por Diana López-Avila.
Cada marzo se conmemora el Día internacional de la mujer. En ese contexto, comparto algunas cifras de la situación de la mujer y su empoderamiento en América Latina.
Resulta triste saber que el 30% de las mujeres de más de 15 años ha experimentado violencia física o sexual por parte de sus compañeros. En la región, los países con las tasas más altas de violencia física contra las mujeres son Bolivia (53%), Perú y Colombia (39%). Pero la violencia hacia la mujer no solo es física. En un estudio reciente se encontró que en Colombia, el 70% de las mujeres han experimentado violencia emocional o psicológica.
La violencia hacia la mujer constituye un obstáculo para el desarrollo social y económico. Ser víctima de violencia doméstica tiene consecuencias negativas para la salud física y mental de las mujeres, pero también para sus hijos, que se convierten en testigos de esta violencia. Por otro lado, ser víctima de violencia doméstica tiene importantes consecuencias económicas. Estimaciones sobre el impacto de la violencia doméstica con relación al PIB en Colombia muestran que hay un costo aproximado de 3.2% debido a los menores ingresos de la mujer.
Aún cuando la evidencia muestra que la violencia doméstica es una problemática importante, entender los factores que hacen que una mujer esté más o menos expuesta a ser víctima de violencia doméstica no es una tarea fácil. Los resultados de estudios que han analizado la relación entre el estatus de la mujer en el hogar y la violencia doméstica van por diferentes direcciones.
Por un lado, las mujeres cuyas parejas tienen por lo menos educación secundaria están menos expuestas a violencia doméstica en países como Egipto e India, pero más expuestas en Perú. Por la misma línea van los resultados de estudios que han analizado el impacto de programas sociales, como Transferencias Condicionadas. En el caso de Oportunidades Rurales en México, los resultados encontrados muestran que las mujeres beneficiarias del programa están menos expuestas a ser víctimas de violencia física, pero más expuestas a violencia emocional.
Una de las razones por las que no es tan fácil entender los determinantes de violencia doméstica es la complejidad al querer medir el empoderamiento de la mujer. El concepto tiene múltiples dimensiones y puede ser aproximado en diferentes contextos. A pesar de esta dificultad, dos organizaciones internacionales, IFPRI y OPHI, desarrollaron un índice para abordar las diferentes dimensiones del empoderamiento de la mujer en el sector agrícola. Identificaron cinco dimensiones principales: producción, recursos, ingreso, liderazgo y usos del tiempo. Fue un paso adelante hacia un mejor abordaje del empoderamiento de la mujer. Sin embargo, aún hay mucho más por explorar.
Asimismo, una investigación intentó ahondar en la relación entre el empoderamiento de la mujer y la violencia doméstica, explorando diferentes medidas para capturar el empoderamiento. Para ello, se desarrolló un estudio sobre género que incluyó preguntas sobre diferentes dimensiones de empoderamiento así como diferentes formas de violencia doméstica. Estos datos fueron recolectados con el apoyo de un equipo de investigadores de la Universidad de los Andes en Colombia.
Dentro de las dimensiones de empoderamiento, se incluyeron preguntas sobre autoestima, aceptación de la violencia doméstica, deseo por querer divorciarse, participación en las decisiones del hogar y capital social. Dentro de las diferentes formas de violencia doméstica se incluyeron formas que apuntaban a un comportamiento controlador por parte de la pareja, así como formas que indicaban un comportamiento más agresivo.
Los resultados mostraron que:
1. Las diferentes medidas de empoderamiento ayudan a explicar mucho mejor las formas agresivas de violencia doméstica, sin embargo, ninguna de las medidas de empoderamiento ayudan significativamente e explicar el comportamiento posesivo y controlador de la pareja.
2. Un mayor empoderamiento de la mujer en las dimensiones de autoestima y seguridad de la mujer está positivamente correlacionado con la experiencia de formas agresivas de violencia.
3. Dentro de las características socio-económicas se encontró que vivir en áreas rurales y con un mayor número de menores en el hogar está positivamente correlacionado con ser víctima de formas agresivas de violencia.
