
América Latina y el Caribe puede mirar retrospectivamente la gestión económica del período posterior a la pandemia con cierto orgullo. Los bancos centrales actuaron decididamente, subieron las tasas de interés antes que otras regiones y lograron reducir con éxito la inflación más rápidamente. Los balances fiscales se consolidaron, lo cual ayudó a disminuir las primas de riesgo de la deuda soberana. Los mercados financieros demostraron que podían soportar cambios en los flujos globales de capital, y los mercados laborales en numerosos países mostraron una fortaleza notable y niveles de desempleo históricamente bajos. Según las proyecciones, el crecimiento del PIB debía ser de 2,2% en 2024 y 2,1% en 2025, lo cual marca una vuelta a promedios de largo plazo. Todos estos desarrollos han sido positivos y han conducido a un período de relativa estabilidad económica.
Sin embargo, el futuro sigue siendo incierto. Los cambios potenciales en la política económica por parte de las principales economías mundiales, que incluyen los cambios en los aranceles, añaden presión a un escenario caracterizado por tasas de interés más altas, altos niveles de deuda y una desaceleración prevista en Estados Unidos y China. El rendimiento medio de la deuda soberana de América Latina y el Caribe ha aumentado de 4,7% antes de la pandemia (diciembre de 2019) a aproximadamente 7,3% en diciembre de 2024, lo cual impone importantes costos adicionales de los intereses. La caída potencial de los precios de las materias primas debido a un aumento de la oferta o una disminución de la demanda representa un riesgo para los productores y operadores comerciales de materias primas de la región.
Entre tanto, los precios de los alimentos se mantienen cerca de un 10% más altos que la cesta de consumo general en comparación con los niveles anteriores a la pandemia, lo cual exacerba la pobreza y aumenta los riesgos para la estabilidad social y política.
Una guía para nuevas oportunidades
Los desafíos para la región de este panorama económico mundial cambiante constituyen el principal objeto de estudio del Informe Macroeconómico de América Latina y el Caribe de 2025 del BID.
El informe analiza cómo la región puede aprovechar el realineamiento mundial en el comercio y la inversión para aumentar la productividad y la resiliencia. Muestra cómo eso se puede lograr, y a la vez aborda debilidades estructurales como la alta informalidad laboral, que afecta a entre el 20% y el 80% de la fuerza laboral en diferentes países, y déficits fiscales persistentes, que se deterioraron en más de la mitad de los países de la región en 2024.
El informe también explora cómo los bancos centrales deberían calibrar sus políticas monetarias, poniendo especial atención en la dinámica distinta de la inflación en países con diferentes marcos monetarios. Además, analiza qué pueden hacer los países para mejorar la resiliencia ante las paradas súbitas en los flujos de capital, a la vez que se evalúan las tendencias emergentes como la inteligencia artificial, que podrían tener un impacto considerable en hasta 132 millones de empleos en la región a lo largo de la próxima década.
El fortalecimiento de la integración comercial regional
Como consecuencia de las disrupciones en la cadena de suministros provocada por la pandemia de la COVID-19, y de las crecientes tensiones comerciales y conflictos geopolíticos, ha emergido un panorama global cambiante. Los ajustes de los aranceles, los patrones cambiantes de las inversiones y nuevos acuerdos comerciales han creado un nuevo orden en el comercio. Sin embargo, mientras que regiones como Europa y Asia han fortalecido las cadenas regionales de valor y han aprovechado las oportunidades del nearshoring, América Latina y el Caribe sigue siendo la menos integrada de las regiones, con un comercio intrarregional que representa sólo el 15% del total de bienes comercializados, muy por debajo del 68% de Europa y el 55% de Asia.
A pesar de tener más de tres docenas de acuerdos comerciales regionales, la integración sigue teniendo escasa profundidad. La liberalización se ha producido en gran parte dentro de en lugar de a través de estos acuerdos. El informe pone de relieve que esta integración limitada hace que la región sea más vulnerable a los shocks externos y reduce las oportunidades para el desarrollo industrial y la inversión extranjera directa. Las reformas estratégicas -que incluyen la armonización de los acuerdos comerciales, la mejora de las infraestructuras y el tratamiento de las ineficiencias logísticas- podría mejorar la capacidad de la región para desarrollar cadenas de valor regionales robustas y situarla en una mejor posición dentro del contexto del comercio internacional cambiante. Se perdería una importante oportunidad si la región no consigue cosechar esos beneficios.
Cómo abordar los desafíos fiscales mediante la eficiencia
Una situación fiscal que empeora en más de la mitad de los países de la región es otra de las preocupaciones del informe, entre otros motivos porque influye negativamente en la asequibilidad de la deuda. Esto señala la urgencia de una consolidación fiscal mayor. El informe estima que las ineficiencias del sector público representan aproximadamente el 4,6% del PIB, y las ineficiencias en las contrataciones públicas, las primas salariales públicas y las transferencias focalizadas deficientemente constituyen oportunidades considerables de mejoras.
Al abordar estas ineficiencias, los países podrían mejorar sus balances primarios en 3,6 puntos porcentuales del PIB y disminuir la deuda pública en 7 puntos porcentuales a lo largo de un período de entre cuatro y ocho años. Estas medidas también deberían generar un aumento de 1,8 puntos porcentuales en el crecimiento del PIB mediante una mejor asignación de recursos y un aumento de la productividad. Reducir la rigidez del presupuesto es importante y el informe proporciona una hoja de ruta para conseguirlo con el fin de permitir a los países adaptarse a las condiciones económicas cambiantes a la vez que se relajan las presiones fiscales y se permite responder con políticas contracíclicas.
Éstos son sólo algunos de los ámbitos que el informe sondea. Los análisis de amplio alcance también abarcan medidas potenciales para remediar los efectos económicos dañinos de la informalidad laboral de la región, que comprenden un alto porcentaje de su fuerza laboral; la necesidad en el ámbito monetario de respuestas de las políticas a la medida a las diversas presiones inflacionarias en diferentes países; y la importancia de cerrar las brechas fiscales y externas y acumular reservas y monitorear los riesgos para reducir la vulnerabilidad ante las paradas súbitas.
Cómo liberar el potencial de la región en el nuevo contexto económico
América Latina y el Caribe ha demostrado resiliencia para superar los desafíos después de la pandemia. Sin embargo, se ve limitada por un crecimiento bajo, un espacio fiscal limitado y necesidades sociales crecientes. El informe subraya que un progreso significativo requerirá aprovechar las oportunidades que surgen del realineamiento de las cadenas de valor mundiales, el rápido avance de las nuevas tecnologías y la transición a las energías limpias. Si esas reformas políticas estratégicas se centran en aumentar el comercio intrarregional, reducir la informalidad laboral, mejorar los marcos fiscales y asegurar una gestión monetaria prudente, América Latina y el Caribe puede construir las fundaciones para una mayor prosperidad. El camino hacia adelante requiere equilibrar las necesidades inmediatas de estabilización con reformas estructurales a largo plazo con el fin de liberar el pleno potencial de la región en un contexto económico mundial cada vez más complejo.
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