La salud es algo más que el acceso a médicos y medicamentos. Está determinada por el lugar donde vivimos, el aire que respiramos, los trabajos que tenemos, la educación que recibimos y las conexiones sociales que establecemos. Estos factores, conocidos como determinantes sociales de la salud (DSS), desempeñan un papel fundamental en la configuración de nuestro bienestar y esperanza de vida.
En un nuevo informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) disponible en inglés, Determinantes sociales de la salud: un enfoque de la acción multisectorial centrado en la salud, exploramos estas dinámicas en América Latina y el Caribe (ALC) y ofrecemos información sobre cómo la mejora de estos determinantes puede conducir a un futuro más saludable para todos.
Por qué los determinantes sociales de la salud son más importantes que nunca
Las desigualdades en materia de salud están muy extendidas en la región de América Latina y el Caribe y, a menudo, se remontan a disparidades sociales y económicas profundamente arraigadas. Aunque la salud de la región ha mejorado en general, la carga restante de la mala salud recae de manera desproporcionada en las personas que, por ejemplo, carecen de acceso a agua potable y saneamiento, educación, ingresos adecuados, alimentos nutritivos, aire limpio, servicios sociales o transporte seguro.
La pandemia de COVID-19 lo demostró claramente, ya que las poblaciones con empleos inestables y malas condiciones de vida y acceso limitado a la atención médica fueron las más afectadas. A medida que la región busca reconstruir sistemas de salud más fuertes y resistentes, es más importante que nunca comprender los factores sociales que impulsan la salud.
Los determinantes sociales incluyen factores demográficos y económicos; el entorno local, regional y global; y aspectos socioculturales que tienen impactos distales y proximales en la salud (Figura 1). El nuevo informe destaca varios determinantes sociales clave que influyen en la salud en toda la región de ALC, entre ellos:
● Desarrollo de la primera infancia: Los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo del cerebro, la función inmunológica y el bienestar a largo plazo. Las intervenciones tempranas, como una buena nutrición, una atención receptiva y una educación temprana de calidad, pueden mejorar las habilidades cognitivas, la resiliencia emocional y los resultados futuros de salud.
● Medio ambiente y planificación urbana: La mala calidad del aire, la exposición a toxinas, el saneamiento inadecuado y la falta de espacios verdes aumentan el riesgo de enfermedades respiratorias, infecciones y problemas de salud mental. Los entornos urbanos bien planificados con viviendas seguras, agua limpia y transporte público accesible promueven comunidades más saludables.
● Pobreza y desigualdad: Las dificultades económicas limitan el acceso a la atención sanitaria, la educación y los alimentos nutritivos, lo que conduce a mayores tasas de enfermedades crónicas y a una menor esperanza de vida. Abordar las disparidades de ingresos mediante programas de protección social y políticas económicas inclusivas puede mejorar significativamente los resultados sanitarios.
● Envejecimiento y salud: A medida que aumenta la esperanza de vida, también lo hace la necesidad de atención sanitaria, servicios sociales y entornos adaptados a las personas mayores. Garantizar el acceso a la atención a largo plazo, prevenir el maltrato a las personas mayores y promover el envejecimiento activo puede ayudar a los adultos mayores a mantener su independencia y calidad de vida.

El informe describe algunos casos que ilustran cómo los proyectos del BID han abordado los determinantes sociales de la salud en diferentes países y sectores. En Bolivia, un programa del BID ha llevado agua potable a casi 200 pequeñas comunidades, lo que ha provocado una disminución significativa de las enfermedades diarreicas, especialmente entre niños y adultos. En Guatemala, el BID puso en marcha un proyecto en 2021 para promover el uso de cocinas mejoradas (para sustituir la gran dependencia de la leña para cocinar en las comunidades rurales e indígenas). Esto puede reducir los importantes riesgos para la salud y los impactos ambientales negativos del uso de leña para cocinar, como la deforestación y las emisiones de CO2.
Mirando hacia el futuro: fortalecer la salud a través de estrategias multisectoriales
Para reducir las disparidades en materia de salud y mejorar los resultados en América Latina y el Caribe, es crucial abordar los determinantes sociales de la salud a través de estrategias integrales y multisectoriales. Estas estrategias pueden basarse en la evidencia existente de intervenciones rentables en diversos sectores que complementan las inversiones en los sistemas de salud. El nuevo informe destaca varias de estas intervenciones.
Al abordar las causas fundamentales de la mala salud, podemos crear entornos que permitan a las personas, independientemente de su origen socioeconómico, llevar una vida más sana y satisfactoria.
Para profundizar en estas ideas, el informe completo está disponible en inglés aquí: Social Determinants of Health.
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