Varios investigadores han documentado que las mujeres líderes tienden a tomar decisiones de política pública diferentes a las de los hombres, especialmente en países en desarrollo. Han mostrado, por ejemplo, que son menos propensas a la corrupción que los hombres y que invierten más en determinados bienes públicos, como en salud y educación. Pero poco se sabe sobre el porqué de estas diferencias. Una posible explicación es que las mujeres podían tener distintas preferencias en materia de política pública. En un reciente estudio, exploramos una explicación alternativa: que las mujeres líderes que buscan la reelección adoptan políticas diferentes porque se enfrentan a sesgos de género del electorado y son juzgadas de manera distinta a los hombres, lo que les genera incentivos electorales diferentes.
Nuestra investigación se centra en alcaldes y alcaldesas que buscaban la reelección en noviembre de 2020 en Brasil, y en las políticas que promulgaron para hacer frente a la pandemia de la COVID-19. Una crisis, como la pandemia, es un buen contexto para estudiar los incentivos electorales. Lo que está en juego en torno a las distintas políticas adoptadas por las autoridades es mucho y de suma importancia para el electorado, y existe una relación directa entre estas políticas y los impactos de la crisis.
Alcaldesas y alcaldes brasileños durante la COVID-19
Brasil es un buen escenario para un estudio de este tipo. A diferencia de otros países, donde las decisiones en materia de políticas de contención de la pandemia se toman a nivel regional o nacional, en el sistema federal brasileño son los alcaldes y las alcaldesas quienes tienen jurisdicción sobre dichas decisiones. Los alcaldes y alcaldesas en Brasil también están sujetos a un límite de dos mandatos, lo que significa que aquellos que se encontraban en su segundo período no podían volver a presentarse en noviembre de 2020. Esto nos permite comparar a los alcaldes y alcaldesas que tenían incentivos de reelección con aquellos cuyo mandato ya iba a terminar. Además, los más de 5.000 municipios proporcionan una amplia muestra de alcaldes y alcaldesas cuyas políticas en materia de COVID-19 pueden compararse.
Para evitar capturar otros factores que podrían haber influido en la propagación de la COVID-19 a nivel municipal, aparte del género del alcalde, comparamos municipios en los que una candidata venció por poco margen a un candidato en las elecciones de 2016 –las últimas antes de la COVID-19– con municipios en los que un candidato venció por poco margen a una candidata. Estos municipios (mostrados en el gráfico 1) son similares en todos los aspectos excepto en el género de su alcalde. En el estudio también mostramos que el género constituye la principal diferencia entre estos alcaldes elegidos por escaso margen, ya que son comparables en cuanto al número de períodos en el cargo, edad, orientación política y otros factores que podrían influir en las decisiones de política pública.
Gráfico 1. Municipios en los que las elecciones a la alcaldía en 2016 se decidieron por márgenes pequeños, y en donde los dos primeros candidatos eran un hombre y una mujer
La distinta evolución de la COVID-19 en municipios gobernados por mujeres
Los resultados muestran claras diferencias entre los municipios gobernados por hombres y aquellos gobernados por mujeres. Los municipios gobernados por mujeres tuvieron un número de muertes por 10.000 habitantes que fue un 39% más alto al comienzo de la primera ola de la pandemia (abril y mayo de 2020), una cifra tres veces más alta que en los municipios gobernados por hombres. Pero a finales de 2020 (noviembre y diciembre) los municipios gobernados por mujeres revirtieron esta tendencia. En este periodo, dichos municipios experimentaron una muerte menos por cada 10.000 habitantes, es decir, una disminución de más del 41% en el número de muertes con respecto a los municipios gobernados por hombres.
En el estudio mostramos que estas marcadas diferencias en la mortalidad por COVID-19 se explican por las distintas respuestas de alcaldes y alcaldesas a la crisis. En efecto, las alcaldesas empezaron a cerrar negocios no esenciales casi un mes después de sus homólogos masculinos en la fase inicial de la pandemia, cuando la gente todavía no esperaba una incidencia significativa de la COVID-19. En cambio, fueron más propensas a imponer dichas medidas más tarde en el año, cuando las consecuencias de la COVID-19 sobre la salud y la mortalidad se habían hecho evidentes.
Sesgos de género e incentivos electorales
¿Qué explica las marcadas diferencias en estas vitales decisiones de política pública? Muchos estudios muestran que los votantes tienen sesgos contra las candidatas y las líderes, creyéndolas menos capaces de mostrar fortaleza y asertividad y juzgando con mayor dureza su desempeño tanto en la arena política como en los negocios. Estos sesgos podrían explicar por qué las alcaldesas estuvieron menos dispuestas a intervenir al principio de la pandemia, cuando el impacto de la COVID-19 era todavía moderado y el costo para la economía potencialmente grande. En contraste, los sesgos del electorado podrían haber motivado a las líderes en la dirección contraria cuando la amenaza de la COVID-19 a la vida humana se hizo patente más adelante en el año. Un electorado persuadido de que las líderes son menos eficaces podría haberlas empujado a implementar más políticas de contención que sus homólogos masculinos, para lograr que los votantes perciban que alcanzarían los mismos resultados.
Esta explicación parece estar respaldada por los datos. La diferencia en las muertes por COVID-19 en los municipios gobernados por hombres frente a los gobernados por mujeres solo se produjo en aquellos municipios en los que los alcaldes podían optar por la reelección. En otras palabras, la diferencia se produjo cuando las decisiones de política de alcaldes y alcaldesas podían afectar sus posibilidades electorales. Esta diferencia fue aún mayor en aquellos municipios en que las elecciones fueron especialmente competitivas y en los municipios en los que cabría esperar una mayor discriminación por motivos de género y un mayor sesgo de los votantes, como aquellos con una mayor diferencia salarial entre hombres y mujeres en el mercado laboral local.
Estos hallazgos contribuyen a nuestro entendimiento sobre las decisiones de hombres y mujeres en la arena política. En contraste con la extendida noción de que a las funcionarias públicas tienden a importarles temas diferentes que a los funcionarios, nuestros resultados muestran que las decisiones de mujeres en cargos públicos pueden bien explicarse por incentivos electorales, y más concretamente, por su necesidad de responder a un electorado que muestra sesgos de género al momento de evaluar la actuación de sus líderes.
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