Los estados mexicanos de Tabasco y Chiapas, situados junto a la frontera con Guatemala, constituyen una región con alta vulnerabilidad y altos riesgos climáticos. Sin embargo, esta zona del sur de México podría convertirse en un ejemplo de adaptación a las consecuencias del cambio climático a través de un innovador plan de adaptación, ordenamiento y manejo integral de las cuencas de dos ríos: el Grijalva y el Usumacinta.
El delta Grijalva-Usumacinta, situado a 25 km de su desembocadura en el Golfo de México, es considerado uno de los deltas con mayor vulnerabilidad frente al aumento del nivel del mar y otros efectos del cambio climático, como el impacto de huracanes que provienen tanto del océano Atlántico como del Pacífico, generando precipitaciones torrenciales y riesgos por inundaciones y deslaves con importantes impactos socioeconómicos.
¿Por qué es esta cuenca tan estratégica?
Esta región cuenta con una muy alta concentración de biodiversidad y servicios ambientales, importantes recursos hídricos y una enorme diversidad cultural.
La región cuenta con importantes recursos energéticos: en el Grijalva se genera más del 40% de la energía hidroeléctrica nacional, mientras que en la parte baja del Grijalva-Usumacinta, en Tabasco, se genera el 17% de la producción petrolera y el 22% de la producción de gas natural de México.
La región tiene una población de más de seis millones de personas, de los cuales más del 31% vive en pobreza extrema y el 32% sufre un deficiente acceso a la alimentación
Potenciales impactos del clima en la cuenca Grijalva-Usumacinta
- Seguridad alimentaria. La disminución de las precipitaciones y el aumento de la temperatura derivados del cambio climático resultarían en una pérdida de la productividad de hasta el 11,41% para el maíz y de hasta el 28,55% en el caso del café. Estas condiciones pondrían en riesgo la seguridad alimentaria de más de 45.000 familias que viven del autoconsumo y en condiciones de marginación.
- Aumento del nivel del mar. Se prevé una pérdida de entre el 5 y el 8% del territorio de Tabasco por este fenómeno, con un costo anual estimado en 1.500 millones de pesos (unos US$115 millones) al año por causa de la pérdida de servicios ambientales, recursos naturales productivos y de ecosistemas en la zona costera.
- Eventos climáticos extremos. Durante el periodo del 2000-2010, los fenómenos hidro-meteorológicos extremos causaron enormes pérdidas en el sector agropecuario y en la infraestructura civil. Por ejemplo, la inundación que sufrió Tabasco en el 2007 afectó al 75% de su población y tuvo un costo equivalente al 29,31% del PIB estatal.
- Afectaciones en el sistema hidrológico. Las precipitaciones podrían reducirse en la región hasta en un 5% y los escurrimientos hasta en 10%, lo que resultaría en una pérdida en la generación de energía hidroeléctrica.
La solución: siete áreas de intervención prioritaria
Varios estudios desarrollados por el BID sobre los efectos del cambio climático en esta cuenca han identificado siete áreas prioritarias de intervención:
- Adaptación y resiliencia de la agricultura, silvicultura y ganadería
- Conservación y desarrollo productivo de recursos naturales y biodiversidad
- Infraestructura resiliente ante inundaciones y el aumento del nivel del mar
- Manejo integrado de recursos hídricos
- Planeación territorial integral ante el cambio climático
- Energía: uso del agua como recurso energético
- Investigación y conocimiento.
Para aprender más sobre este plan, consulte los siguientes estudios:
Estudio de pre-factibilidad para las opciones de intervención
[versión síntesis (más completa)] [resumen ejecutivo]
Diagnostico integrado con identificación de áreas prioritarias
[versión síntesis (más completa)] [resumen ejecutivo]
Foto: Jan Harenburg
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