ahorro de energía con el menor impacto medioambiental.
Con cada vez más empresas privadas y organismos públicos tomando conciencia de que la eficiencia energética no es solo un asunto de mitigación del cambio climático, sino también de reducción de costes, podemos comenzar a transformar el sector energético. Un elemento más para asegurar un futuro colectivo sostenible para la región. Más sobre este tema la próxima semana …
Este post fue originalmente publicado en inglés en el blog “Poder del Sector Privado: compartiendo ideas y conocimiento para un futuro sostenible”.
Sobre el autor invitado
Hans Schulz es el vicepresidente interino del Sector Privado y Operaciones sin Garantía Soberana en el BID. El Sr. Schulz continua ejerciendo su función como Gerente General del Departamento de Financiamiento Estructurado y Corporativo, donde tiene a su cargo la supervisión de las operaciones del sector privado del Banco en materia de infraestructura, mercados financieros, industrias y servicios, y salud y educación. Antes de ingresar al BID, el Sr. Schulz se desempeñó en la Corporación Andina de Fomento (CAF) en Venezuela, la Oficina de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en Chile, y en WestLB en Alemania. El Sr. Schulz es ciudadano alemán y posee una maestría en economía de Southern Illinois University y licenciaturas en economía y administración y empresas de la Universidad de Marburg en Alemania.
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Eficiencia energética Zaragoza dice
Efectivamente, estamos hablando de un sector, el de la eficiencia energética y el ahorro de energía, con un gran potencial tanto de creación de empleo como de efecto beneficiosos sobre la sociedad en su conjunto. Ahora solo falta que gobiernos, instituciones y la pequeña y mediana empresa apuesten decididamente por la eficiencia energética como medio de reducción de costes y de mejora de su responsabilidad social corporativa.