4. Contrariamente a lo que uno hubiera imaginado, el empoderamiento de la mujer visto a través de la participación en las decisiones del hogar no está significativamente correlacionado con ninguna de las medidas de violencia doméstica. La manera comopuede interpretarse este último resultado es que medir la participación de la mujer en las decisiones del hogar no es fácil, y talvez la manera en que comúnmente se hace no es la mejor, como lo sugieren recientes trabajos.
Claramente, aún falta mucho más por hacer para entender mejor los determinantes de la violencia de género y el rol que juega el empoderamiento de la mujer. Sin embargo, los resultados sugieren que es importante abordar dimensiones de empoderamiento como autoestima y seguridad, así como participación en organizaciones productivas, en los estudios sobre género. Por otro lado, los resultados van en línea con los modelos teóricos que sugieren que los hombres utilizan violencia como respuesta al mayor grado de autonomía e independencia de la mujer.
¿Cómo se estudia y trata la violencia de género en tu país? Comparte con nosotros en la sección de comentarios abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.
Diana López-Avila es Especialista en evaluaciones de la International Initiative for Impact Evaluation.
Sandra dice
Quienes hemos sido víctimas de violencia sicológica, emocional y patrimonial, sabemos que a pesar de que las personas aparentemente son cultas, estudiadas y tienen una buena situación económica, igual son violentas al igual que pasa en Perú. Muchas veces es hasta peor dado el sistema judicial corrupto en el que vivimos en Ecuador, en el que quién más paga más gana.
Guido dice
La autoestima y seguridad son temas que han ayudado mucho. La misma angustia que siente la mujer cuando es víctima debe ser implantada en el hombre.
Yicera Ferrer Mendoza dice
Soy docente universitaria y la violencia de género es la temática escogida para la construcción de textos argumentativos en este semestre. Eso implica mucha lectura sobre el tema por.parte mía, en calidad de docente y por parte de los y las estudiantes. En este sentido, encuentro que el empoderamiento está ligado con la educación en el seno del hogar, una educación no se sexista, basada en el amor y el respeto.
JOSÉ REPISO MOYANO dice
HAY UNA VIOLENCIA QUE “TODOS” CONSIENTEN O ALIMENTAN (a veces inconscientemente: y es la VIOLENCIA INSTRUMENTAL).
Es ésa violencia ejercida sobre otro solo para obtener control sobre él. Se ejerce desde una mejor situación de poder, usándose como abuso de poder, solo para garantizarse más dominio de ése poder.
El bullying, el acoso emocional, el chantaje emocional, el llamado “síndrome de alienación parental”, “intimidación de poder”, “el acoso a los morosos”, “el acoso a los inquilinos” “el silenciar los esfuerzos de alguien”, “el ninguneo a un sabio solo porque su demostrar verdades molesta a tantos”,”el negacionismo de la dignidad de alguien”, etc. se pueden considerar como violencia instrumental. Y esta violencia lamentablemente, cuando se hace en masa, ES INCONSCIENTE (alineada) a modo de un fanatismo atroz.
En la sociedad compleja en la cual vivimos, sin duda, la violencia instrumental se ejerce más que cualquier otra violencia y, en algunos países, más que todas las demás juntas; en donde la finalidad es la destrucción, anulación o dominio del otro a través de medios sutiles (de silenciar, “desarmar emocionalmente”, intimidar, acosar, crear unas desventajas cruelmente inhumanas, etc) de exterminio.
El tener una mejor situación de poder es, por ejemplo, que a ti te arrope una mayoría y al otro no, que a ti te proteja una tendencia dominante y al otro no, que a ti te proteja una mayor fuerza física y al otro no (en el machismo), que a ti te sea válido saltarte las reglas éticas y al otro no (por sujetarse a ellas y así quedar en desventaja), que a ti en grupo te traten con cierto favoretismo (o “licencia para sobrepasarte”) y al otro no, que a ti te sean válidas tantas sinrazones (porque cuentas con influencias que te las van a dejar parar por alto y al otro no, que quedará en situación inferior), que tu ejerzas una seudoautoridad moral y el otro no (en el caso de acosos dentro de instituciones religiosas), que tú puedas hacer un adoctrinamiento forzoso (el de sectas y totalitarismos) y el otro no, que tú pertenezcas a una supermayoría racial (dada a INTOLERANCIA) y el otro no, etc.